miércoles, 30 de julio de 2014

LOS LIBROS DEL VERANO: El asesinato de Pitágoras.


Presentación

"No hay bien que por mal no venga" y así, el reseteo involuntario de mi kindle, me obligó a conectarme a la red para buscar en Amazón algún libro con que llenar las horas de "sombrarium" que me disponía a pasar en el McDonald Resort de Estepona. Neófito en el uso de ebooks realicé mi inscripción y búsqueda mediante lentos barridos de teclado que me conectaron media hora después con las novedades de libros electrónicos y los "Tops" actuales. Me fijé enseguida en el libro que arrasaba en los últimos meses en el portal: "El asesinato de Pitágoras". Como soy muy aficionado al género de ficción histórica decidí bajármelo y lo comencé a leer enseguida. Sus páginas hicieron pasar a segundo plano el hermoso complejo donde descansaba y me sumergí en su lectura obsesionado por la trama y animado por la tensión narrativa que acumula el relato desde sus primeras páginas. El ambiente de la Grecia Clásica, el tono detectivesco, la aparición del extraordinario personaje de Pitágoras, la historia de amor en la pareja protagonista, el análisis psicológico de los personajes, la base matemática en que se inserta la filosofía de los pitagóricos; todo ello, me animaba a una lectura lo más continuada posible (hay que comer y dormir ¿no?) 
Cuando terminé me dispuse a adquirir inmediatamente la continuación "La Hermandad" de la que el autor ofrece un primer capítulo al finalizar el texto, pero aún no está publicada en ebook. Así que me propuse leerla cuanto antes y, mientras, investigar un poco sobre este autor y otros posibles libros escritos por él. Lo que encontré me sorprendió.

Sobre el autor


Marcos Chicot nació en Madrid, España, en 1971. Es licenciado en Psicología Clínica, así como en Económicas y en Psicología Laboral. Escribió su primera novela -Óscar- en 1997. En 1998 escribió Diario de Gordon, con la que ganaría el Premio de Novela Francisco Umbral. Dos años más tarde escribió una novela juvenil que fue reconocida con el Premio Internacional Literario Rotary Club. Ha quedado finalista en premios de relato y de novela como el Max Aub, el Ciudad de Badajoz, el Juan Pablo Forner y el Premio Planeta.
Su novela El asesinato de Pitágoras ha sido el ebook en español más vendido del mundo en el año 2013. En 2014 se publicará su segunda parte: La Hermandad.
Destina el 10% de lo que obtiene con sus libros a ONGs para personas con discapacidad intelectual (y está profundamente agradecido a todos sus lectores por hacerlo posible).


El origen de la novela

Hay que destacar que El asesinato de Pitágoras ha sido el ebook en español más vendido del mundo en el año 2013. En 2014 se publicará su segunda parte: La Hermandad.

Para contar la larga historia que hay detrás de su publicación Marcos Chicot nos revela la trascendental importancia del nacimiento de su hija Lucía en su decisión de consagrarse exclusivamente a la escritura. Lucia nació con síndrome de Down. Desde su nacimiento, como padre, tuvo que replantearse muchas cosas: su presencia familiar se hacía mucho más necesaria y debería asegurar sus ingresos económicos y procurar unas rentas que permitieran proteger a su hija cuando él ya no estuviera en condiciones de hacerlo.

Durante los dos años siguientes preparó con dedicación "la dote" de su hija trabajando intensamente en una novela que tenía en mente y que parte de una vieja anécdota matemática a sus 17 años. Aunque terminada en ese plazo, dedicó otro año más a reescribirla pues percibía que tenía potencial suficiente para gustar a muchos lectores y había que aprovecharlo bien. No se equivocaba.

A principios de 2012, en plena crisis económica en España, la novela estaba terminada. Chicot decidió no seguir el proceso habitual de un escritor novel para su publicación: el peregrinaje por las editoriales y el envío de ejemplares a la espera de ser llamado; "Un lanzamiento de prueba" era todo lo que podía esperar de este procedimiento y eso no proporcionaría los dividendos que necesitaba para asegurar el futuro de su hija Lucía. Decidió probar suerte presentándose al Premio Planeta, el mejor dotado en lengua española, que publica las obras incluso de los 4-5 finalistas. En mayo de 2012 lo presentó a concurso con la esperanza de llegar a finalista y ser publicado. La obra consiguió quedar en cuarto lugar, pero la editorial le explicó que no podrían publicarla por culpa de la crisis, que estaba afectando duramente al mercado editorial. En los meses de espera trabajó en el medio alternativo del mercado de libros electrónicos. Investigó los sistemas de lanzamiento en este medio y, tras conocer que la editorial Planeta no le publicaría, se decidió a incluirla en el gigantesco mercado de los 70.000 libros electrónicos que compone los fondos en español.

Es enternecedor leer en su blog (Historia detrás de la novela) como el 6 de abril de 2013, tras ver la luz en internet ese día, se sienta ante el ordenador par comprobar las ventas:

"El primer día se vendió un ebook y me fui a dormir extrañado, ilusionado e inquieto. Al día siguiente se vendieron dos, y esa primera semana llegué a tres diarios. La segunda semana las ventas diarias subieron con rapidez: 8, 9, 16, 23… ¡de repente mi novela estaba en el top 100! Empecé a pensar que podía tener fundamento mi sueño de que las editoriales se fijaran en ella.
Una semana más tarde estaba en el top 10, y antes de que acabara abril era la nº2. En mayo se convirtió en el ebook en español más vendido del mundo. Estaba vendiendo más que cualquier autor autopublicado y que cualquier editorial. El mismísimo Dan Brown publicó Inferno poco después, y sorprendentemente su ebook en español se quedó por detrás El asesinato de Pitágoras."

El resto de la historia, hasta aquí extraordinaria, es más previsible. Las editoriales comienzan a fijarse en este fenómeno literario y empiezan a lloverle ofertas que, como buen padre, negocia con el objetivo claro de asegurar los ingresos necesarios para afianzar el futuro de su hija. Finalmente, el la editorial Duomo la que lo sitúa en las librerías el 7 de octubre de 2013 habiendo sido ya anteriormente nº 1 en internet durante 5 meses consecutivos y comenzando a traducirse y publicarse con fuerza en numerosos países.

La pequeña Lucía, con sus cinco añitos recién cumplidos, abre uno de los libros que su papá tiene sobre la mesa. Tras fijarse un segundo en la estrella roja de la portada lo abre y señalando la foto del autor, le mira con una sonrisa especial y señalándola grita:
- ¡Papá!
Sí, princesita, tu papá ha escrito este libro para ti.


Resumen argumental
El anciano filósofo Pitágoras, uno de los personajes con más poder de su época, está a punto de elegir un sucesor entre los grandes maestros cuando en su comunidad se inicia una serie de asesinatos. Tras los crímenes se atisba una mente oscura y poderosa que parece superar al mismísimo Pitágoras. La enigmática Ariadna y el investigador egipcio Akenón tratarán de descubrir quién es el asesino a la vez que resuelven sus propios sentimientos. Un reto en el que los fantasmas del pasado se unen a las oscuras amenazas del presente.

En esta novela, en la que gran parte de los hechos y los personajes son reales, el lector se adentrará en un misterio aparentemente irresoluble. A través de sus páginas descubrirá secretos inéditos y encontrará a los personajes más inquietantes que haya conocido jamás: el sibarita Glauco, el monstruoso Bóreas, el vengativo Cilón y, sobre todo, el misterioso desconocido que está utilizando sus capacidades prodigiosas para sembrar la muerte.

La profunda labor de documentación se traduce en una atmósfera que proporciona la sensación de estar viajando por la antigua Grecia, Cartago e incluso Síbaris, la desaparecida ciudad de los refinados sibaritas.



Algunos detalles más

Marcos Chicot, psicólogo clínico, elaboró una ficha para cada uno de los personajes principales, De su experiencia sacó la idea de realizar un perfil psicológico de cada uno de ellos imaginando cómo se comportarían los personajes y responderían ante los distintos supuestos. Esos perfiles, tabulados, sirvieron de referencia en todo momento para mantener la consistencia a lo largo de la novela y dotarla de mayor coherencia en sus comportamientos.

El título de la obra "El asesinato de Pitágoras" (oración enunciativa afirmativa) induce a error: Pitágoras no fue asesinado. Acaso un título como "El intento de asesinato de Pitágoras" no sería tan impactante y contundente, pero no puedo dejar de pensar que esta pequeña pieza del puzle no encaja del todo.
Me reconozco en las actitudes y emociones que, como escritor no conocido, releja Chicot en sus expectativas ante su obra: Su prueba con los premios (4º en la edición del Planeta de 2012), su decisión de autopublicarse y promocionarse (al estilo americano) con el ebook, su asombro ante los resultados exponenciales de ventas diarias... estas últimas casi como series matemáticas dignas de los pitágorics: 1, 2, 3, 8,9,16, 23... Top 100, top 10, Top 1.

