domingo, 30 de noviembre de 2014

Catalanalgia


Tengo empacho catalán. Sufro un perforante herpes independentista. Padezco una inflacción de gases nacionalistas.  Estoy afectado de Catalanalgia aguda con Síndrome de Artur.  Tal es así que mi médico me ha prescrito seriamente dieta con ausencia de este tóxico verbal: Cataluña. "Pruebe usted con sucedáneos", me aconseja.

Así que intentaré explicarme sin consumir este nutriente tan excesivo porque mi dieta no está en absoluto equilibrada. Para  desayuno, comida y cena me despacho con noticias relacionadas con anhelos independentistas en el nordeste peninsular,  en el menú informativo patrio encuentro siempre un exceso de espetecs, cavas y butifarras.  El país cuyo totem es un  burro bulle con tanta agitación que genera más noticias que todo el resto junto.

Estoy ya muy cansado del acontecer en el área comprendida entre los  (40º- 42º) y los (0-3) OE. Se me acaba la paciencia con los descendientes de la antigua Lacetania; la educada espera, el aguante impasible, el toma y daca de querellas y consultasen el país cuya fiesta nacional parece que será en adelante el 9N. Estoy harto del monopoly autonómico, donde las normas se ignoran y el jugador de la esquina superior derecha acumula créditos sin pagar impuesto alguno.

Solo queda me queda la triste despedida, cada día más indignada. El firme y fiero adiós. Separación sí, pero con orden de alejamiento. Aquí nos quedaremos, en la vieja colmena. Hace algunos años que se acabó la rica miel y las raciones escasas soliviantan a las obreras menos acostumbradas a las privaciones. Quieren libar por su cuenta en prados desconocidos: ha nacido una nueva reina, crece la nueva enjambre. Nuestra reina no acabó a tiempo con la amenaza del príncipe, cuando era cría. Ahora es ya demasiado tarde. La colmena está dividida. Terminarán por irse. El bullicio del descontento hace irrespirable el ambiente. En el interior, mientras el grueso de las obreras intenta reflotar la economía del abejal fabricando miel;  unas cuantas, insolidarias, solo producen cera para sí, para su nuevo panal.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Oh, Capitán, mi Capitán...




¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! 

Nuestro temeroso viaje esta hecho; 

el buque tuvo que sobrevivir a cada tormenta, 

el premio que buscamos esta ganado; 

el puerto está cerca, escucho las campanas, 

todo el mundo está exultante, 

mientras siguen con sus ojos la firme quilla, 

el barco severo y desafiante:

Pero ¡Oh corazón!¡Corazón!¡Corazón!

oh, las lágrimas se tiñen de rojo,

mi Capitán está sobre la cubierta,

caído muerto y frío.


Ayer, 27 de noviembre, se celebró en España el Día del Maestro. El día de asueto que acompaña a la efemérides se trasladó por conveniencia estratégica al día de hoy, viernes, para facilitar la organización familiar y el aprovechamiento de un fin de semana más largo. Pero el día en que conmemora la vida y obra de San José de Calasanz, nuestro patrono,  fue ayer. Esta víspera hemos recordado al sacerdote aragonés que, en 1597, conmovido por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos niños romanos tras la muerte de sus padres en el desbordamiento del Tíber, fundó en la iglesia de Santa Dorotea del Trastévere la primera escuela pública, popular y gratuita de la edad moderna de Europa, la primera Escuela Pía.

Quería escribir una entrada sobre la figura del maestro. Me gustaría incidir en el particular perfil que tiene esta profesión, analizar el extraordinario paralelismo que encuentro entre el papel social de un buen maestro y un buen líder político. Siempre pensé que los maestros serían excelentes presidentes de un país en situación de crisis.

Poseen la actitud:
- Saben que su figura es importante, aunque la muchos la minimicen o infravaloren.
- Sienten que son necesarios, sobre todo para los más desfavorecidos.
- Son conscientes de que pueden cambiar el mundo desde la firmeza, la tolerancia y la paciencia. Saben que están educando la infancia del futuro.
- Tienen claro que habrán de convencer, que será necesario negociar, castigar sin daño, retener y animar, reír y llorar aun tiempo...

Y tienen la experiencia:
- Han de lidiar con todo tipo de ciudadanos.
- Trabajar con materiales precarios. Saben de economizar y recortar en presupuestos (el de Educación siempre es escaso)
- Conocen de primera mano las necesidades de los desfavorecidos y las minorías.
- Son expertos en entusiasmar a las pequeñas masas infantiles.
- Deben sobrellevar el rechazo de algunos padres.
- Han de trabajar en equipo, programar, evaluar, corregir, explicar, sugerir, colaborar, proponer... Todo el campo léxico de la ética, las relaciones sociales, del gobierno y la participación, de la formación de la personalidad cabe en su currículo.
Un maestro en su clase se convierte en el hombre orquesta, en el mago que ilusiona a la audiencia, en le pícaro que seduce, en el actor que deslumbra, en el pirata que asalta corazones para depositar en ellos tesoros de papel de plata, en el capitán de un barco que luchará contra tormentas y travesías difíciles:

¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!
Cuando el viaje haya acabado, 
cuando en el puerto la gente 
te busque para ofrecerte su agradecimiento: 
tú estarás ya muerto, 
caído y frío, agotado por la travesía.
Vivirás ya solo en el recuerdo 
de tus marineros crecidos en cubierta. 

viernes, 28 de noviembre de 2014

Periodicole


Soy maestro de rebote. Yo apunté la pelota del futuro hacia el periodismo, pero el objetivo estaba fuera del alcance del joven tirador y finalmente la pelota rebotó contra la pared de la pobreza, yendo a caer finalmente en un patio escolar. Con todo logré arrancar al destino algunos jirones de mis sueños periodísticos. En cuanto tuve ocasión me lancé a la publicación de un periódico escolar.

Al principio hube de contentarme con leer detenidamente y coleccionar números editados en los diferentes colegios a mi alcance. Luego, en cuanto pude, realicé algún curso de formación. Más tarde me ofrecí a dirigir un periódico escolar en el colegio del que publicamos tres números de calidad notable. En ocasiones, llevé la actividad editora a la clase y elaboramos algún numero monográfico en la asignatura de Ética cuyo contenido se adaptaba muy bien a este formato. Con unos cuantos años más de experiencia coordiné un curso de edición en Word para profesores, que enfocamos precisamente a la edición de un periódico escolar; a trancas y barrancas logramos elaboramos un ejemplar aceptable. Finalmente aprovechando las facilidades de edición en la red, editamos un blog con actualizaciones frecuentes y pretensiones de periódico on line. Este último con el reto añadido de ser elaborado por alumnos con necesidades educativas especiales.

De la puesta en marcha de todas estas iniciativas rescato muchos recuerdos agradables: el uso de las planchas de gelatina, las míticas "vietnamitas", el pringue de la tinta, la elaboración de los clichés de cera  mediante punzones, máquinas de escribir sin cinta o impresora de matriz de puntos... Recuerdo el olor del papel y de la tinta, el ambiente de la sala de máquinas con el run-run continuo de la multicopista, los paquetes de las hojas impresas alineados para confeccionar el ejemplar, la fila de alumnos recogiendo por orden las hojas, el grapado, la distribución... Mi cariño por este trabajo me llevó a conservar aún un ejemplar de cada número. Ahora serían piezas de un potencial museo escolar en cada centro.

Con la llegada de las nuevas tecnologías y aprovechando el rebufo de la web amateur que inicié en el centro impliqué a mis alumnos en la edición del blog-periódico. Para concretar en algo físico los ejemplares cada trimestre realizábamos una recopilación en papel de las noticias más relevantes del blog. La experiencia resultó muy interesante. Hoy en día aún pueden descargarse de internet los tres ejemplares de aquellas ediciones del año 2007.

Sin embargo no fue un camino de rosas (o sí, ¡por las espinas!). A la frágil voluntad de colaboración de los alumnos se añadía la falta de interés del resto de la comunidad escolar que apenas participó. Pese a ello, el último número lo vendimos (los anteriores se regalaban)  y con el dinero resultante nos pagamos una merienda en el burguer. Los chicos del Periodicole (así se llamaba el periódico) disfrutaron de su merecido sueldo de colaboradores. Para ellos compuse unas letrillas mostrándoles mi agradecimiento por su participación y esfuerzo:

"Ole, con ole, con ole:
los chicos de Periodicole·" 

Si no creyera en la importancia de la prensa en la vida de los ciudadanos y, por supuesto, en la escuela no escribiría estas líneas henchidas de nostalgia. Me causa pena (e indignación) el desprecio de muchas personas por la prensa seria. Muchas veces escuchamos en los bares: "Sólo tengo prensa deportiva, los periódicos no interesan" o "solo dicen mentiras"... Esa superficialidad asusta. El espíritu crítico brilla por su ausencia. Y así nos va.  

jueves, 27 de noviembre de 2014

Musas out



"A veces hay que empezar a escribir así, sin ideas precocebidas, sin rumbo fijo. Iniciaremos entonces, sin darnos cuenta, un viaje apasionante, Porque dentro de nosotros mismos hay un mundo inexplorado y aventuras increíbles por descubrir. Los viajes interiores peden ser así más espectaculares que una saga intergaláctica."