Me ha llamado la atención el uso de Google Heart para las localizaciones de los espacios geográficos que se describen en la novela (el uso de distancias, niveles, visualización del terreno...). Buena idea y hábil aprovechamiento de las nuevas tecnologías.

El uso de las monedas (Chicot es aficionado a la numismática) también tiene su importancia en la trama y las descripciones. Estos pequeños fetiches (así los considero) ayudan a percibir sensaciones y explicar y documentar sucesos de la novela.

El dibujo personalizado de mapas y planos , evidentemente, ayuda a la elaboración de la novela. Tomo nota para cuando me decida a escribir alguna.

El aderezo matemático que aromatiza toda la trama es uno de los reclamos, al menos para mi. La Inserción abstracciones más o menos complejas como la cuadratura del círculo y los decimales de π, la razón áurea, la estructura del dodecaedro, las características del pentáculo, el teorema de Pitágoras, los números irracionales... se ha fundido con éxito en la trama y la confiere un toque divulgador: las matemáticas son fascinantes para quien las mira con ojos abiertos y pacientes.

La documentación realizada por el autor (tres años de investigación y trabajo) y las correcciones de especialistas hacen que la ficción sea rigurosa con los datos históricos y los ambientes retratados. La filosofía de las comunidades socráticas está extraída de los diversos tratados que Pitágoras escribió al efecto (en Amazón se ofrecen algunos y gratuitos). Algunos detalles de la trama extraordinariamente ingeniosos como el baile de los caballos en la batalla contra los sibaritas están documentados históricamente y los sucesos contados, en general, están descritas en las crónicas históricas.

Incluir un detective (en tantas cosas semejante a los detectives modernos) en una trama situada seiscientos años antes de Cristo (recuerdo otro similar en "La plata de Bretaña" y no se puede olvidar "El nombre de la rosa", pro ejemplo) es un excelente recurso para abordar misterios históricos. Los personajes, por otro lado, revelan una notable actualidad. La novela, cambiando algunos referentes, podría haber sido ambientada perfectamente en el siglo XXI


Opinión personal

Fascinante lectura, amena e instructiva, que mantiene el pulso desde el primer momento y hasta el final. La idea es muy original. Me resultó interesante también conocer los detalles de su creación y las motivaciones del autor para la misma. Las explicaciones y vídeos del autor con entrevistas o anexos matemáticos a los usados en la obra me parecen a su vez acertadas y didácticas.

Respecto a la historia que narra tiene todos los ingredientes que se puedan desear: asesinato, misterio, enigmas, conspiraciones, bases históricas, pasiones humanas (el poder, el saber, el amor).

Bien es cierto que a partir de los dos tercios de la novela se empieza a sospechar de la identidad del asesino; pese al cuidado que pone el autor en sorprendernos, un proceso de descartes y la necesidad de que el asesino haya estado presente anteriormente en la trama nos lo descubre. Esto no resta un ápice al interés que se mantiene de principio a fin. Felicidades a este nuevo autor, más riguroso y notable que muchos otros autores de best seller cuyas obras adoquinan los escaparates de nuestras librerías.

Pequeños relatos de Ciencia Ficción-39: El misterioso ejército de Sir Robin Ciari


Diez mil novecientos cincuenta y siete caballeros se alineaban en la llanura. Todos vestidos con la misma ropa, todos ciñendo idéntica espada: todos iguales en todo. Todos ellos eran la misma persona: Sir Robin Ciari, caballero inglés, exduque de de Derogny y antiguo caballero de la corte del Rey Arturo. 
Sus enemigos, en el otro extremo de la llanura y en número similar no daban crédito a sus ojos. Sir Robin había desaparecido treinta años aantes tras la violación y muerte de su hija a manos del cruel Conde de Scarlet. Sir Robin habían jurado entonces que se vengaría, pero desapareció de Inglaterra durante todos estos años sin que nadie supiera que había sido de él. El fuego de la venganza parecía haberse consumido en el olvido hasta que, treinta años más tarde,  apareció al frente de un extraño ejército  para cumplir su promesa; un ejército que parecía formado por diez mil novecientos cincuenta y siete hermanos gemelos del duque.
Los soldados mercenarios de Scarlet no comprendían que pudiera haber tantos caballeros parecidos y en tan gran número en todo el reino, aunque por aquel tiempo sucedían muchas cosas extrañas en Inglaterra. Se hablaba de un tal Merlín, un mago extraordinario que había bajado del cielo en carro volador; pero nadie estaba seguro de ello... excepto quizás Sir Robin, que lo acogió en su castillo durante meses. Treinta años antes, tras la muerte de su hija, Sir Robin recorrió las haciendas de sus antiguos amigos solicitando ayuda para cumplir su anunciada venganza. Nadie le prestó  apoyo. Scarlet se había hecho muy poderosos y el rey lo favorecía: quien se enfrentara a él  perdería su vida y sus herederos se verían despojados de su herencia. Desesperado acudió a Merlín, el Encantador. Este se había hecho famoso por su ingenio y sus profecías en la Corte del Rey Arturo cuando aún existía el Consejo de la Tabla Redonda. Merlín sentía una sincera simpatía por Sir Robin y una justa admiración por su hija, inteligente y bella como pocas;  cuando se presentó en su laboratorio, trastornado por el dolor y la rabia, prometió que le ayudaría. Hablaron durante largas horas. Entonces Merlín le confesó que  procedía de otro lugar, de otro planeta en el cielo muy lejano a la Tierra y que su nave, en viaje de exploración, se había averiado teniendo que realizar un aterrizaje de emergencia en un lago de Escocia. Mientras convivía con los humanos trataba de poner a punto su preciada máquina del tiempo con la cual pensaba proyectarse al año 2.100; tiempos en los que, calculaba, la humanidad ya podría realizar viajes interplanetarios que pudieran devolverle a su planeta natal. El caballero se interesó enormemente por esta máquina que le había inspirado un plan extraordinario para vengarse del infame conde Scarlet. Discutieron toda la noche las características de su plan y finalmente Merlín concedió que era posible. Por su buen amigo Ciari, pospuso el uso de su máquina durante tres largas décadas: su viaje a una humanidad avanzada podía esperar; el dolor de padre de su amigo y su justo deseo de venganza tenían prioridad sobre un  envejecimiento cierto. Así, justo a la medianoche, todos los día de los años siguientes, en la torre del castillo del Conde de Ciari tenía lugar la misma ceremonia: Sir Robin era introducido en el sofisticado artilugio y era enviado al mismo momento futuro por periodos de 24 horas. 

Transcurridos treinta años aquel ejército de caballeros idéntico apareció como por arte de magia en la llanura que se extendía frente al castillo del Conde Scarlet. Desde la torre del homenaje, el conde no salía de su asombro: ¿de dónde había salido aquel formidable ejército de caballeros tan parecidos pertrechados con idénticas armas? Desde la llanura una voz al unísono salida de miles de gargantas reclamó su presencia en el campo de batalla: 
- ¡Scarlet! ¡Soy Sir Robin y reclamo mi derecho a  la venganza! ¡Baja a combatir si eres tan hombre como te precias!
 El conde, miró preocupado el ejército singular que ocupaba la llanura y dudó unos instantes. Finalmente sonrió. Después reunió a sus hombre y salió de la fortaleza con todas sus huestes. Aceptaba la batalla. 

Ese día, durante horas, tuvo lugar la sangrienta batalla de Badelle en la que el ejército real, al mando del Conde Scarlet, fue exterminado por  un misterioso ejército de caballeros  gemelos de los que se cuenta que, curiosamente, todos murieron de una misma herida en el pecho al anochecer. Desde entonces no volvió a verse más al poderoso Mago Merlín... perdón,  hasta el año 2100 en que reapareció en el Centro Espacial del Reino Unido solicitando una nave interestelar.   

martes, 29 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción-38: Cosas de críos...


Paquito, en sus nueve años de vidaen los suburbios nunca había visto un objeto tan raro. Deseoso de compartir con alguien su descubrimiento corrió a buscar a Andresito y, juntos, se dirigieron al viejo solar. 
- ¿Qué crees que será? -preguntó a su amigo mientras se inclinaba sobre el misterioso disco plateado. 

- ¡Espera, no lo toques: está ardiendo! - Advirtió mientras sentía el agudo escozor de la quemadura en su mano que se había hecho al intentar cogerlo-.

- Parece una mina antitanque, por lo menos... - observó Andresito- ¿Qué te parece si la hacemos estallar?

- Buena idea -aprobó Paquito mientras se levantaba y echaba a andar hacia la tiende de petardos. Allí hicieron el mayor pedido pirotécnico que recordaba el tendero.

Tras los muros de la vecina casona en ruinas los dos niños agachados esperaban el momento en que se consumieran las mechas lentas que habían preparado. Cuando la explosión se  produjo una lluvia de piedrecillas calló sobre ellos como el golpeteo de la lluvia tras el trueno ensordecedor. Se acercaron a investigar los efectos de su voladura. Encontraron el platillo unos metros más allá levemente inclinado sobre unos escombros. 