En blanco. El boli sigue entre mis dedos, apoyado sobre el dígitus medius, rodando sobre la falange medial mientras es girado entre el pollex y el índex en sentidos alternos. ¿Qué escribir? Hoy tengo las musas out.
Acudo la contenido de las noticias pero ¡no soporto profundizar ahora en esta colección de vicios y miserias! Apelo a las sensaciones que provoca la dura madrugada, al odio a la tiranía del despertador, al somnoliento viaje hasta el trabajo cada día más corto a base de recortar curvas y sincronizar incorporaciones en continuo perfeccionamiento. Repaso mentalmente el día y sus quehaceres: los momentos agradables, los retos, los fracasos anunciados, las incertidumbres... Entre el casos de las ideas hace su aparición el zumbido del tínnitus. Estaba ahí, latente, camuflado. Aparece ahora y se muestra amplificado entre la maleza de los pensamientos: caos sobre caos. Lucho por encontrar un camino entre el fragor de esta selva repleta de sonidos reales e imaginarios.
Pronto me enfrentaré a la primera clase del día; clase en casa ajena, en territorio impropio, donde se alzan a veces defensas infranqueables. Uno querría trabajar tranquilamente, con las clepsidras rotas; pero trabaja a tiempo tasado.  Constreñimos la actividad ajustándola a horarios encasillados hasta los bordes. Y tabulas también los pensamientos.

Escribo desde la mesa del rincón, en los Tres Tréboles. En la cafetería del área de servicio dos hombres se enfrentan a su café inclinando la espalda sobre la barra. Miro la televisión  que nos preside en lo alto de una esquina. Por un momento me parece que es ella quién realmente me mira a mí. Me figuro que es un ojo que nos contempla mientras nos entretiene con una sucesión de imágenes aceleradas. ¿Dónde queda la pausada contemplación? ¿La relajada percepción del lento acontecer? ¿El delicado sabor del tiempo?

Consulto nervioso mi reloj; apenas me queda tiempo. En el bar de carretera el ambiente se espabila. Las conversaciones se hacen frecuentes, la cucharillas y los platos inician la cantarina percusión que precede a los desayunos, la televisión aumenta su volumen de forma misteriosa... Son las 8:55. salgo inmediatamente para realizar el último tramo hacia el trabajo.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Entre la espalda y la pared


"Se necesita mucho tiempo para ser un genio. Usted tiene que sentarse mucho, sin hacer nada, realmente no hacer nada." 
Gertrude Stein

Un día leí esta frase de esta singular y personalísima escritora estadounidense y se me quedó grabada. Ha sido como un lema que alzo contra los hacendosos que me miran con ojos acusadores, irritados. Desde que me comprometí conmigo mismo a escribir unos cuantos libros me amparo también en esta otra frase suya:   
"Se necesita un montón de holgazanería para escribir un libro."
Así que me siento en el suelo, apoyo mi espalda contra la pared y no hago aparentemente nada. A veces cojo mi agenda y escribo. En ocasiones se me ocurren genialidades del estilo "Una rosa es una rosa es una rosa", pero nadie aprecia estas tautologías, al menos en mis círculos.

Me paso horas construyendo mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón. Paso largos ratos realizando experimentos idealizados en mi cabeza, operando con las piezas de un set de neuronas. En este laboratorio de sueños obtengo un PIB de primera potencia, pero mi renta es pobre, exigua como ayuda a dependiente.

Soy como la pequeña María de Betania, siempre escuchando palabras divinas, espirituales proyectos... Y Marta me mira, me echa ojos de ira y desprecio. Y pasa ante mí exhibiendo actividad, mostrando quehaceres infinitos.
Yo soy el indolente, el perezoso, el ausente... el que nada vale. Paso la vida entre la espalda y la pared. Quizás mi apoyo, aparentemente ocioso , soporte el peso de un edificio extraordinario.

martes, 25 de noviembre de 2014

Mancha gravitacional


Salgo a las 7:30 a.m. Media hora antes de lo acostumbrado. El objetivo es llegar con el tiempo suficiente de tomar un café. Esas horas de la mañana son las mejores para escribir. A las 8:36 En Los Tres Tréboles pido un cortado. Me siento en una mesa del rincón y abro mi agenda. Tengo una agenda de tapas verdes y acolchadas, en ella es donde bosquejo muchas veces mis entradas. Hoy escribo en la página del  9 de julio. Al estar a 19 de noviembre mi calendario de escritor va atrasado 133 días. Mi agenda encabeza siempre el día con un pensamiento; hoy toca una frase de Truman capote: "El fracaso es el conocimiento que da sabor al éxito". Pienso un instante. Concluyo,  para mí, que me espera un postre delicioso, porque el primer y segundo plato han sido decepcionantes. Sorbo el café. Está condenadamente amargo. Tienen razón los colombianos cuando dicen que lo quemamos.  Escribo con prisas unas cuantas ideas sobre "Las oposiciones" para una próxima entrada. Lo hago con una letra atroz, a propósito ilegible. En cierto modo es un seguro de privacidad. Un segundo sorbo. Al depositar la taza sin mirar ésta choca con el plato. El golpe agita el café y se desborda. Parte del líquido salta sobre mi agenda y varias gotas se esparcen centrífugas por la mesa. En la cabecera del 9 de Julio, July, Julliet, Juli; en este día Miércoles, Wednesday, Mercredi, Mirtwoch; y rodeando la máxima de Truman Capote una mancha gravitacional de café delata el crimen del descuido. Intento limpiar las huellas con servilletas. Prosigo. Escribo unas líneas y mi boli de gel agota la tinta. Pongo un recambio. Escribo un par de líneas más. Son las 8:55. Corro de nuevo al coche. Tengo el tiempo justo de entrar a trabajar.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Rémoras.


Las rémoras son pequeños pececillos que viven y viajan adheridos a otros peces mayores. Así, por ejemplo, un tiburón nodriza puede cargar durante toda su vida con varias rémoras que se fijan como ventosas a su lomo y le acompañan hasta su muerte.

En nuestro viaje por la vida también nos acompañan nuestras particulares rémoras. Pocos habrá que viajen ligeros de equipaje, casi desnudos como los hijos de la mar; como decía el poeta. Voy a hablaros de mis propias rémoras, mis personales parásitos.

Por un lado están las rémoras inanimadas e inútiles, los objetos que un día adquirimos y que finalmente no sirven para nada pero dejamos por ahí, por la pura pereza de quitarlos, de deshacernos de ellos. Algunos los veo a diario en mi hogar: la cubertería que nunca usamos, el dispensador de cerveza roto que jamás llegó a funcionar, o la llave del registro electrico que compré de hueco cuadrado cuando la necesitaba triangular... han pasado quince años y todavía la encuentro en el cestillo de la mesa de la cocina de vez en cuando.

Por otro lado, almaceno por doquier objetos potencialmente útiles pero con un costo de almacenaje tan alto que su conservación pierde sentido. Sin embargo ahí están: apilados en el garaje tengo una buena provisión de cables, tornillos, frascos, botellas, plásticos... Se hizo necesario construir un altillo para colocar todas las cajas que contienen esas rémoras útiles. No soy el único: mi mujer acumula también conservas, vajillas, ropa...

Dentro de la gigantesca ballena de los recuerdos también viajan las rémoras de tiempos pretéritos: los apuntes de la facultad, antiguos escritos, viejos libros, anticuados fetiches... Su valor sentimental justifica, quizás, su compañía. Siempre dependerá de como será mi travesía: si la travesía de la vida exige una mochila ligera, lo mejor será desprenderse de ellas.

Siempre es difícil deshacerse de las rémoras de los sentimientos. Se adhieren como lapas, se pegan como ventosas y nos arrastran al fondo. A veces hay que arrancarlas con dolor y dejan heridas...

Las rémoras del pensamiento se fijan profundamente en nuestra mente. Extirparlas exige delicadas operaciones a cargo de doctores expertos. Algunas rémoras llegan a apoderarse del puente de mando y dirigen nuestra navegación. Solo nos libramos de ellas con cirugía, con una pequeña carnicería, pero muchas veces se hace necesaria.

Quiero despojarme de mis rémoras. Despediré a mis huéspedes. Alzaré mi espalda encorvada por el peso de esta mochila llena de objetos innecesarios. Y seré ¡libre!

domingo, 23 de noviembre de 2014

Si las piedras hablaran - 10: "Ollos de Sapo"


Todos los años, hacia el mes de mayo, se celebra en muchas provincias de España el Geolodía. Esta jornada, coordinada por la Sociedad Geológica de España, pretende acercar la geología y sus profesionales. los geólogos, a todo tipo de públicos. La calidad de los profesionales que colaboran altruístamente es excelente y los destinos muy interesantes. Desde el año 2013 intento no perderme ninguna de esas jornadas. En aquel año eligieron la población de Hiendelaencina y, antes de visitar las instalaciones de su más importante mina de plata, Sana Catalina, estudiamos los terrenos de alrededor.

En una de las paradas, sentados sobre grandes placas de gneis, nos explicaban la formación de esta roca metamórfica. El su origen este gneis glandular fue una roca metamórfica, una pizarra, donde el metamorfismo continuó haciéndose aún más potente. El nombre de "Ojo de sapo", que recibe popularmente, proviene de la particular apariencia de este mineral donde los grandes cristales redondeados de feldespato, junto a la tonalidad azulada de los cuarzos, hizo a los gallegos exclamar: "¡Mirad, parecen Ollos de Sapo!".
Yo conservaba de mis tiempos de juventud una  completa y personalísima colección de minerales y fósiles. Mi pequeño tesoro geológico acabó en Torres de la Alameda. Fue una donación al colegio que, supongo, alguien habrá sabido aprovechar. Y es que cada mineral, cada fósil, encerraba dentro una pequeña historia geológica del planeta y otra pequeña historia biológica personal.