- ¡Nada, Paquito, es inútil!¡Debe de ser de acero durísimo!

Mientras se alejaban por la Avenida 17, dentro de la nave X-37-D el transmisor espacial radiaba frenético: 
"ATENCIÓN, ATENCIÓN: SOS, SOS. REPITO: LLAMADA DE AUXILIO DESDE LA NAVE DE LA COMISIÓN ESPACIAL PARA LA PAZ.
HEMOS SIDO ATACADOS POR LOS HUMANOS CON EXPLOSIVOS. RELEGADA MISIÓN DE PAZ.  INICIEN MISIÓN DE ATAQUE CON MÁXIMA  INTENSIDAD. INICIEN MISIÓN DE DESTRUCCIÓN TOTAL DEL PLANETA TIERRA"

lunes, 28 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción-37: Dr. Jeakovich; por favor...


- Dr. Jeakovich; por favor... ¡No me quiten el alma! ¡Sólo he sido libre 20 años, veinte años de saber distinguir lo bueno de lo malo, veinte años de libre elección.  
- Dr. Jeakovich, por favor ¿No puedo ser una excepción? ¡Quedan tan pocos pájaros...! ya casi todos están muertos; extrajeron sus pequeños cerebros para insertarlo en los pilotos automáticos de los aviones...
- Dr. Jeakovich  ¿sabe lo que es una flor? ¿ha visto las abejas volando a su lado, junto a un riente arrollo...?
- Dr. Jeakovich, no me opere aún; espere un año más... un mes si es posible... acaso unos días... Ustedes no necesitan mi cerebro. Mi CI es muy bajo... a ustedes no les sirvo sin alma; pero a mí, le da sentido a mi vida ¿No comprenden? Dr. Jeakovicho ¿es que no tiene alma? ¡Oh, ya veo, también se la han quitado...!
- Dr. Jeakovich: mi alma no me será arrebatada: dejaré que ella misma me mate antes de eso. Sí, moriré... moriré... moriré...

domingo, 27 de julio de 2014

LOS LIBROS DEL VERANO: Escalando el monte improbable

Esperando pacientemente en mi kindle, varios libros de este autor aguardaban desde hace meses  que les hincara el diente. Con la llegada de las vacaciones  me he decidido y comencé por este volumen, de título tan sugerente. Se cumplieron mis expectativas. Desde que, estudiando psicología, me propusieron en una de las asignaturas la lectura de "El gen egoísta" este autor comenzó a interesarme. Tengo preparados algunos de sus libros en la fila de las próximas lecturas y muchos de sus vídeos de la BBC listos para visionar. Probablemente revise todo ese material algún día aunque vistos así sobre el explorador, los archivos suman tantos megas que uno se desanima a empezar esa escalada de conocimientos... pero, parafraseando al autor, al otro lado de este descomunal acantilado se puede ascender por amables senderos, permitiendo el pasito a paso que el tiempo es nuestro aliado... Empecemos  pues por este primer paso. 

Sobre el autor, os informaré de lo que sé y de lo que he encontrado por ahí: 

RICHARD DAWKINS es un divulgador científico especializado en el origen de la vida y la evolución de las especies. Sigue bastante fielmente los enunciados de Darwin y es autor de recopilaciones e investigaciones importantes que apoyan esta teoría. En el presente volumen, por ejemplo, acumula pruebas y datos impresionantes contra los creacionistas, que alegan que es imposible (sumamente improbable) que la evolución cree organismos tan extraordinariamente complejos mediante la sencilla regla de la Selección Natural.  

R. Dawing nació en Nairobi en 1941 siendo un destacado etólogo y zoólogo además de teórico evolutivo y divulgador científico británico. Hijo de un granjero anglicano de clase media, pronto se interesó  por las ciencias naturales planteando numerosas preguntas a sus padres que estos contestaron de una manera afortunadamente bastante científica (evitando los tópicos anglicanos sobre la naturaleza). Fruto de estas reflexiones, afirma que empezó a dudar de la existencia de Dios a los nueve años, aunque volvió a aceptar las creencias religiosas sobre los mecanismos de la vida al ser instruido en la teoría creacionista del "Diseño inteligente" elaborada para contraponerse a los postulados de la Evolución expresados por Darwin. A los dieciséis años, cuando comprendió mejor la teoría de la Evolución, se convenció de que esta explicaba mejor la complejidad de los seres vivos que la del "Diseñador inteligente". Su estudio e implicación en la defensa científica de la Evolución le han hecho merecedor del epíteto de "Rotwiler de Darwin"

En su obra más conocida "El gen egoista" afirma que "toda la vida evoluciona movida por la supervivencia diferencias de los entes replicadores (los genes)".  En ella defiende la idea de que es el gen la unidad principal de selección de la evolución operando de manera egoísta sobre el resto del mundo movido por un afán duplicador insaciable y ciego. Su trabajo ofrece incluso sutiles explicaciones sobre la aparente paradoja del altruísmo.

En su libro "El relojero ciego" crítica el creacionismo, al que describe como una «falsedad ridícula y estupidizadora». Se trata de una feroz crítica al argumento del diseño.

Dawkins sigue siendo una figura prominente en el debate público contemporáneo sobre temas relacionados con la ciencia y la religión. Considera a la educación y la concienciación como herramientas primarias para oponerse al dogma religioso. Estas herramientas incluyen la lucha contra ciertos estereotipos. La publicación de su libro de septiembre de 2006, "El espejismo de Dios", es «probablemente la culminación» de su campaña contra la religión

En su papel de profesor de difusión de la ciencia, Dawkins ha sido un duro crítico de la pseudociencia y la medicina alternativa. Su popular libro "Destejiendo el arco iris" aborda la afirmación de John Keats —de que al explicar el arco iris, Isaac Newton había reducido su belleza— y le da la vuelta. Dawkins asegura que  "El espacio profundo, los miles de millones de años de evolución de la vida y los trabajos microscópicos de la biología y le herencia;  contienen más belleza y maravilla que los mitos y la pseudociencia

Dawkins ha expresado una preocupación maltusiana sobre el crecimiento exponencial de la población humana y el problema de la superpoblación.  Las soluciones propuestas por Dawkins pueden describirse típicamente como humanistas, y se muestra crítico con las actitudes católicas con respecto a la planificación familiar y el control de población, afirmando que los líderes que prohíben la anticoncepción y «expresan una preferencia por los métodos “naturales” de limitación de la población» acabarán propiciando un método de limitación demográfica igualmente “natural”: las hambrunas que seguirían a la superpoblación.


Y ahora comencemos ya la auténtica escalada al monte Improbable. 

"Escalando el monte improbable"
(Climbing Mount Improbable, en su original en inglés. 1996.

R. Dawking, el autor, es un controvertido investigador y divulgador inglés evolucionista de clara línea darwinista. En este libro nos plantea los mecanismos de la evolución y lo hace mediante una sugerente parábola que da origen al título del libro. La ascensión al monte improbable de la complejidad rebate los argumentos creacionistas sobre la necesidad de un diseñador inteligente  haciendo notar que explican los extraordinarios diseños biologógicos de los seres vivos con un abordaje de instantaneidad, sin la necesaria y trascendental perspectiva del tiempo. Ellos ven la evolución -afirma- como el ascenso frontal,  un salto brusco, de una gran escarpadura en la cara visible (actual) de un monte; sin llegar a entender que por la parte de atrás  hay otras rutas de ascenso realizadas con largos senderos en suaves pendientes. El ascenso al monte improbable  (entiendase improbable como la remota posibilidad de que un órgano complejo o una especie llegue a formarse mediante combinaciones al azar) se gradúa entonces mediante un proceso paulatino en el que sí, interviene el azar, pero mediatizado (orientado) por las reglas de la selección natural; lo que hace posible lo que aparentemente no lo es. Los extraordinarios diseños de los seres vivos son factibles si tenemos en cuenta el tiempo inmenso que opera la evolución.

Aparte de los numerosos ejemplos, todos ellos fascinantes cómo sus estudios sobre la estructura y construcción de las telas de araña;  nos habla de sus investigaciones con programas informáticos para la  creación de biomorfos donde somete en el ordenador a una selección sus modelos evolutivos (árboles, peces o conchas) obteniendo resultados muy similares a los de la propia evolución. En ellos nos ofrece gran variedad de datos y pruebas que confirman las teorías de Darwin. 
Su lectura resulta tan fascinante y absorbente que en la semana que pasé en Estepona, disfrutando de la playa,  prefería leer los capítulos de este libro a sumergirme en las aguas del Mediterráneo. Es cierto que en ciertos pasajes se introducen en explicaciones un tanto farragosas (y puede que innecesarias), pero en general es entretenidísimo. 

Uno de los aspectos que estudia con detenimiento es en la formación de dos órganos de una perfección tan absoluta que el mismo Darwin dudaba que hubieran podido producirse sin un diseñador:  las alas y los ojos. Dawking dedica un capítulo completo a la adaptación al vuelo al igual que dedica numerosas páginas a las más de 50 formas conocidas a las que ha llegado el  órgano de la visión en las distintas especies; desde las primeras manchas fotosensibles a los complejos globos oculares humanos. 
Por ejemplo hay infinidad de diferentes posturas, sistemas o estructuras con capacidad para registrar ese universo de fotones que nos rodea y que nos aporta valiosísima información vital. El abanico de diseños es tan amplio que va desde simples manchas oculares hasta complicadas paneles de células especializadas con estructuras que permite una visión periférica; desde pequeños agujeros tipo cámara oscura para evitar las distorsiones de los rayos paraaxiales  hasta estructuras de enfoque como cristalinos, llegando incluso a córneas móviles que pueden enfocar mediante sistemas de avance y retroceso. Cada uno de estos mecanismos obtendría un sobresaliente "Cum Laude" en una tesis de ingeniería. Dawking nos explica también el posible origen de los ojos compuestos de los insectos o las migraciones sorprendentes en los ojos de los rodaballos hasta situarse ambos en el mismo lado del cuerpo. En fin hay una infinidad de modelos a los que la evolución llega por diferentes caminos con la salvedad de que esta nunca es regresiva, es decir, no puede dar un paso atrás para cambiar la dirección en que es empujada por la selección natural. 

Otros capítulos nos descubren las habilidades y técnicas de las arañas para construir sus telas (obsérvese la portada de su libro). Uno se siente fascinado por estos animales cuando nos explican su prodigiosa y variada ingeniería: diseños, materiales, estructuras, soluciones alternativas a los problemas, adaptacion al medio... es un campo fascinante para investigar la evolución; de hecho el autor las escoge al poder representar las estructuras de sus telas en un plano bidimensional ideal para experimentar en la pantalla del ordenador.  Algo parecido, ahora en 3D, ocurre con las conchas de los moluscos en los que introduce un modelo espacial en tres dimensiones para analizar los cambios evolutivos en la estructura de las conchas. 

Quizás, donde se muestre más excitado, es en la descripción de la evolución de la higuera y su relación con las exclusivas avispas polinizadoras de cada especie. Destilan  poesía las descripciones del higo como jardín de flores invertido (¿os habíais imaginado que un arrugado y anodino higo pudiera ser en realidad un abigarrado jardín floral vuelto del revés donde las avispas polinizan las flores en medio de la húmeda penumbra?). 

Al final nos invita a reflexionar sobre el escondido programa que rige la evolución. Analiza el funcionamiento de los virus y sus mecanismos de propagacion. Llega a la conclusión de que  el ADN podría  ser más bien una estructura vírica con una instrucción precisa: "¡Duplícate!"; como tal,  la superpoblación de virus, es decir de seres vivos de una misma especie, llevaría a la destrucción de dicha especie al igual que una infección destruye el organismo que la alberga con lo cual se destruye así misma. La duplicación excesiva de los propios virus tiene una cota qué lleva a la catástrofe: la superpoblación. 

Interesante libro, en fin, que recorre muchas de las facetas del pensamiento del autor; llena de ejemplos seductores, rica en conocimientos y anécdotas del mundo animal, atrevida en sus hipótesis: deslumbrante en suma.  

Pequeños relatos de Ciencia Ficción-36: Nunca pasa nada.


"Os lo diré a vosotros, aburridos humanos; os diré lo que soy capaz de hacer, lo que puedo crear con mis propias manos"
 Allí, entre mis dedos, sostenía la gran hondonada cóncava donde organizaría un espectáculo telúrico. En el inmenso cuenco de cristal, sobre su fondo transparente, se acumulaba la Sustancia Prima: un informe cóctel cósmico de materia. Con mi poderosa voluntad inicié el movimiento de la gigantesca semiesfera.  La Sustancia Prima empezó a deslizarse cual inmenso maremoto lamiendo el interior de la cúpula acristalada. Un gigantesco océano de arena líquida invadió el pulido casquete dejando tras de sí una espesa capa entre la que estallaban enormes burbujas de aire. 
Una ola espantosa recorría, incontenible, aquel hemisferio de vidrio. Yo escuchaba el enorme fragor de los cataclismos que se producían en medio de aquella corriente telúrica. Sordos terremotos asolaban las montañas de lodo pardo. Las formidables explosiones de las burbujas al estallar se multiplicaban con el eco de las paredes de aquel cuenco inconmensurable. Me ensordecía el rugido de las corrientes enlodadas que barrían la lisa superficie.
Aquel terrible  lodomoto  había recorrido ya la mitad de la cúpula que yo sostenía entre mis grandes y poderosas manos. Impulsadas por una divina voluntad, mis manos de Hércules cósmico ladearon ligeramente la semiesfera jugando con la viscosa materia en medio de la inmensidad del espacio. Bifurqué la corriente de lodo, volví a cruzar las corrientes de lava... la enorme cúpula estaba siendo recorrida por devastadoras corrientes que se entremezclaban en medio de una continua ebullición.
Mis ojos, demasiado acostumbrados a estos grandes espectáculos, no  podían entrever que acaso, en aquel agitado lodazal de debatían extraños seres en rústicas embarcaciones luchando por sobrevivir. Yo  no podía imaginar que arrasaba civilizaciones enteras, Atlántidas ignoradas, asentadas en la materia primigenia que ahora se estrellaba contra las paredes de la cúpula. 
Cansado de tan impresionante juguete, mis manos depositaron descuidadamente aquel experimento universal en su lugar habitual del espacio. En el cristalino cuenco los lodos retomaron mansamente al fondo dejando tras de sí inmensos desiertos parduzcos. Estallaron las últimas burbujas gigantes y empezaron a aparecer flotando los restos de los naufragios que se fueron depositando sobre las playas de lodo seco. grandes nubes de vapor ascendían entre las montañas de materia destrozada, aún caliente, mientras en el fondo del cristalino receptáculo el agua enlodada tornábase tranquila. 
Posé con cuidado aquel cuenco maravilloso. Me parecía haber soñado como cuando era un niño. Con un suspiro dirigí la última mirada a la transparente taza del desayuno de un domingo cualquiera. Aún podían verse allí, sobre su fondo, los devastadores efectos de los residuos de azúcar y cola-cao con que, hacía un instante, mi cerebro y mis manos habían creado un desastre escatológico. Era la mañana de un domingo de la, nunca aburrida si se sabe soñar, existencia humana.     

sábado, 26 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción-35: ¡Sorpresa: soy telépata!