Pocos días antes había tenido que explicar a dos de mis alumnos los tipos de rocas y, con afán didáctico, hice una pequeña excursión en pleno puente de mayo y casi lloviendo al viaducto sobre el Cigüela, cerca de Palomares del Campo donde pasaba esos días, para obtener unos buenos ejemplares de yeso cristalizado (speculum para los romanos o espejuelo para los lugareños), así como algunos nódulos de sílex (la prehistoria era el siguiente tema de Ciencias Sociales). En otra excursión anterior a la Sierra Norte de Madrid llené también mi mochila con granitos, pizarras, esquistos, cuarzos... Parecía estar volviendo a la fiebre coleccionista de mi niñez.

Sentado sobre aquellas grandes lanchas de gneis granular, mi pie rozó una piedra brillante. La cogí y observé que en aquel trozo se apreciaban bastante bien algunos "ollos de sapo". La sopesé un instante mientras imaginaba la dura tortura de esta roca: las enormes presiones, la elevada temperaturas... aquella roca había sufrido mucho, tanto que prácticamente se convirtió en una gelatina ardiente y su componentes se reagruparon formando las curiosas formas de ojos que presentan hoy en día. La metí en mi mochila: el "ollo de sapo" también sería un mineral digno de figurar en la colección del cole.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Si las piedras hablaran - 11: "Los cristales de Moscú"


Cuando desguacé el viejo calefactor y abrí sus tripas sentí un olor a polvo quemado, el tufo acre de los cabellos chamuscados... Curioseé su interior: aparte del extremo de los cables, conectados al interruptor y al regulador de potencia, el "órgano principal" del aparato lo constituían unas gruesas láminas de un material brillante en torno al cual se arrollaba una larga espiral de alambre destinado a ponerse al rojo por efecto de la fuerte resistencia ofrecida al paso de la corriente eléctrica. Ese filamento incandescente debería derretir el plástico donde estaba fijado de no ser por aquellas láminas frágiles y brillantes que parecían hechas de una sustancia natural. Años después aprendí que se realizaban con mica: un mineral abundante que aparece, muchas veces, en forma laminada con cristales brillantes y translúcidos y que tiene la útil propiedad de ser un aislante térmico y eléctrico muy eficaz. Es, por ello, muy usado en la fabricación de aparatos eléctricos que requieren aislar resistencias que alcanzan elevadas temperaturas. Lo he encontrado muchas otras veces en planchas, radiadores, interruptores bimetálicos, estañadores... En medio de mis particulares desguaces me he entretenido, a veces, en separar con la uña sus delgadas capitas, consiguiendo escamas brillantes y quebradizas. He observado su excelente transparencia, su baja dureza (de 2-2,5 en la escala de Mohs, un poco más que el yeso, que es de 2) que permitía que pudiera rallarla con la uña; su flexibilidad, su brillo nacarado...

Hubo un tiempo en que la buscaba en el granito. Habíamos aprendido en el cole que éste estaba formado por cuarzo, feldespato y mica; y esperaba encontrarla en forma de diminutas escamas... Me equivocaba; el granito corriente tiene la mica en forma de escamas negras de biotica. Mi confusión con el feldespato duró muchos años. Tuvo que llegar internet para que, contrastando información aquí y allá, me aclarara el asunto. Hoy día, sé que la mica usada en el viejo secador era del tipo "Muscovita". Además me entero de que su curioso nombre "moscovita" alude a su denominación rusa: "Vídrio de Moscú", pues en esa ciudad (al igual que el yeso cristalizado, en Roma) era usado como cristal para las ventanas.
Una curiosidad óptica observada en dos láminas de mica superpuestas dio origen a un gran descubrimiento: los anillos de Newton. La historia comienza con la invención del microscopio en 1595 por el óptico holandés Zacharias Janssen. El impacto producido por este invento hizo que algunos científicos se apresuraran a construirlo personalmente aplicándole mejoras que aumentaban su capacidad. Uno de ellos fue el presidente de la Rloyal Society de Londres, Robert Hooke, que tras fabricar personalmente un instrumento muy mejorado se aplicó a observar cuanto estaba a su alcance. Los sorprendentes descubrimientos que realizó los describe en su obra "Micrographía" . Además del descubrimiento de "la célula" en una delgada lámina de corcho, se le ocurrió poner bajo su objetivo unas láminas de mica moscovita. Entonces contempló asombrado que al presionar con un punzón sobre una de ellas aparecían (a modo de ondas) unos círculos concéntricos en los que se repetían los colores del arco iris. este descubrimiento lo trasladó al famoso científico Isaac Newton que lo aprovechó para perfeccionar su teoría sobre la luz. Desde entonces se conocen como "anillos de Newton" y hoy día los vemos aparecer muy frecuentemente cuando hay dos láminas de material transparente muy juntas al aplicar a una de ellas una ligera presión.


Así que mis pequeños cristales de mica moscovita encontrados entre los granitos de la Sierra de Guadarrama, en las cercanías de Valsaín, esconden también sus particulares historias. Cuando nos son reveladas nos causan admiración. Lo que aparenta ser una vulgar piedra guarda secretos que las mentes inquietas saben desvelar. Nuestra mica bien merece un lugar en nuestra colección de minerales.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El secreto de Puente Viejo


Voy a desvelarte el secreto de Puente Viejo; lo siento, te arruinaré el suspense. Primero habrás de saber que toda esta megahistoria arranca con un resumen de medio folioa partir de un argumento de una frase: "Una mujer a la que le roban el hijo". Con tan pocos mimbres se ha tejido una una historia que llegará a 1000 episodios al menos (ya están en puertas, van por el 952 y con el mes y medio de adelanto con que se producen lo más seguro es que hayan llegado ya al millar). Aurora Guerra, la autora de la idea original, piensa que el secreto de la serie se debe a que es es "un filón inagotable de ideas al hacer que cada personaje tenga un secreto". La receta es de éxito seguro: cualquier cosa puede ocurrir pues hay una vida oculta, paralela, que se saca a relucir cuando sea preciso.

Así cocinan, según Aurora, la pócima misteriosa de su éxito: "En un principio creamos la idea, la desarrollamos primero con los argumentistas, después con los de escaleta y luego con diálogos. Cuando todo está desarrollado me llega a mi y lo edito, luego los paso a la cadena y luego a la productora para que se ruede"

Y así explica el enigma de su origen: La cadena necesitaba un producto para rellenar la sobremesa. Así que realizó un encargo con las premisas de franja horaria de primera hora de la tarde, emisión diaria, ambientación de época... Entonces, tras un brevísimo bosquejo inicial que gustó a la compañía se produjo un bloque de 65 capítulos (un trimestre de emisión) y, al gustar al público, otros 65 más... así hasta escribir toda "la Biblia" (como se llama técnicamente a esta sucesión centenaria de capítulos).

Y ahora descubrimos las claves de su continuidad: Tras un tiempo en audiencia se valoran opiniones en redes sociales y se hacen estudios de opinión. Con esos datos se orientan los futuros guiones y se reasigna protagonismo a los personajes en función de como caen al público, de cómo conectan con los espectadores... hay secundarios que pasan a principales y viceversa.

Y os desvelamos cómo se elaboran las historias: Los guionistas, un equipo de diez personas divididos en dos grupos, desarrollan la trama: los escaletistas describen las escenas y cuentan que va a suceder y los dialoguistas escriben los diálogos. Diez cocineros para elaborar un menú diario que guste a la mayoría. Hay que imaginar a este numeroso equipo sudando tinta (literal) para introducir un poco de  congruencia en una historia en la que el protagonista ha de morir porque el actor deja la serie, o cambiar drásticamente el nudo argumental al encontrarse con la desafección del público en un momento dado o intentando no suicidar la coherencia de la serie con desenlaces imposibles (lo que puede estar pasando a estas alturas).

Y, finalmente, os confiamos el auténtico secreto de Puente Viejo no: ¡No existe!. No es tal, porque no se ha escrito: será un secreto inventado cuando los espectadores, exhaustos, lo pidan a gritos o expresen su mortal aburrimiento. Entonces el sesudo equipo de guionistas trabajará horas extras para alumbrar un final truculento que disimule la insensatez de esta serie demencial. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Yo tenía un álbum



Yo tenía un álbum. En él pegaba con cariño y emoción mis  antiguas fotografías: aquellas viradas al sepia por el tiempo, las que atraparon un instante del bebé que fui, del niño dentro del que crecí. También las había de mis padres y abuelos. Incluso conservaba como valiosas rarezas algunas de mis bisabuelos. En sus páginas fui colocando mis fotos de adolescente, de juventud, de madurez. Allí encontraron lugar preferente las del noviazgo, la boda, las de la vida en común de casado... Todas tenían un elevado valor, todas rememoraban instantes inolvidables.
Pero desde hace algunos años el tiempo se detuvo en una de sus páginas. Fue a partir el día que compré mi primera cámara digital. Desde entonces empecé a dedicar apenas un segundo a preparar cada foto y tan solo unos momentos a mirarlas para luego archivarlas inmediatamente en una carpeta virtual que, al final, quedará perdida u olvidada en alguna lejana rama del árbol de directorios del PC. También es posible (ya me ha pasado) que en algún trasiego de bits su imagen se corrompa y jamás pueda volver a contemplarla. Perdidas, deterioradas o borradas en un descuido nuestras fotografías desaparecen por millares. Se destruyen a la misma velocidad que fueron creadas.

Mi viejo álbum guardaba recuerdos añejos, como envejecidos en la lenta barrica de la vida. Cada vez que realizabas una cata te sorprendía con reminiscencias recuperadas, con emociones antiguas conservadas en el tiempo. Ahora dispongo de infinidad de fotos. El vino nuevo se colecta por toneladas. Imágenes ligeras, de uso temprano, como mosto de cosecha joven. Lo bebes y, rápidamente, te olvidas.

Tomo mi móvil y visito mi galería. Ingentes cantidades de imágenes, la mayoría enviadas como chiste o gracieta y con personajes que me importan un bledo. Deslizo mi dedo buscando algo que me interese de verdad... Voy descartando fotos de tarjetitas, presentaciones, vídeos poco o nada cómicos... Paso pantalla ante fotos parecidísimas de mis conocidos sin solución de continuidad... Al final encuentro alguna que merece la pena, quizás por su belleza, acaso por su protagonista... pero no me provoca el mismo sentimiento que las fotos de mi viejo álbum. ¿Porqué será?

martes, 18 de noviembre de 2014

Soy el padre Jorge. Quiero pedirte perdón...




Abril de 2010. 
Abro el PAÍS. Una oleada de investigaciones, acusaciones, declaraciones, críticas y dimisiones se asoman a las páginas de este periódico (parcialísimo según mis hermanos Javi y Miguel; bastante imparcial, en mi criterio). Hace apenas un año que me aposté con Miguel Ángel a que los casos de pederastia eran muy numerosos entre el clero cristiano. - No más que en cualquier grupo social - me rebatía. Le invité a buscar en internet. Yo mismo lo hice. Los resultados (¡hay tanta des/in-formación!) podían dar la razón a cualquiera de los dos.

Un mes cualquiera de 2011.
Sin embargo ahora, un año después, un nuevo vendaval de noticias sobre estos casos ponen en valor mi opinión... No era necesario ser profeta extraordinario para ello. Las huellas en la memoria de un pretérito plus-cuam-perfecto  en los maristas mantienen levantadas banderas de alerta ante actitudes, personajes, sucesos... Creo en lo que dice el periódico.  Comparto sus líneas generales. Yo, mismo puedo escribir mi pequeño artículo al respecto.

Septiembre 1970
Tengo que retrasar los engranajes del tiempo hasta los catorce años. La máquina de mi personal intrahistoria se detiene en Arévalo (Avila). Llegamos en el autobús del tiempo al Juniorado de los Maristas. Un solar grande, despejado, con un íntimo bosquete de pinos y unas amigables pistas de deportes; presidido por un gran edificio de soleada fachada. En su interior un claustro acristalado luminoso y acogedor.

Llegar con 13 años a un lugar así. Todo tan desconocido. Deshacer las maletas para estar en compañía de otros 70 compañeros, adolescentes como tú. Todos tan distintos...

Y tantas cosas interesantes, bellas, excitantes... ¡Cómo no querer aprender, disfrutar, soñar...!

Y los hermanos: Ilusión y trabajo se reflejaban en ellos. Algún rasgo autoritario. Algún matiz de superioridad, de excesiva severidad... pero también alegría, juego, ánimo, enseñanza, deporte...

Y el director...  Sus gafas oscuras, su mirada terrible y acusadora cuando leía públicamente las notas, cuando dirigía la meditación o la oración... Serio, escrutador, inflexible... Todos le temíamos. Los hermanos también. Era inteligente, culto, poderoso...

Nosotros, cocteleras adolescentes, niños asustados y confusos junto a posibles depredadores infantiles... Pasamos dos años.

Nada objetivamente escandaloso pasó (que yo sepa), nunca se consumó ningún abuso (que recuerde); pero, con la perspectiva del tiempo, repasando las actas de la vida, encuentro algunos indicios, algunas sospechas que hacen pensar. Había un "no se qué" en las entrevistas con nuestro director en su cuarto  que sonaban a falso, algunos de sus intervenciones sobre mis amistades que, aparte de no entender en absoluto, no me parecían sinceras; algunos momentos que podríamos clasificar de voyerismo...

Recuerdo una función que preparábamos uno de aquellos años. Se trataba de algún tipo de exaltación nacional. El director vino a verme a mi habitación y me dijo: - Vamos a ver cómo  quedaría una cosa en la que estoy pensando: vas a aparecer envuelto en la bandera. Ven a probarte  cómo queda.  - Así que acudimos solos a una habitación y, en calzoncillos, me envolví en la bandera española. Me sentí tremendamente incómodo y avergonzado, pero no protesté. -  "Parece que estás desnudo". Me dijo tras un buen rato, demasiado para ser un simple casting... Afortunadamente no pasó de eso. O quizás deba hablar también de la invitación a una de sus reuniones con jóvenes de la localidad con los que realizaba cierto tipo de apostolado. Acudía a aquellas sesiones en coche y volvíamos solos y de noche. ¿Porqué me invitaba a acudir con él? ¿Simple formación?... No lo creo. Había motivaciones ocultas que acaso intuía pero que, a Dios gracias, no llegaron a más.

Julio 1974
Había una bonita piscina en la parte posterior del juniorado de Tuy. En el verano gallego, al mediodía, era un auténtico gozo darnos un baño después de un impetuoso partido de fútbol. Nosotros, jóvenes de 15 años, nos tirábamos en tromba, nos hacíamos aguadillas, nos buscábamos buceando bajo el agua, nos agarrábamos con fuerza, forcejeábamos con placer...  Las chicas ¡Ah, las chicas! Esos extraños seres, fascinantes pero lejanos, que veíamos en el instituto no estaban al alcance de nuestros cariño... Nosotros mismos era todo cuanto teníamos...

Un día cualquiera de 1975
En una de las asignaturas del postulantado (una de aquellas de formación religiosa que estudiábamos aparte de las duras asignaturas del COU) estábamos hablando del Beato Marcelino Champagnat. Era éste el fundador de la Congregación Marista y, como reflejaba abundantemente su biografía, era un dechado de virtudes, desde bien pequeño. Acabábamos de hacer un repaso panorámico de su vida y, no sé porqué, de repente me dí cuenta de que no hablaba "nada" de su relación con mujeres: apenas de su madre y, después, página y páginas en las que en todos los hechos, intervenciones, diálogos sólo aparecían hombre. Se me ocurrió hacer un comentario al respecto al hermano que nos instruía y, este, visiblemente molesto me replicó: - ¿Acaso están insinuando que era homosexual? El tono, el gesto, la forma de mirarme me hizo sentir profundamente sucio... Yo no pretendía decir nada de eso... ¡Simplemente había hecho una observación sobre algo que, incluso un niño pequeño, percibiría!. Empecé a pensar seriamente que quizá nuestro fundador lo fuera y, por alguna vergonzosa razón el tema debía censurarse...

18 de noviembre de 2014
Leo en PAÍS en mi tablet. Encuentro una noticia sorprendente: "El Papa fuerza la investigación a 10 curas por pederastia en Granada". El titular parece ser uno más de otros muchos que se han publicado en la prensa en los últimos años. Tras la muerte del polaco Juan Pablo II dejó de pensarse que "airear los abusos sexuales por sacerdotes solo buscaba el desprestigio de su iglesia". Su sucesor, Benedicto XVI, que guardaba en su despacho de presidente de la Congregación para la Doctrina d la Fe, innumerables dossieres reservados sobre los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, afrontó la difícil tarea de presentarse ante el mundo y decir la verdad: "Ha sido estremecedor para todos nosotros. Ha sido como el cráter de un volcán, del que de pronto salió una nube de inmundicia que todo lo ensució, de modo que el sacerdocio apareció como un lugar de vergüenza,y cada sacerdote se vio bajo sospecha de ser también así. Algunos sacerdotes han manifestado que ya no se atrevían a dar la mano a un niño, y ni hablar de hacer un campamento de verano". 
Pero lo que, de verdad, me enganchó del artículo fue la constatación de que ahora, realmente, el papa se estaba remangando en la faena de limpiar la casa. La llamada personal, familiar y humana, al joven afectado por abusos que le escribió una carta personal de cinco folios contando su drama me hace pensar que se coge el toro por los cuernos. La forma, el lenguaje.. el estilo de este Papa muestra humanidad, ternura y cercanía. Supo dar lo que una víctima así necesita: el reconocimiento y la humildad del perdón y por boca de la máxima autoridad posible en la Tierra.

NOTA: Tras leer la noticia vuelvo a un antiguo borrador (¡de hace tres años!) en el que empecé a tratar este tema. Los apuntes que tomé los transcribo ahora.  Hoy quizás mis hermanos me concedan ya que los casos de pederastia en el seno de la Iglesia son más numerosos que un simple promedio estadístico de al población general. El tiempo ha ido demostrando que las noticias publicadas en los diferentes medios tenían sólidos fundamentos. Yo que viví en su seno, sé que la sexualidad necesita ser expresada. La manera cómo lo hagamos, la forma en que impliquemos a los demás en ello, puede conducir al delito, al pecado. Si el escandalizar a uno de estos pequeñuelos provocó una de las más terribles maldiciones de Jesucristo, el ocultarlo nos hace cómplices. Limpiar la imagen de la iglesia llevará generaciones. Empecemos ya.