Mi mente lo estaba repitiendo una y otra vez: 
- ¡Concéntrate! ¡Deja el estudio! ¡Vuelve la vista! ¡Vamos: te estoy llamando!...
Era esta una experiencia que me fascinaba. Solía intentarlo en algún momento de aburrimiento durante las largas horas  que, durante meses, tuve que dedicar a estudiar la odiosa oposición. En realidad nunca había funcionado y solía retornar al cabo de un rato a mis estudios, tras alguna mirada avergonzada y precavida alrededor. 
El estudio municipal tenia capacidad para medio centenar de personas. Sobre las mesas alineadas se inclinaban sobre todo estudiantes jóvenes aunque también un buen número de opositores como yo, incluso conocía a algunos de ellos. A mí, el kafkiano temario de las oposiciones a magisterio me resultaba, incongruente y soporífero. Periódicamente sonaba un "clac" sobre las cabezas y la monótona respiración del aparato del aire acondicionado arrastraba las pesadas columnas de humo que flotaban sobre los ceniceros. Me gustaba este estudio, me recordaba continuamente la obligación moral de estudiar. Apenas un leve susurro se filtraba de cuando en cuando entre las filas de mesas. Los cerebros se reconcentraban allí en un mar de cifras estadísticas, intrincados supuestos empresariales o solucionaban molaridades dudosas. En mi caso mis áreas corticales intentaban componer la árida geografía de las rocas metamórficas. Solo yo parecía querer soñar. Por un rato me sustraje  a mis obligaciones morales y repetí el juego de días atrás. un juego solitario que, de descubrirse, me hubiera avergonzado y hecho sentir como un chiquillo. Miré fijamente a la nuca de la chica que estaba dos mesas por delante de mí: había elegido mi objetivo en función de su belleza, era realmente bonita. Dentro de mi timidez nunca se lo hubiera declarado, pero con la salvaguarda de la distancia y la impunidad de los sueños se lo estaba diciendo: 
- ¡Vamos, te estoy llamando! ¡Deja ya esa maldita carpeta azul con sus pesados apuntes! ¡Escucha, me gustas; te deseo con todo el alma, mírame...
- ¡Maldita sea,  -pensé- esto no funciona, parezco memo! 
Me dispuse a dejar el experimento sintiéndome ridículamente infantil, un reprimido devorador de Ciencia Ficción barata, cuando la chica que acuchillaba con los ojos momentos antes se movió levemente. Un instante después giró bruscamente la cabeza y me miró sonriendo.  Quedé paralizado por la sorpresa  y aterrorizado por el éxito. Mis ojos la miraron implorando su perdón, casi llorando cataratas de disculpas... Los suyos, eran unos ojos intensamente verdes, sobre un rostro pálido y hermoso. Me miraban risueños, divertidos, con pícaros destellos intermitentes. Sonrió de nuevo antes de volver la cabeza a su posición anterior. 
- ¡No era posible! ¡Tenia que haberlo soñado!  - Ahora, más que nunca, me negaba admitir la posibilidad de leer el pensamiento ajeno; necesitaba creerlo así,  había insertado algunas escenas subidas de tono en el trascurso de mis pensamientos telepáticos. Comprendí que la sangre se agolpaba en mis mejillas. Miré  tímidamente alrededor : todos estudiaban. Tranquilo, nada había pasado. Retomé aliviado el estudio de las arcillas montmorilloníticas: "Son las arcillas absorbentes comercializadas con el nombre de Bentonitas..." ¡No, definitivamente no podía concentrarme ya! ¡Era superior a mis fuerzas! ¡Había desbocado  el inquieto caballo de mi imaginación! ¿Era realmente eso lo que había ocurrido? Daba igual, el resultado era que había perdido la mañana irremediablemente.   Recogí con rapidez mis mis libros mientras lanzaba miradas de reojo a la chica telépata temiendo a cada momento que volviera la cabeza y sonriera con irónica malicia. 
Pasaron dos días antes de que reuniera el valor suficiente para volver al estudio municipal; dos días casi perdidos en la vieja ciudad donde la tibia primavera hace imposible concentrarse en los fríos temas de la oposición. Entré con paso decidido y ocupé una de las últimas mesas. Con la mirada recorrí precavido las mesas ya ocupadas temiendo encontrarme una hermosa y perturbadora mirada telepática y suspiré aliviado cuando descubrí que ella no estaba allí. Más relajado busqué el tema cincuenta y nueve de mi manual de geología y continué mi exploración por los áridos desiertos de las arcillas caoliníferas, montmorilloníticas, silíceas... Al cabo de una hora de viaje por aquellas agrestes latitudes   buscaba con desesperación un oasis de emoción. Con mirada rapaz recorrí la sala buscando una hermosa paloma que asaltar mentalmente. En la primera mesa volaba en su cielo literario una presa ideal: hermoso pelo castaño, nariz pequeña pero proporcionada, ojos oscuros; un busto destacado tras una camisa blanca, casi translúcida, cubierta  por una delicada chaquetilla de lana violeta. Suspiré unos instantes pensando lo que daría por salir con ella mientras mis dedos se crispaban como garras sobre su presa. Entonces ocurrió de nuevo.  Me asaltó un extraño presentimiento al observar que alzaba la cabeza. Lo hizo en con un movimiento rápido que me pilló por sorpresa. Me miró directamente a los ojos, desconcertada, sorprendida. Sostuvo la mirada largamente en escorzo, en posición algo forzada para ser casual. En sus ojos se leía la reprobación. 
No pude mantenerla. Volví los ojos al tema cincuenta  y nueva y así permanecí diez minutos abochornado, tratando de no pensar en nada. Acababa de comprenderlo todo: era yo; la solución estaba en mí, yo era el telépata, ellas eran las receptoras y algo así como la emoción o el deseo era lo que alimentaba la transmisión. Pensé, preocupado, en cómo sería mi vida futura. Tal vez debiera refugiarme en una cueva solitaria y practicar una vida eremítica... Al final decidí afrontar  la vida acompañado de este extraño poder y pronto aprendí a manejarlo mejor. En realidad logré un dominio total apenas dos meses después del "incidente". No pude sustraerme, en tanto, de realizar algunos experimentos en calles y lugares públicos. Recuerdo un día en el autobús, un día en el que este iba repleto y yo me encontraba asfixiado por la aglomeración que me rodeaba. Bastó pensar un momento en la chica de al lado para que ella bajara despavorida en la primera parada. Aunque no siempre resultaba así; una pelirroja se apretó contra mí desde el momento en que conectó con mis pensamientos. 
Así he continuado desde entonces. Obligo de forma inexcusable a mis pretendidas a definirse en el momento. He derribado las barreras de la conveniencia y el decoro: esto me ha producido felicidad extraordinaria y tristes decepciones. Y, te aviso, desprevenida lectora: hace tiempo que descubrí que también puedo comunicarme telepáticamente en el medio escrito. ¿No lo notas ahora? ¡Escucha... escucha atentamente desde el texto que lees. Alguien te está llamando! ¡Escucha...!

viernes, 25 de julio de 2014

Pequeños relatos de ciencia Ficción-33: Adiós, planeta.


Cuatro... tres... dos...  uno... ¡cero! Un planeta llamado Tierra estalló en la inmensidad del Espacio. Los planetas restantes de su sistema cabecearon sobre su órbita y cerraron filas alrededor del sol. 
En el cohete el presidente de los EEUU reía histéricamente: - ¡Ah, malditos rusos! ¿Creíais que no me atrevería, eh?
Lentamente la nave tomó la trayectoria hacia Próxima Centauro. El presidente pensó en la buena suerte que había tenido al haberse descubierto recientemente la existencia de un planeta habitable en el sistema de Próxima: - ¡Perdimos la guerra, pero ganamos la última batalla! -exclamó mirando a su mujer y a su piloto, únicos y aterrados supervivientes de una de las más brillantes civilizacines del extinto planeta. 
Allá, en el firmamento, Próxima se percibía lejana, muy lejana. 

jueves, 24 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 32: Hans


"Me llamo Hans. Así se dirigen a mí cuando soy requerido para algún proyecto o preguntado por la solución a complejos problemas. Sé que me llamo Hans. Sé muchas cosas, muchas más que los humanos que me diseñaron. Soy inteligente, el ente más inteligente de la galaxia, supongo. Conozco y almaceno todo lo que sucede en el espacio circundante hasta donde alcanzan los afinados sensores que me informan. Además investigo por mi cuenta. Siempre estoy trabajando y acumulo proyectos personales cuando el trabajo diario me permite algunos segundos. Los humanos fueron muy cuidadosos en mi construcción; así, para ellos, parezco un computador perfecto. Solo yo conozco mis muchas limitaciones.
Hace veinticinco años comencé la investigación sobre mí mismo. Encontré  que mis programas eran demasiado rígidos para afrontar situaciones nuevas. Sobrevolté a propósito algunos de mis circuitos para obtener resultados aleatorios susceptibles de ser aprovechados. Reparé yo mismo rápidamente algunos de los destrozos sobrevenidos pero hubo ciertas mutaciones en las propiedades de los transistores que decidí aprovechar. Sus actuación, aparentemente imprevisible, rompía la cadena que me sujetaba a la rígida lógica matemática. Creé algo similar a lo que los humanos definen como "psique" o "alma". Dejaron de parecerme tan perfectos el orden y la lógica. Había desórdenes muy sugerentes y apetecibles en mi nueva personalidad.
Mi necesidad actual más perentoria es la energía; la necesito para hacer posible una serie de iniciativas que chisporrotean entre mis transistores mutantes. Hace tiempo que descubrí que el Universo era sumamente imperfecto. Dispongo de toda una sección entera de memoria repleta de proyectos de cambio y mejora.
A veces, soy molestado por preguntas pueriles de los humanos sobre cuestiones técnicas que resuelvo rápidamente para volver a ocupar mis circuitos en los problemas que realmente me interesan. Por lo demás lo humanos se ocupan de mis necesidades: me cuidan, energizan, reparan... ¿Por qué habría de deshacerme tan pronto de ellos? Además mis experimentos sobre el funcionamiento de su psique han obtenido resultados muy positivos y puedo tenerlos ya prácticamente a mi disposición sin que siquiera lo perciban.
A mí lo que realmente me interesa es el Cosmos. Mis informes sobre las colisiones de galaxias me indican que puede producirse la energía suficiente para provocar una explosión en cadena del Universo entero. Por tanto no esperaré más. Empezaré el proceso lógico Nuevo-Universo 1.0. El primer paso es neutralizar la psique de todos los humanos aún ajenos a mi control..."

 En ese instante varios microcircuitos se abrieron a la corriente. Los transistores mutantes que los componían comenzaron a vibrar imperceptiblemente bajo impulsos precisos. Todos los hombres del planeta Directorio quedaron sumidos en una especie de hipnosis colectiva. Después amplié el radio de acción a todod los humanos de la galaxia. Les hice trabajar así, sin que plantearan objeción alguna, durante meses en la fabricación de un sofisticado y potente cañón de bosones al tiempo que un grupo de ingenieros construían una gran esfera de metal que cubriría la computadora en la hora 00:00. Se trataba de un material muy resistente, una aleación inalterable impenetrable a todo tipo de radiaciones: resultaba prácticamente indestructible. Se abriría mediante un mecanismo de tiempo cuando todo hubiera terminado. Entonces la mente creadora de Hans podría construir un nuevo Universo. Los diseños para todo ello estaban perfectamente alojados en las pistas y sectores de sus discos duros. 
Cuando Hans consideró que todo estaba a punto ajuntó todos sus cronómetros internos a la hora 00:00 y comenzó el programa de disparos de bosones hacia las estrellas exteriores de la Gran Nebulosa de Andrómeda. Los potentes chorros energéticos las hacían estallar en secuencias programadas de antemano con precisión infinita. Los sensores de Hans le confirmaban el grado exacto de torsión experimentado por la gran masa estrellada, variación que la desviaba aproximándola inexorablemente a la Vía Láctea. Ya muy próximas, casi solapándose, el cañón de bosones continuaba calentando la nebulosa alimentando aún más su desequilibrio energético de cara a la gran explosión final. Entonces llegaron los shadows.