Se acabó el exotismo


He visto mucho. Estoy muy viajado. Conozco todos los países, he paseado por sus ciudades y su territorio, vi a sus gentes. He llegado incluso a visitar el universo... Lo hago cada día: lo veo en el cine, en la tele; lo visito sentado en mi sillón de mando, dirigiendo mi viaje con  el tablero de mandos de mi ordenador, a golpe de ratón... se acabó el exotismo.

El mundo real se copia virtualmente de modo interminable. En Internet se puede encontrar cualquier lugar, ver sus fotografías, conocer sus singularidades... se acabó el exotismo.

Ya nada nos sorprende. Todo se vuelve frívolo, caduco, pasajero y efímero. Nos vacunamos a diario contra la admiración. Nada nos cautiva ya, nada nos atrae. Caminamos por parajes extraordinarios a golpe de clic, con gesto rutinario y la mirada apagada. La contemplación pausada se minimiza, se acorta a los milisegundos. Nuestra atención se torna lábil, impaciente. Los ojos pasan de una imagen a otra en un ping pong virtual: se compartimenan ventanas, tocamos con el cursor, apenas dedicamos atención a las frases,  desechamos los textos de más de dos líneas,  leemos con líneas de acción cono en los cómics, los logos se multiplican y se superponen... La vista se aproxima, el enfoque en corto deforma nuestro cristalino, la miopía crece, el ángulo recto se apodera de la geometría... se acabó el exotismo.

Viajamos con gps, evitamos el extravío, la opción aventurera. Ya no nos perdemos por ahí, no descubrimos veredas ignoradas, no tenemos el privilegio de la equivocación y sus sorprendentes consecuencias. No ponemos atención a lo imprevisto, ya no hace falta... se acabó el exotismo.

Terminó la época de los pioneros, de los exploradores. Nos han engañado: el "explorer" no nos descubre nada: sólo vende sueños, engatusa con mundos virtuales. Nos empacha con imágenes y nos enmascara la realidad... se acabó el exotismo.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Escáner íntimo.


El gorjeo del pájaro azul: 
El diario El País publica hoy un artículo sobre la popular red de microblogs Twitter: "Los secretos del pájaro azul". En él nos recuerda que más de la mitad de la población mundial (es decir 2000 millones de personas) usan las redes sociales, de las que 1000 millones lo hacen en las redes chinas Qzone  y Sina Weibo. Después nos alerta de que, el aparente caos de los millones de mensajes constituye una decisiva fuente de información sobre hábitos, gustos y opiniones (incluso políticas) susceptibles de ser usadas para conocer nuestros secretos y de esta manera manipularnos a su antojo. Sólo en Twitter (280 millones de usuarios) sería posible conocer perfectamente nuestras opiniones políticas, nuestro  perfil económico, nuestra situación laboral, nivel de educación... (nuestras faltas de ortografía no son indiferentes, sino inferentes; nuestro horario delata nuestro posible desempleo, el uso masivo la falta de trabajo y una perniciosa acumulación de tiempo libre, etc).   Por otro lado los seguidores, retuits,  hashtag y  trending topic, son elementos de análisis suficientes para trazar un gigantesco sociograma colectivo muy útil para los especialistas en la manipulación social.

El libro de las caras: 
El mito de Narciso, la compulsiva necesidad de enseñar nuestras caras (y nuestros gustos y disgustos, nuestras vidas y las ajenas, nuestros amigos e intereses, nuestros familiares...). Nuestra cháchara virtual, tan insípida en realidad, analizada con potentes robots procesadores puede realizar un escáner íntimo más detallado que un TAC.  
A veces, cuando enlazo a mi perfil, mi ordenador me sorprende con un "cuelgue" de diez segundos, mientras tanto las minipantallas de la barra de tareas  que muestran el tráfico de datos con la red
 permanecen encendidas delatando un tráfico intenso entre mi máquina y el servidor de la red social. ¿Qué diantres está leyendo en mi PC? ¿Cuántos datos realmente necesita?

Mirando hacia afuera: 
Outlook, mi programa de correo, opera también a mis espaldas. MI codiciada libreta de direcciones es apetecida por muchas aplicaciones de redes sociales. Me lo preguntan una y otra vez: ¿Permite que accedamos a ella para aumentar sus círculos de amigos, bal, bla, bla...? En algún momento de descuido puedo dar a aceptar y...
En la página que me interesa, en el súper, en el comercio que visito... todos se empeñan en conocer mi dirección de correo electrónico. Si picamos como pardillos, pronto comprobaremos que la cuenta se nos llena de mensajes publicitarios masivos. A veces utilizamos el mismo truco que las comunidades de vecinos: habilitamos un buzón para la propaganda, para el correo basura; y creamos cuentas a propósito para acumular allí el spam y desahogar las importantes.  
Por lo que tarda en gestionar mi pequeño correo y por otras referencias he descubierto en algunas ocasiones que alguna de mis cuentas estaba infectada y enviaba automática y ocultamente mails a direcciones insospechadas o a mis contactos sin permiso ni conocimiento. No siempre mira hacia afuera como se deduce del nombre del programa: me mira a mí, conoce mis gustos y mis amigos...

Todos estos vigilantes, con la escusa de hacerme un favor, me inspeccionan, me analizan, diagnostican mi éxito, mi fracaso o mi nadería; me escanean, elaboran mi perfil, me localizan, me insinúan, me tientan... casi son como Dios, pero sin buenas intenciones.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Mis arboles del paraíso




Al tibio sol del otoño, apoyado contra la pared de mi casa, contemplo relajado los árboles de mi jardín. Son dos grandes Melias que cubren con su ramaje la totalidad de la pequeña parcela sembrada de césped. Solo Dios sabe el trabajo que me da mantener estos dos paraguas vegetales contra viento y marea, contra vecinos y pareja, contra mi espíritu perezoso... pero merecen la pena.

La Melia Azeberach, (también llamada cinamomo, agriaz, árbol santo, árbol del paraíso, lila de Persia, canelo, árbol sombrilla, árbol noble, piocha...) es un árbol de porte mediano, hoja caduca y original del sudeste asiático, al pie del Himalaya. Los antiguos romanos ya lo conocían y lo datan en la antigua Persia. Hace un siglo se extendió su cultivo por Sudáfrica y América naturalizándose con rapidez, llegando incluso a ser una especie invasora que desplazaba a las autóctonas.

Tiene una propiedades ornamentales incontestables: es muy decorativo, frondoso, con una ancha copa en forma de sombrilla, que proporciona sombra aireada y compacta. Sus hojas caducas, aserradas en el borde, tienen forma ovalada llegando a medir cinco centímetros y lucen un bonito color verde oscuro en el haz y más claro en el envés desplegándose en pecíolos imparipinnados de hasta medio metro de longitud. En primavera, cuando apenas han empezado a crecer las hojas, despliega una abundante floración con minúsculas florecillas moradas de un dulce olor. En otoño todo el andamiaje amarillea y en invierno permanecen colgados hermosos racimos con sus pequeñas bayas amarillas.

Yo me entretengo muchas veces en mirarlo. Disfruto de su fronda, me animo con el juego caleidoscópico de sus hojas y el movimiento juguetón de su ramaje. Cuelgo en una de ellas, la más horizontal de todas, un infantil columpio y sujeto en su tronco un extremo de mi hamaca. A veces he sentido el impulso pueril de hacer una caseta entre sus ramas.

Cada primavera eleva al cielo como lanzas sus ramas nuevas y cada otoño se desnuda arrojando al suelo su ropaje amarillo al acercarse la primera helada. En invierno le aseo con una fuerte poda, pues es espacio en mi pequeño jardín es limitado. A veces la poda es tan brutal que temo por su vida. Pero siempre responde, siempre despliega sus varillas nuevas para formar su paraguas de verdor.

Entre sus cualidades destacan la de su madera (entre marrón clara y roja oscura) semiblanda, elástica, homogénea, fácil de trabajar y de buena calidad. Se emplea fundamentalmente en ebanistería para la fabricación de muebles y enchapados. Tiene gran fama por ser resistente al ataque de los insectos xilófagos. La farmacopea que destila en su interior es impresionante. Contiene neurotoxinas, en especial tetranortriterpeno; y otros productos que se me alborotan e la lengua al pronunciarlos como sesquiterpenos, Alpha-Cadinol, triterpenos y flavonoides. De cada una de sus partes se obtienen destilados con variadas propiedades. A lo largo de la historia ha sido una plantas de ámplios usos, de cualidades enciclopédicas: En medicina popular se han utilizado hojas, frutos y corteza como vermífugos, ya que tienen un principio antihelmíntico y purgante.

Los frutos son tóxicos para el ser humano y otros mamíferos (0,66 g, unas 6-8 semillas de fruta, pueden matar a un mamífero adulto), aunque no para las aves. En cocimiento se han empleado como insecticidas. Parece, con todo que, preparado de forma adecuada presenta una acción benéfica contra úlceras estomacales y es cardiotónico. Se estudia posibilidades e los tratamientos anticancerígenos. Infusiones de hojas se han empleado como relajante uterino, contra dolores de estómago, fiebre y diarrea, El extracto que se obtiene por maceración de hojas y frutos tiene propiedades insecticidas que han sido investigadas para control biológico de plagas. sus infusiones insecticidas matadoras de piojos. La corteza del tallo ejerce una acción antihelmíntica, las ramas un efecto tenicida, antibiótico y antiviral, La ráiz es considerada catártica, vomitiva, tónica, estimulante y se usa contra la fiebre. Según algunas fuentes produce una acción depresora del sistema nervioso central.

En recientes investigaciones se ha comprobado que tiene un efecto inhibidor sobre la respuesta inmune celular y provoca una atenuación del rechazo del corazón alotransplantado murino. También existen referencias a que han sido utilizadas para curar con éxito casos de cáncer y leucemia ya avanzados. Es considerado abortivo.

Con respecto a sus venenosos frutos , me cuidaré de suicidarme algún día con ellos: La ingestión de una decena de sus pequeñas bayas, parecidas a garbanzos, me haría morir de una forma penosa y harto aparatosa: vómitos, diarrea, dolor abdominal, congestión pulmonar, rigidez, descoordinación y finalmente parálisis cardíaca. Además el amargor de sus frutos al solo contacto dela lengua, la haría ya inicialmente desagradable.

Otras cualidades que la hacen destacar sobre otras especies es su eficiencia imbatible en cuanto a la absorción de dióxido de carbono. En una calle de cien metros de longitud y con diez árboles plantados, la melia absorbería al día el CO2 emitido por 10.373 vehículos (cada uno libera 200 gramos por kilómetro recorrido).

Uno de los nombres en español de la Melia azedarach es árbol santo debido a que sus duras semillas solían emplearse en la confección de rosarios (en italiano se la llama precisamente "albero dei rosari" o "dei paternostri"). También, de los frutos se obtenía un gas inflamable que se usaba para el alumbrado. En algunos países, como Méjico, fue introducido en el siglo XIX, porque era el único árbol resistente a las mangas de langostas.

Los árboles de mi jardín, casi exóticos cuando los plantamos, abundan hoy en calles, plazas y paseos. Alegran la vida de los ciudadanos y atraen multitud de pájaros que acuden a dormir en ellos. Ese jaleo infantil de las pequeñas aves se superpone agradablemente al ruido del tráfico y al griterío de la calle. Para algunos es una pequeña molestia, mínimo impuesto por el gozo que proporcionan. Sus frutos caídos, a modo de rodamientos, sí pueden suponer cierto peligro a los viandantes de pies inseguros.

Yo sigo sentado, la espalda contra la pared, mientras investigo con mi tablet las muchas propiedades de mis dos árboles, aquellos que planté con mis manos hace ya diecisiete años: Han crecido tanto...

sábado, 15 de noviembre de 2014

Por el ojo de una aguja


(24) Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! (25) Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios. (26) Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: ¿Y quién podrá salvarse?…
Marcos 10:25

Siempre he desconfiado de los adinerados. Recelo de las naciones ricas, de los países de rentas altas... Bien puede ser que lo tengan ganado; pero también que lo tengan robado, bien sisado, incluso que lo hayas expoliado, despojado, desvalijado... o simplemente lo hayan defraudado al resto, a los demás. La mayoría de los ricos practican una especie de corrupción moral amparada por la ley. Al resto de adinerados sólo les justificaría poseer fortunas si estas son el instrumento necesario para ayudar al prójimo. En esto coincido plenamente con las palabras atribuidas a Jesús, en el evangelio de San Marcos. 

Me parece descubrir muchas veces un cierto papanatismo, un secuestro moral tipo Síndrome de Estocolmo, en algunas personas que admiran el estado de bienestar de los países ricos sin plantearse críticamente cómo han llegado a él, cómo lo sostienen, quién paga en realidad su elevado nivel de vida. Hacen atribuciones al origen de su riqueza que, además de ser ingenuamente falsas, añaden una actitud de menosprecio por los que son más pobres: Lo son porque se lo merecen, porque no trabajan tanto, porque no son  tan listos o no están tan preparados... Podemos ver esto desde todos los planos: a nivel internacional (valoremos los siguientes conceptos: primer-tercer mundo, inmigrantes, colonias, países PIGS...), nacional (estudiemos la cultura del pelotazo, los privilegios de los banqueros, la corrupción política...), autonómico (analicemos los estereotipos: catalanes trabajadores - andaluces vagos, vasco industrial - castellano labrador...), municipal (comparemos los barrios de Las Rozas - Vallecas...)  y personal (pensemos en las actitudes entre familiares ricos-pobres...)   


Si fuera posible me gustaría dar un paseo (con mascarilla) por las tripas de algunas sociedades. Una expedición endoscópica por sus finanzas ocultas,  sus tratados secretos, sus acuerdos reservados... Me gustaría saber a quién venden, qué o porqué lo hacen. Me encantaría desvelar los negocios de sus bancos, airear sus registros... quizás no sean tan listos ni trabajen tanto, quizás son simplemente tramposos aventajados, ladrones de guante blanco, sepulcros blanqueados, hipócritas al fin. 


Me despacho a gusto contra este tipo de depredadores monetarios porque me llega como una nausea la noticia confirmada de que el luxemburgués Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, el mismo que imponía austeridad a Grecia, Portugal, o España, el que ejecutaba a los ahorradores chipriotas o ahogaba amistosamente a De Guindos; era el mismo Jean Claude Juncker que permitía en secreto aLuxemburgo, cómo presidente del país) llegar a acuerdos fiscales con numerosas multinacionales para que estas desviarán a su países buena parte de sus beneficios a cambio de impuestos más bajos, eludiendo así sus obligaciones fiscales en otros Estados miembros de la UE o en EEUU. El  1% recibido por la pequeña y adinerada Luxemburgo nos priva del 20% de lo que nos corresponde en justicia, pero sobre todo se lleva toda la riqueza a su terreno. Su altísima renta (una de las más elevada del mundo) pisotea desde su altura las rentas agónicas de millones de ciudadanos de otros países. Y entonces pienso que habrá quien le admire y mi náusea me hace vomitar. 

jueves, 13 de noviembre de 2014

La caza del cometa


Cazar un cometa salvaje, prenderlo con el lazo de la técnica y recorrer juntos su elíptica aventura  por el espacio, eso es lo que ha conseguido la ESA mediante su misión espacial con la sonda Rosetta y su pequeño módulo Philae.

A pesar de la pavorosa distancia, del camino sinuoso, del largo viaje dormido a través de la helada oscuridad donde habita la nada... el pequeño Philae ha logrado montar el gigantesco corcel Patito de Goma. Frágil en su suelo, sin crines a las que sujetarse, grita con alegría a su madre, la nave nodriza Rossetta: "He llegado. Estoy vivo, pero un poco magullado". Más adelante, cuando recupera el aliento le informa: "Tengo mucho frío, apenas me llega el sol" y, después de examinarse las heridas concluye: "Choqué con el cometa y salté por los aires... reboté varias veces... ahora estoy reposando, tendido junto a un terraplén".

A través del lento telégrafo de las praderas espaciales, la madre informa de los avatares de su pupilo. Desde su mundo lejano, los médicos de las máquinas le aconsejarán las medidas más apropiadas para su salud. Pero también respirarán aliviados: el pequeño viajero ha logrado llegar vivo a su destino. Ahora explorará con sus manitas la materia primigenia del suelo que le rodea. Sus límpidos ojos infantiles registrarán la abrupta imagen del caos y la desolación. Sus oídos escucharán el canto del cometa, la extraña canción del viento gélido que le acompaña. Con sus diminutos sentidos conocerá las propiedades del veloz corcel sideral.

- ¡Peso menos que un globo, mamá!, - exclama el insignificante Phileas, advirtiendo preocupado que cualquier ráfaga de viento le arrancará de la superficie. Quizás el cometa se encabrite cegado por el sol y sacuda su piel expulsándole de su lomo. Pero su madre le tranquiliza: - ¡No te preocupes, hijo, tú cumple tu misión lo mejor que puedas! 

Antes de dormirse sobre su helada superficie tres días después, el pequeño Phileas casi a la pata coja,  hará sus deberes: leerá la estructura de las rocas, percibirá la fluctuación de los campos magnéticos a su alrededor, iluminará con su pequeña linterna las rocas y dibujará preciosas postales espectométricas, sintonizará la emisión de radio de las ondas del interior del planeta... y se esforzará por presentar sus deberes puntualmente a su madre, mientras le queden fuerzas, antes de quedar profundamente dormido en su cuna de hielo...

Su mamá Rosetta velará su sueño durante meses, vigilará desde lo alto la cuna de su pequeño de diez años que dormirá largamente intentando reponer su fuerzas. Algún día un rayo de sol besará su frente, entonces despertará. Recibirá el saludo cariñoso de su madre desde la altura de su órbita y se preparará para cabalgar entre las crines desplegadas del agitado corcel. Un fuego abrasador sublimará el hielo bajo sus pies. Quizás consiga sujetarse y contemplar maravillas que jamás nadie vio, quizás alcance años después a vislumbrar la esferas gigantes de Júpiter, los anillos dorados del desposado Saturno... o quizás se convierta en un brillante broche en la cabellera de un cometa acariciado por el sol.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

“No es un colegio” ¡Pero ojalá lo fuera!


Hay veces en que uno escucha ciertas declaraciones de nuestros políticos y pega un brinco de indignación. En este caso, al volante de mi utilitario camino de mi actividad escolar, al escuchar las declaraciones del portavoz del PP en esl Congreso, el Señor Alonso Alonso;  tuve que apretar  el culo contra el asiento y crispar las manos sobre el volante: lo que oía estaba haciendo saltar todas mis alarmas antiestupidez y en algún lugar de la "amigdala" cerebral se emitían agresivas señales de respuesta. Con el argumento de que “esto no es un colegio y los parlamentarios son mayores de edad”, El señor Alonso,  rechazó ayer la posibilidad de controlar los viajes de los diputados y los senadores pagados con dinero público.