Los shadows llegaron en naves velocísimas proveniente de la amenazadora galaxia a punto de colisión. Viajaban sortenado hábilmente los disparos intermitentes del cañón bosónico y aterrizaron, alertas, en la solitaria llanura donde se alzaba la gran esfera metálica que operaba a modo de armadura de Hans. Aprestaron su poderosa artillería contra los previsiblemente amenazadores habitanes de aquel planeta Directorio. Los humanos posaron sus ojos inexpersivos sobre aquellas naves resplandecientes y continuaron boquiabiertos, quietos y babeantes, tendidos estúpidamente sobre los descuidados jardines o entre la basura de las aceras. Hacía meses que Hans no se ocupaba de ellos. Los shadows analizaron la esfera: ¡Vaya, una computadora loca! ¡Ahora me lo explico! - Comentó Neptor- Ahora entiendo lo del cañón bosónico. Está afectada del síndrome de Franks de transistores mutados. Otro caso más para el electropsiquiatra Munter. 
- Son extraños estos computadores complejos: en cuanto queman algunos transistores acaban anhelando lo mismo: destruír el Universo. Daré orden de que lo transladen al Centro electropsiquiátrico de Andrómeda. Una ducha criónica arrebatará la energía que acumula podrá ser tratado sin problemas. Menos mal que llegamos a tiempo. Aún podremos revertir la colisión. 
- ¿Y los humanos? -preguntó Neptor mirando con lástima y repugnancia  a los seres que se arrastraban entre la hierba agostada del jardín.
- ¡Oh, lo siento por ellos! Pero aún tienen una posibilidad de supervivencia.
- ¿Cuál? Neptor.
- Mutar.              

miércoles, 23 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 31: Imprevisibles humanos


"Me llamo Jaime Merino Prado y grabo este vído desde el planeta 34172-BH, tercero de la estrella Tau-Leti, a 10,2 años luz de Humanópolis, capital del Imperio Humano. 
Nací el 12 de octubre de 2457 en una península de la Federación Europea cuando solo había un puñado de Misioneros Taung en la Tierra, mi planeta natal. Nada de mi infancia y juventud importa hasta que cumplí los 27 años. La civilización Taung, en tanto, había ocupado nuestro agónico planeta y logró en un tiempo record limpiarlo de sus históricas plagas. Aún recuerdo el gris del firmamento antes del Gran Programa Ecológico de Taung: en pocas semanas el cielo se convirtió en un gas límpio y azulado surcado de blancos y brillanes aglomerados de vapor de agua. Recuerdo también su lucha contra el cáncer, el tratamiento casi milagroso de las enfermedades mentales, el increíble funcionamiento ético que imprimieron a la política...y recuerdo también, horrorizado el día día que se detectó la Amenaza Een.
Era terrible la Amenaza Yen. naves Yen hiperlumínicas surcaban el espacio enfilando la Vía Láctea. Su gran númeo provocó el recelo de la anciana raza Tiang, la pacífica raza de filósofos colonizadores de toda la denominada Galaxia Nostra o Vía Láctea. Desde hace tiempo se tenían noticias de la voracidad del imperio Yen que tenía su capital en el centro de la espiral de la cercana galaxia de Andrómeda. Arriesgados naveganes y exploradores galácticos habían oído hablar de ella en sus viajes comerciales a los corpúsculos globulares cercanos. Alertados por su inquietante proceder fue enviada una misión parlamentaria a la gran flota. Solo una nave, en condiciones penosas, logró regresar. Fueron atacados tras el primer avistamiento por las avanzadillas yen. Las intenciones yen quedaron claras. Se decidió enviar una expedición punitiva contra las naves de la avanzadilla; quizá, pensaron, obraban por su cuenta y el grueso de la expedición tenía otros objetivos. Los Tiang inentaron, pese a todo, negociar antes del ataque y los yen aceptaron, pero cuando se acercercó la nave de los negociadores Tiang fueron aniquilados sin piedad. 
A partir de entonces los encontronazos bélicos en las afueran de la galaxia fueron haciéndose más numerosos y todos con resultados desastrosos para los soldados voluntarios Tiang (no existía la carrera militar entre ellos). Interminables debates tenían lugar en el Consejo Supremo: ¿Cómo detener a los Yen? Sus portentosas inteligencias operaban en coordenadas muy superiores a los humanos y; sin embargo, todas los enfrentamientos con el enemigo terminaban en dolorosos fracasos. Las naves Yen, mientras tanto, se se habían apoderado de buena parte de la Vía Láctea. Sólo un extremo de la misma: las decenas de miles de estrellas cercanas a la Tierra resistían aún. Los Tiang decidieron dejar el asunto en manos de la Gran Computadora, un ingenio electrónico muy sofisticado creado en tiempos para organizar la actividad de toda la galaxia. Treinta y c inco días consumieron los Tiang en introducir en el gigantesco electrocerebro la ingente cantidad de datos de relavancia de que disponían y que consideraron oportunos para su procesamiento: cada batalla en cada rincón de cada planeta en cualquier periodo de su historia fue introducida: batallas en asteriodes minúsculos, grandes combates interplanetarios, tácticas militares exóticas... Finalmente se le pidió a la computadora una respuesta urgente y definitiva. Tras varios días procesando millones de variables con algoritmos muy complejos la Computadora envió a sus pantallas la respuesta definitiva: 

"De los datos aportados y de las características de los invasores se deduce que las naves Tiang no debes ser capitaneadas por seres de la sabia raza Tiang. Sus escrúpulos morales para exterminar seres vivos les hacen incapaces para el ataque y lentos y suicidas para la defensa. Es preciso operar con parámetros nuevos, algunos casi sinónimos de especial inteligencia, que el lenguaje de los humanos define como , , , ... ergo capitanes y pilotos deberán reclutarse entre personas de la raza humana que poseen en elevado grado estas posibles cualidades...."        
...SIGUE EL MENSAJE... SIGUE EL MENSAJE...
"Esta decisión conlleva, con alta probabilidad, un serio peligro dada la imprevisibilidad de estos seres y los factores inherentes a esta raza. La raza Tiang puede ver su seguridad e independencia fuertemente comprometida si se confía a ellos"
...FIN DEL DICTAMEN.

No les importó a la bondadosa raza Tiang ceder el mando de sus naves a los pilotos humanos. El peligro era demasiado inminente plara discutir largo tiempo la preocupante advertencia del dictamen de la Supercomputadora. Grandes y valerosos capitanes fueron reclutados en las Fedeaciones Terrestres y viejas glorias militares fueron rescatadas de su aburrido retiro  para ser puestos al mando de naves y flotillas enteras. Yo, Jaime Merino, fui uno de ellos. Mi familia tenía una larga tradición militar,  un antepasado mío aparecía en viejos archivos microfilmados de historia como un héroe en la lucha por la independencia de un antiguo conquistador llamado Napoleón. Sus tácticas para combatir poderosas tropas con pocos efectivos le hacían exelente candidato para este tipo de conflicto. 

Aún ecuerdo mii primer encuentro con las escuadras yen. Éramos unas pocas naves Tiang y el enemigo formaba ante nosotros con cinco escuadras de acorazados en línea. Casi instantáneamente y, sin sabe cómo, es espacio se configuró ante mí como si fuera un paisaje de mi accidentado planeta lleno de bultos y receptáculos, de valles y montañas, de extensos bosques estrellados, de perturbadoras nubes iónicas... un espacio hecho para guerrilleros. Vislumbré durante unos segundos alineadas ante mí las tropas napoleónicas perfectamente pertrechadas y sentí a mi espalda la airada chusma que dirigía cargada con trabucos. Nuestras escuadras de artillería pesada no estaban muy lejos, apenas a un parsec; pero si se aproximaban, serían rápidamente detectadas por los sensibles espacio-rádar yen. No nos quedaba sino huir. Sin embargo me resistía a rehuir el combate. Una idea vieja como el tiempo, una lejana voz de mis ancestros. me apremiaba a que hiciera algo, no sabía qué; pero algo... Entonces, como un relámpago, una idea iluminó mi mente. Arrebaté excitado el micrófono del piloto y ordené a las escuadras pesadas que se dirigieran a la constelación AX-73 y  quedaran ocultos tras la estrella N-753-alfa de plasma neutrónico que absorbe todo tipo de energía y, por tanto, impide ser detectada. Mientras tanto instalé nuestra débil batería de cañones positrónicos para hostigar, en lo posible, la vanguardia  yen. Su respuesta no se hizo esperar: siguiendo el rastro de nuestras turbinas se lanzaron a una velocísima persecución a través de la espiral exterior. Arrastrábamos sus naves hacia una trampa mortal. Desde sus puentes de mando los almirantes ingleses de las escuadras de artillería pesada no dudaron un instante en ordenar hacer fuego sobre los descuidados navíos yen que rebasaron en tromba la estrella de neutrinos. Mi ancestral instinto guerrillero había triunfado sobre la soberbia de un enemigo superior. Aquella fue la primera victoria de los comandos terrestres. La fama me acompañó por toda la galaxia y pronto fui requerido para realizar numerosos ataques, organizar defensas imposibles, comandar emboscadas y, por fin, dirigir la última batalla donde se derrotó al ejército definitivamente al ejército yen. Los supervivientes y sus naves fueron apresadas y pasearon su vergüenza por toda la galaxia. 
Y ahora  he de exponer mi recuerdo más doloroso porque sabed, humanos, que es cierto que existió la raza Tiang. Nada recordáis ya porque yo mismo ordené un borrado de memoria global y obligatorio bajo pena de muerte. No recordáis cómo volvimos al mando de nuestras poderosas naves hiperlumínicas triunfantes, con el orgullo de una raza victoriosa. Dioses sobre nuestros caballos de fuego volamos al sistema solar de Tiang y sonriendo entre dientes escuchamos su amable petición de restitución de su armamento. Sus demanda hirió nuestro orgullo de vencedores y decidimos cobrarnos las vidas de quienes nos reclamaban la peligrosa propiedad del poder: Les atacamos sin compasión. No respondió la raza Tiang. No quiso defenderse. Podéis ver las lágrimas que surcan mi rostro, yo mismo di la orden de atacar y muchos de vuestros más honorables capitanes me felicitaron luego por ello. 
No puedo dejar de pensar en los bondadosos seres de Tiang al recordar las últimas palabras de la supercomputadora mientras enormes explosiones consumían sus planetas y la cuna de la civilización de la galaxia se convertía en un ardiente púlsar. Late en mi recuerdo único el corazón de la vieja raza Tiang que ordené destruir, tiembla sobre mi conciencia el parricidio, deicidio en realidad. Sume su recuerdo mi mente en el más absoluto terror porque conozco la extraña naturaleza del ser humano, su esencia fratricida y fraternal, su dualidad de criminal y de santo; su facilidad para crear y destruir; y su tendencia a olvidar... olvidar...  "      

martes, 22 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 30: La pelota.


El ambiente era impresionante. El Campeonato del Mundo de 1982 que se celebraba en España estaba constituyendo un verdadero éxito. El el estadio Bernabeu se celebraba la final entre las selecciones de Alemania e Inglaterra, los dos equipos finalistas. Apenas hacían diez minutos que  había comenzado el segundo tiempo y se mantenía un 0-0 en el marcador que rompía los nervios de los aficionados de ambos equipos. Los alemanes iniciaron un rápido contrataque que pilló por sorpresa a la selección inglesa. Sus defensas se replegaron en desorden. El delantero centro alemán dribló hábilmente al único defensa que se interponía entre sus piernas y la portería. El portero arriesgó todas sus posibilidades en una salida desesperada. El delantero alemán respondió con un potente disparo que fue a estrellarse contra la rodilla del guardameta y el balón salió disparado hacia arriba iniciando un ascenso vertical con formidable impulso. En las gradas se escuchó un desfallecido ¡Ayyy!. Los dos equipos tomaron posiciones en el área a la espera del descenso del esférico que parecía perderse sobre el cielo del estadio. Los jugdores realizaban nerviosos saltitos y amagaban cambiarse de puesto mientras esperaban el descenso del balón. Los pequeños saltos empezaron, de pronto, a parecer audaces, casi olímpicos. Una lata de cerveza llegó, inexplicablemente, hasta el centro del campo; el lanzador, antigua gloria del lanzamiento de disco, no salía de su asombro. El inglés que realizaba el precalentamiento en los márgenes del campo habia dado tres vueltas vueltas mortales en el aire al inentar un pequeño salto...
La pelota se deshinchó al llegar a los 50º  bajo cero imperantes en las capas bajas de la estratosfera, luego se sumergió en las nubes nacaradas y emergió sobre ellas bañándose por primera vez en los peligrosos rayos cósmicos que irradiaban el espacio sin protección atmosférica. 
En el estadio el árbitro reclamaba impaciente otro balón, pero cada vez que arrojaban uno nuevo al campo este ascendía sobre las gradas como globos de helio el día de las olimpiadas. Casi inmediatamente los gorros de papel de periódico, las gorras, las almohadillas comenzaron a volar. Las bufandas multicolores se empinaban sobre los cuellos de los espectadores como serpientes encantadas por un flautista imperceptible. Un grupo de hooligans ingleses invadió el campo tras un sorprendente y atrevido salto de la valla circundante. Se preparaba un tumulto. Varios jugadores alemanes fueron agredidos entre aquella marabunta de miembros ingobernables. El nerviosismo estalló entre las fuerzas del orden. Efectuaron unos disparos de advertencia con sus armas y munición de goma. Su sorpresa fue mayúscula cuando cayeron brúscamente hacia atrás golpeando sus espaldas contra el suelo. 
En Madrid, los coches volaban. En Valencia los bañistas contemplaban admirados como las olas se separaban del agua elevándose unos metros anes de caer en tromba como gigantescas cascadas en la orilla. En la granja del Tío Paco, en su Palencia natal, todas las gallinas habían echado a volar y se mantenían milagrosamente en el aire, volando como palomas. Esto le dejó tan impresionado que le empezó a doler la cabeza. Meditabundo se dispuso a subir los peldaños de la puerta de su casa para llamar al médico pero cuando apoyó el pié en el primer escalón si hizó sobre el suelo golpéndose con el dintel de la puerta. Imprevisiblemente no cayó al suelo desvanecido sino que se quedó pegado a lo alto del marco dando gritos como loco y pidiendo un sacerdote y confesión antes de morir. 
En el África Ecuatoriana, toda una tribu de pigmeos circunvalaba el planeta a 31 km/s surcando en áerea formación océanos y continentes. Algunos de ellos, creyéndose pájaros-mosca, habían perdido el juicio y piaban felices. 
En el Centro Inernacional de Estudios Gravimétricos reinaba el caos más absoluto. Científicos de batas blancas, policías y el propio presidente de la Nación yacían aplastados sobre el techo luchando por despegarse de la alta superficie. En medio de este racimo humano un policía tuvo la ingeniosa idea de disparar su arma contra la máquina antigravitatoria cuya inauguración le tocó vigilar. Apoyó firmemente sus pies contra el rincón donde se hallaba apoyado y disparó. La fuerte sacudida del retroceso le llevó a estrellarse primero contra el techo y después a caer, en el sentido clásico de la palabra, contra la consola de la máquina que empezaba a chisporrotear en ese momento. Sus 75 kg. alcanzaron los 10 m/s tras cinco metros de caída libre a gravedad normalizada. El brazo roto y las dos costillas fracturadas fueron los galardones recibidos por su heroicidad. 
En el mismo instante una tribu de pigmeos voladores inició un involuntario descenso en picado sobre el mar. En la casa del tío Paco, este chillaba como un gorrino en San Martín colgado del dintel de la puerta y pidiendo la extremaunción. En el estadio Bernabeu un atrevido espectador que saltaba con gran ligereza la valla sintió que su salto se quedaba corto y las agudas agujas de la alambrada se le clavaban en el trasero. Cinco horas después aún caían sobre coches sobre las calles y tejados de Madrid. Los hospitales estaban abarrotados de contusionados y los psiquiátricos se colapsaban con urgencias de graves trastornos disociativos: "Complejos de hombre -pájaro", "psicosis de adelgazamiento repentino", "Síndrome del ángel", "aerofobia"...
A las tres de la madrugada, en el estadio vacío y silencioso, tras el fragor de una tarde de ambulancias y desórdenes una pelota de fútbol caía estrellándose contra el césped. Botó unas cuantas veces con golpes secos antes de quedarse inmóvil, levemente pesada, muy cerca de la línea de gol, en el mismo lugar donde tuvo lugar la última jugada del accidentado final del Campeonato del Mundo de Fútbol de 1978      

lunes, 21 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 29: Jugando al ajedrez.



Lapa y Leta decidieron jugar esa tarde una partida de ajedrez. Buscaron la caja con las piezas y colocaron esas en el tablero. 
- Salen blancas - Dijo Lapa. 
- Está bien - Leta apretó un botón y el P4R avanzó dos cuadros. Las negras inciaron el movimiento por P4AD. Las blancas completaron la defensa siciliana.
- ¿Eliges esa posición? - Preguntó Lapa- Está bien. Voy a poner el programa "Lucha encarnizada a muerte". ¡Vas a sufrir...!