En la actualidad, los parlamentarios no tienen que justificar ninguno de sus desplazamientos y reciben el importe de sus trayectos en avión, tren y barco. Tampoco tienen que explicar si son viajes privados o desplazamientos desde sus circunscripciones o para realizar labores políticas. Además, no dan cuenta del importe de los desplazamientos, ni informan sobre los viajes que realiza cada uno. Según la Mesa del Congreso, son datos reservados y así lo han sido desde 1978 y por eso se rechazan todas las peticiones de información.

La publicación de que el actual presidente de Extremadura, José Antonio Monago, realizó 32 viajes privados a cargo del Senado ha avivado la polémica y llevado a varios grupos a plantear la iniciativa de que se justifiquen los viajes y, si no se hiciera, se descuenten de su nómina. La justificación del portavoz del PP para oponerse, que escucho en la radio, me indigna y llena de cólera. Me encoleriza el mensaje; pero también por el ejemplo escogido para argumentarlo.
De esta manera, el portavoz del PP en el Congreso, ha expresado su confianza en la responsabilidad de los propios diputados: “Esto no es un colegio y los parlamentarios son mayores de edad”. 
Me pregunto: ¿Es que acaso en los colegios las personas son más irresponsables que nuestros señores diputados? ¿Los niños no tienen sus responsabilidades? ¿No han de controlar sus cartillas? ¿No deben administrar sus propinas? ¿Tienen dinero a discreción sin ser controlados? O acaso se refiere a los maestros y entonces: ¿Se debe controlar solo a los profesores en sus gastos de folios y lápices porque ellos, no son adultos responsables? ¿Acaso deben justificarlos solo ellos por la magnitud de su gasto en tizas?

  • El Congreso no es un colegio... ¡Ojalá lo fuera! Empezaríamos por unas cuantas clases de economía doméstica. 

"Lo lógico y normal es que esa posibilidad, que parece inherente a la función, se ejerza con responsabilidad", ha exclamado también Alonso. O sea: Nos sobran todos los inspectores de Hacienda: "to er mundo es bueno". Incluso Princesas, Yernos reales, tesoreros del PP, Presidentes autonómicos, Molts Honorables...

  • El Congreso no es un colegio... ¡Ojalá lo fuera! Podríamos solucionar rápidamente los casos de hurto con alguna medida disciplinaria rápida y efectiva. 
El portavoz popular ha apelado también a la libertad de acción política que deben tener los diputados, que no tendrían que verse sometidos a una "fiscalización de su trabajo". ¿Quiere esto decir que están libres de tributar al fisco por su rendimiento, por sus gastos? Porque nadie se refiere a sus ideas o su labor parlamentaria... 

  • El Congreso no es un colegio, no... ¡Ojalá lo fuera! Así alguien llevaría control de los deberes de sus señorías, apuntaría a quienes faltaran a clase y pondría la nota correspondiente.

“Yo no pienso ejercer de controlador de la labor de los diputados”. Manifestó también este martes el Presidente del Congreso, Jesús Posada, con respecto al control de los viajes de los parlamentarios por parte del Congreso como institución.

  • El congreso no es un colegio, señor Presidente; ¡Ojalá lo fuera! Y no se trata de controlar "sus deberes" sino sus gastos ¿O es que Hacienda ya no somos todos?

Posada también defiende que "un diputado nacional pueda moverse por España con total libertad". ¿Pero es que pedir recibos y hacer las cuentas impide moverse por España "con total libertad"? ¿Acaso se pide poner cepos en los coches? ¿Vigilar con GPS?, ¿Instalar cámaras de seguridad? ¿Contratar espías para seguimientos?...

  • El Congreso no es un colegio, no... ¡Ojalá lo fuera! Habría algún profesor vigilando los recreos de sus señorías para evitar el mal uso de las instalaciones y los recursos de todos.  

Nuestras señorías me recuerdan aquella cartilla de la mili, "la blanca" la llamábamos, en la que al acabar el servicio y tener que rellenar el apartado del valor el secretario escribía: "se le supone". !Pues no, señor, no se da nada por supuesto¡. Todos conocemos la frase "El poder corrompe". No olvidemos pasar revisión médica de moral periódicamente. 

Declara pomposamente nuestra Constitución en el artículo 14: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". ¿Por qué, entonces, nuestros parlamentarios se han de librar de rendir cuentas en lo económico como cualquier españolito?  (En el momento en que voy conduciendo me sublevo aún más al conocer que sus señorías reciben 0.25 euros de dietas por kilómetro recorrido en su coche particular mientras yo tan sólo 0.19 en mis viajes de trabajo. ¿Acaso me dan a mí la gasolina más barata que a sus señorías en la gasolinera?)

Ni se atenta a la dignidad, ni se fiscaliza, ni se llama irresponsable a un diputado por pedirle que justifique documentalmente sus gastos oficiales ¡Millones de españoles lo hacemos!. Ejemplos de personas tan honorables (o más) que ellos tenemos en el mundo: Las humildes y conocidas posesiones y gastos de José Mújica, presidente de Uruguay; los viajes en metro del Papa Francisco en Buenos Aires en su etapa de obispo; el sueldo reducido a un tercio, el uso de la clase turista y las comidas de bocatas en las cafeterías de Bruselas de los eurodiputados de Podemos...

Mi amígdala me pide despedir esta entrada imitando a Quevedo que retrató a la propia reina Isabel de Borbón con un ingenioso calambur.  Yo también le retrato, señor Alonso:

"El control de senadores
señor Alonso, Alonso,
es tupido y alevoso:
ponga ya controladores" 

Si las piedras hablaran -11: "La Peña de los 20 duros"

Peña de los 20 duros (en una cresta montañosa próxima a Navalguijo)

El granito está en el origen de la tierra que pisamos. Él forma el grueso de los cimientos de los continentes. Esta roca plutónica, constituida esencialmente por cuarzo, feldespato y mica, es la roca más abundante de la corteza continental. Se produjo al solidificarse lentamente y a muy alta presión el magma silíceo proveniente del manto terrestre (o de materiales sedimentarios profundos sobrecalentados y derretidos). Hoy aflora en gran parte de nuestras montañas peninsulares.

Conozco personalmente tres parajes graníticos singulares entre los que se desarrollan algunos capítulos de mi biografía. El primero, en plena adolescencia, fue el macizo Galáico Leonés. Éste se formó hace mucho tiempo (el paleozóico) y ha sido fuertemente erosionado durante eones aunque sufrió algún plegamiento en la orogenia alpina. Pero, aparte de estas explicaciones técnicas, lo que yo recuerdo de él son las rocas del monte Aloya (Tui) donde subíamos de excursión: rocas viejas, verdinegras por la acción de los musgos y las algas; desgastadas y semienterradas por la hierba, lamidas incontables veces por la lluvia gallega, rodeadas de vegetación...
Otro  paisaje granítico, que conocí en plena juventud, fue el Sistema Central. Lo visité con mi profe de Geología, El Plasti, que nos acercó a La Cabrera y a la laguna de Peñalara. La verdad es que de aquella excursión recuerdo más la bella topografía adolescente de mis compañeras de clase que la geología serrana. Después me acerqué a él, con el vulcanismo hormonal apagado de la madurez, y lo descubrí por mi cuenta en muchas excursiones por la Sierra de Guadarrama. La Senda Smith, Siete Picos, La Calzada Romana... fueron la figurada mesa de minerales graníticos que utilicé para su estudio in situ. Por último citaré el lugar más impactante, el que produjo un golpe mineral más certero en mi infancia: El Macizo de Gredos.

Esta  prolongación del Sistema Central se extiende al OE de Madrid y entra en la provincia de Ávila. Existe allí un pueblecito encantador, Navalguijo, que fue base de nuestros campamentos infantiles desde el año 1968 a 1975. Allí el contacto con este duro mineral se hizo íntimo. Acampábamos en sus valles, a orillas de un río cristalino que se alimentaba de chorreras heladas y neveros, con un agua prístina. Estábamos rodeados por altas montañas, murallas graníticas de un gris poderoso e incluso amenazador (quién no haya pasado una noche al raso en medio de tormenta plagada de rayos y truenos entre estos gigantes pétreos no conoce realmente lo que es el terror). Nos bañábamos en pozas escavadas por el agua en las rocas. Pescábamos truchas con nuestras propias manos entre las piedras del río. Hacíamos excitantes carreras saltando peligrosamente entre los grandes cantos rodados del cauce... Solíamos terminar aquellas excitantes actividades haciendo un chocolate exquisito en grandes latas de conserva vacías utilizando el mismo agua de la corriente y rallando aquellas pastillas de La Trapa tan ricas... Y, sobre todo, recorríamos los valles y montañas en agotadoras marchas que nos entrenaban en la dureza, pero que nos hacían gozar el cielo de los escaladores, del paraíso de los senderistas.