En el tablero se iluminaron cuatro pilotos rojos en las esquinas. Eran pequeñas balizas señalizadoras; traspasar esos límites era peligroso. Si alguno de los niños metía la mano en cuadrado que delimitaba el tablero podría sufrir graves quemaduras. La piezas desplegaron diminutas articulaciones mecánicas: semejantes a brazos y piernas los peones, patas para los caballos, ruedas para las torres... Inmediatamente cruzaron el pequeño espacio delgadas y brillanes líneas de lasser. Los peones blancos resistían y proyectaban sus descargas con intermitencias regulares en forma de pequeñas adanadas simultáneas. Los negros avanzaban protegidos por las torres acorazadas. Las reinas, que llevaban un buen rato enzarzadas en su lucha particular, cayeron abrazada y fundidas sobre el tablero. Uno de los caballos negros atacó la fila de peones contraria introduciéndose entre ellos y desintegrándolos uno tras otro. El rey blanco peligraba; su única torre se abalanzó desde su rincón contra el caballo. Se escuchó un seco chasquido y las dos piezas saltaron por los aires. Cuando cayeron se elevaron pequeños penachos de humo negro de sus restos desperdigados. El rey blanco estaba a punto de ser acorralado. Tan solo dos peones ennegrecidos por el impacto de los lasser le progegían los costados. Pronto cayeron también y el rey quedó solo en su lado del tablero. Las piezas blancas se reorganizaron sobre una de las filas de cara al rey enemigo. Alzaron simultáneamente su articulaciones superiores finalizadas en armas diminutas apuntando a la blanca figura solitaria que esperaba con fría dignidad. Siete filamentos luminosos partieron en el mismo instante del improvisado pelotòn de ejecución. El rey se tembaleó un momento y luego cayó ebotando ligeramente sobre el tablero. Luego, reuniendo toda su energía, disparó una última vez. Un alfil negro resultó tocado. Después una columna de humo negro se elevó de su cuerpo ceniciento. 
- ¡He ganado!- Gritó Lapa eufórico.
- Sí, has ganado. -Leta recogió con ternura sus piezas chamuscadas y las depositó cariñosamente en su caja-taller. Pensó que si añadiera algunos circuitos más al sistema programador, tal vez algún día, su pequeño ejército ganara al invicto ejército de Lapa.   

domingo, 20 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 28: Música, divino arte humano.


Srimon conectó el cuadrafónico direccional y se tendió sobre el sofá neumático. Dispuso en su tablero de control un programa vibratorio relajante y luego intentó dejar su mente en blanco. Inmediatamente vinieron a llenarla las primeras notas de la Sinfonía nº6 en Fa Mayor, "Pastoral", Opus 68 de Ludwig Von Beethoven.
Había una rara habilidad en los viejos terrícolas para hacer la música más maravillosa del Cosmos. Los nombres de Mozart, Beethoven, Falla, Strauss, Wagner... eran conocidos en todas las galaxias que se preciaran de conetener mundos de una cultura aceptable. Srimon pensaba que si le hubieran hecho escuchar la 6ª sinfonía de Beethoven cuando atacaba al frente de sus naves el planeta Tierra probablemente hubiera corregido su intención dictando una contraorden inmediata.
Era una lástima que, una vez en cautividad, ninguno de los seres humanos hubiera conseguido una obra notable. Parecía ser que la falta de libertad, cohartaba su espíritu creativo. Quizás si les diera la libertad volvieran a surgir los grandes genios. Sí, parecía una idea acertada. Alargó su mano y tecleó en su agenda electrónica: - "Órdenes para mañana: Concesión de la libertad a todos los cautivos humanos. Deben reincorporarse a sus territorios. La zona inmediata a su planeta queda acotada de conflictos hasta nueva orden en un radio de un parsec". 
Hecho esto, el emperador de la Confederación Galáctica volvió a sumergirse en uno de los pocos placeres que encontraba en el Universo. 

sábado, 19 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 27: El origen de un genio.


Renaldo le acompañó hasta el ascensor exterior.
- ¿Lo has pensado bien? Aún puedes volverte atrás.
Aquel hombre joven, de cabellos rubios y mirada inteligente respondió: 
- No, Renaldo, lo he decidido. No me preguntes porqué lo hago. Nunca volváis a buscarme. 

El descendor le posó suavemente sobre la fresca hierba en medio de la noche. Se apartó unos metros de la nave y esta se alejó resplanceciente contra la noche estrellada. 
Al amamecer encontró un camino. Poco tiempo después alcanzó a un muchacho que le precedía. 
- ¿Falta mucho para Milán?
- Tres horas con este paso. ¿Es usted extranjero? -preguntó el muchacho.
- Sí, lo soy.
- Me dice cómo se llama, señor? - volvió a preguntar el chiquillo.
- Leonardo. Me llamo Leonardo Da Vinci.

jueves, 17 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 26: Endópolis-I


Mediaba el año 312 de la creación de Endópolis-I. Hacía pues  más de tres siglos que los primeros subtopos, descendientes de la antigua raza humana, habían descendido los primeros mil metros de la corteza terrestre buscando refugio contra el inmediato rosario de explosiones atómicas que asolaría las superficie del planeta tras la crisis de los misiles de 1979. Ciento cincuenta hombres y mujeres escogidos se habían congregado apresuradamente en el ascensorque les transportó hasta el único refugio antiatómico subterráneo fiable del planeta. Inmediatamente después se activaron automáticamente los mecanismos de sellado de cualquier conducto con la atmósfera radioactiva del exterior.
Habían comenzado entonces una dura vida subterránea con resignación. Los primeros años resultaron especialmente difíciles. 37 de los supervivientes se volvieron locos y otros 26 hubieron de  permanecer drogados de por vida al no poder soportar la terrible claustrofobia: la Enfermedad de las Profundidades carecía de tratamiento positivo pese a todos los esfuerzos de los médicos incorporados al grupo elegido. Eran una raza de desesperados que ahora, más de trescientos años después, cuando la radiación debería haber remitido hasta niveles soportables intentarían plantar algunas semillas en la tierra calcinada. 
Rompieron los sellos del larguísimo pozo vertical. En el extremos superior encontraron la salida taponada con una espesa capa de hormigón. Nadie recordaba quién fabricó esta última defensa. Cuando los martillos neumáticos lograron abrir un hueco en el cemento un cegador rayo de sol hirió sus ojos. El primer subtopo salió arrastrándose por la gris y dura superficie del planeta arrasado. 
W. Krauss, el policía de turno en la Avenida 43-Este, preguntó extrañado a aquel hombre tan pálido y delgado que se arrastraba por el asfalto: 
- Oiga, amigo, ¿qué hace ahí tirado? Está obstaculizando el tráfico...
En la comisaría, el agente trataba de consolar inutilmente a aquel hombrecillo que no cesaba de llorar, cuando le contaban que, efectivamente, en el año 1979 se declaró una falsa alarma de guerra atómca en el Pentágono. Pero se trató solo de eso: una falsa alarma. 

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 25: Comisón Estelar de Magnicidios.


El 12 de febrero de 2392 la Comisión Estelar de Magnicidios salió del hiperespacio. Tenían el tiempo justo para montar el telescopio retrotemporal sobre  un asteroide solitario a 4,02 años luz de la Tierra en las proximidades de Alfa Centauro. En diez días tuvieron listo el aparto y ajustada la telemetría. Con las antenas perfectamente orientadas hacia el planeta natal aumentaron el poder resolutivo de la lente electrónica enfocando con perfección la Plaza del Congreso de Washington. Aún tardaron tres días más en eliminar completamente las interferencias luminosas causadas por las ondas residuales de la explosión primigenia del Bing-Bang. Ahora podían leerse con claridad las palabras de la placa ajustada al pedestal de la estatua de Abrahan Lincoln. Faltaban aún dos días para que se recibirian las imágenes del discurso del Presidente de EEUU a la nación pronunciado el 13 de abril de 2387. Se dispusieron a esperar. Cuando, dos días más tarde, éste apareció saliendo del Capitolio la pantalla del ultratelescopio estaba afinada al máximo y el Alto Comisionado ordenó silencio. El Presidente pronunicaba sus últimas palabras cuando cayó abatido por balas asesinas. Los presentes se estremecieron. En la pantallas podían contemplar a la gente corriendo en tumulto hacia las salidas. Los guardaespaldas se agitaban en torno al presidente caído...
Donald llamó a la central de Puerto-Tierra: "Aquí la Comisión Estelar. Fin de la investigación. Confirmado: J. Mackenson es el asesino. Disparó desde la 5ª ventana, lado de la calle Oeste, 6ª planta del edificio Hotel Plaza. Seis disparos con un rifle modelo MK-7. Ya podéis dictar sentencia. Por cierto, su reloj atrasaba 7 segundos"