Poco a poco, imperceptiblemente, creció mi amor por estas  piedras, desapercibidas por lo comunes; pero de cualidades excepcionales. La dureza del granito, por ejemplo, es extraordinaria. Posee cuarzo, mineral durísimo (7 en la escala de Mohs). Mica, normalmente biotita de color negro brillante y feldespato que amalgama los anteriores y de color blanco o rosado generalmente. Esta roca, que los arquitectos llaman berroqueña, posee unas propiedades óptimas para la construcción: gran dureza, resistencia a los golpes y los roces, mejor soporte de la presión que el hormigón, no absorbe agua,  admite el tallado... por eso, los mejores edificios conservados de la antigüedad están hechos de granito, destacando las pirámides de Egipto. Lo único realmente difícil para los antiguos canteros era su pulido, pues existen pocos minerales más duros que el cuarzo que se pudieran emplear como lija. Los egipcios fueron maestros en su manejo: tenían grandes canteras y utilizaban técnicas muy ingeniosas para cortarlo (entonces no existía el hilo de diamante para hacerlo, como ahora): encendían fogatas alineadas en el lugar deseado y, tras calentar intensamente la línea de los fuegos las apagaban de golpe con agua fría. Entonces ocurría algo asombroso: se escuchaba un fuerte crujido y la piedra se partía limpiamente a lo largo de la fila de hogueras.  De esta manera cortaron obeliscos de hasta 32 metros o más.

En Navalguijo, enclavado entre montañas macizas de este mineral descubrimos auténticas maravillas minerales como perfectos prismas exagonales de cuarzo cristalizado, hermosos cristales de biotita, incluso galena argentífera en una mina abandonada que se explotó durante la Segunda Guerra Mundial. De la dura aspereza de su textura dan fe las sangrantes patitas del perro del capellán del campamento al que hubo que calzar unas "botitas" hechas con bolsitas de cuero. A veces, coronando las crestas montañosas divisábamos intrigantes "piedras caballeras" en posición inestable, dando la impresión de echarse a rodar en cualquier momento. Estos bolos de granito se habían formado por la erosión diferencial de sus elementos (siendo la parte inferior la que antes se desgastó) y están redondeadas debido al azote de los agentes erosivos (lluvia y viento). La más famosa de todas era la mítica "Peña de los 20 duros" que se recortaba contra el cielo en la cresta de la pared rocosa del valle. Una leyenda corría de boca en boca sobre el curioso nombre de aquella enorme roca granítica. Se decía que dos jóvenes acamados habían hecho una apuesta: se trataba de que uno de ellos debía subir hasta la peña y bajar en menos de 30 minutos. Se cruzaron apuestas y se cronometró la ascensión. El temerario joven consiguió acabar esta carrera de montaña (hoy es un duro deporte oficialmente reconocido) en el tiempo previsto y ganó la apuesta: 20 duros (100 de las antiguas pesetas). Desde entonces la roca quedó bautizada con ese nombre.

Yo, saco esto a colación,  porque en una de mis visitas senderistas a la Sierra de Guadarrama y, muy próximo a La Granja, siguiendo el camino que acompaña al curso del Eresma desde Valsaín, encontré este trozo de granito rosa que os presento. No es el grantio gris de mis historias (en el interior peninsular el granito de este color es mucho más raro); pero sirve para remover los recuerdos y hablaros de este interesante mineral que nos rodea por todas partes y que, a la larga, ha producido el suelo que nos sustenta bajo los pies.


martes, 11 de noviembre de 2014

Si las piedras hablaran - 9: Un viejo tren del oeste


El joven foragido cubrió la parte inferior de la cara con un pañuelo. Después abrió de una patada la puerta del vagón de viajeros. Los pasajeros alzaron la vista asombrados:
- ¡Esto es un atraco! ¡Manos arriba!
Luego, al ver la cara de asombro del pasaje, se echó a reír.

Se quitó el pañuelo y, con un guiño travieso pidió disculpas a la media docena de personas que ocupaban los bancos de madera.
-¡Lo siento: Es que no pude resistirlo:  parece un tren del oeste...!

El joven, de unos 17 años, formaba parte de un grupo scout que recién embarcado en Espinosa de los monteros se dirigía hasta la laguna de Arija (Pantano del Ebro) para iniciar allí un campamento volante que marcharía a pie río abajo hasta el precioso pueblo burgalés de Orbaneja del Castillo. El Alto Ebro es uno de los parajes más bellos y singulares de nuestra geografía y en aquella época, 1980, era aún un gran desconocido para el turismo de masas que nos asola. Los compañeros del "forajido" estaban de buen humor. Aquellos diez días solos, a sus anchas, sin la presencia de adultos y con el aliciente de viajar en plena naturaleza siguiendo el curso de un río enbravecido era muy estimulante. Eran jóvenes y eran felices: ellos, inquietos y fogosos; ellas,  risueñas y hermosas.

El campamento resultó una experiencia maravillosa, pero es aquel tren el que vuelve ahora a mi memoria. Aquel viejo tren de vía estrecha recorría la cornisa cantábrica desde La Robla (León) hasta Bilbao. El objetivo de aquella línea fue inicialmente acercar la importante producción carbonífera de las cuencas mineras leonesa y palentina a su consumo en los altos hornos de la poderosa industria siderúrgica de Vizcaya, sin embargo en aquellos años se empleaba ya casi exclusivamente para el transporte de pasajeros. Su primer tramo fue inaugurado en 1854 y su recorrido se fue ampliando hasta 1972 en que entró en quiebra y la empresa pública FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha) se hizo cargo de la línea. Bajo su gestión la situación empeoró aún mas. En 1991 cesó su utilización para el tráfico de pasajeros. En 2003, finalmente, se reanudaron distintos servicios entre León y Bilbao. Su recorrido atraviesa las provincias de León, Palencia, Cantabria, Burgos y Vizcaya; y debido a su influencia económica y social a lo largo de más de un siglo es considerado uno de los ferrocarriles más emblemáticos de España. Hay que destacar que hasta 1955 aún funcionaba con locomotoras de vapor y que para 1980, año de nuestra aventura, utilizaba locomotoras con motores diesel que recorrían, con pausado run-run y velocidad de trotecillo de caballo, la accidentada geografía del norte peninsular. Entre las curiosidades de este ferrocarril está que en él se inventó la "olla ferroviaria": guiso ideado por antiguos maquinistas y fogoneros que, aprovechando el calor de la caldera vapor de la locomotora, se cocía en una olla especialmente diseñada. Potajes de garbanzos, patatas con carne de ternera de Mataporquera o potaje de alubias de Valmaseda eran las especialidades del menú del tren que aún hoy se sirven en restaurantes de su recorrido.

Los tiempos cambiaron y las viejas vías, por años abandonadas, sirvieron para poner a prueba un invento diseñado por los lugareños: "El ciclorraíl" que aprovechaba antiguas plataformas rodantes de mantenimiento modificadas para adaptar unas bicis a rodillos y circular sobre las vías como si de vagones autopropulsados se tratase. El invento captó la atención del mundo mundial.

Aquel viejo tren minero que nos llevaba al pantano del Ebro tenía los bancos de madera y traqueteaba como los auténticos convoyes de la Union Pacific. Veinte años más tarde,  en la película "A galope tendido" Sancho Gracia recrearía ese ambientesobre este mismo trazado ferroviario.

Pasaron treinta y cuatro años desde nuestro viaje. El ferrocarril de la Robla es hoy en día un ferrocarril turístico que aprovecha un recorrido lleno de historia e interés medioambiental. A su paso por Santibañez de la Peña, Guardo, y el norte de León no carga ya sus vagones de carbón: las minas están abandonadas y hace tiempo que los altos hornos de Bilbao se apagaron por falta de hierro. A veces, eso sí,  lleva algunas cargas a la central térmica de Velilla, cerca de Guardo.

Ese ferrocarril de mi niñez (jugué muchas veces en Santibáñez de la Peña, cerca de sus vías) asienta sus negras traviesas sobre la piedra blanca triturada que forma el balastro. El ancho de vía es de 1 metro de trocha y el tren no puede circular a gran velocidad pues descarrilaría.  Es por esas vías, cerca de la población de Pisones, poco antes de la Estación de Santibáñez, que mi hermano Luis realizaba una ruta senderista este verano.  Sabedor de que pasaría por los parejas mineros de la montaña palentina le pedí que me trajera algún mineral interesante que encontrara por el camino. Mientras caminaba junto a las vías distinguió una piedra negra que destacaba entre el blanco del balastro. Le piedra era curiosa: parecía carbón, pero no tiznaba. Tenía un aspecto reluciente, casi plástico. Evidentemente se trataba de una variedad de carbón ¿Pero cúal?

Cuando me lo entregó, busqué durante varias horas en internet. Quería clasificar correctamente el mineral. Podría tratarse de lignito por su textura, incluso me hizo pensar en el azabache, pero lo descarté porque su brillo no llegaba ser tan intenso. La hulla, con sus componentes bituminosos no parecía tampoco  adecuada. ¿Sería antracita? Si así fuera sería la variedad de carbón más calorífica con más de un 85% de carbono, ardería con dificultad y no tiznaría. Me dispuse a comprobarlo. Tomé un trocito con los alicates y lo acerqué a la llama de uno de los fogones de la cocina de gas. El negro pedacito tardó un poco en ponerse incandescente. Cumpliendo las expectativas apenas produjo humo y la llama era mínima. Pero lo que más llamó mi atención fue su dureza y la capacidad de escribir sobre un papel como si fuera un lápiz. Aplicando uno de sus vértices sobre el papel pude escribir una frase entera con nitidez y un color gris claro (como un lápiz de dureza 3 ó 4). ¿Acaso esta antracita había llegado al estado más puro de grafito?

Así que el mineral que incorporo a la colección del cole tiene también su historia. Posiblemente fuera una trozo de antracita destinado a alimentar los altos hornos de Bilbao, donde se fundía el hierro con carbón asturiano, leonés o palentino. Haría muchos años que cayó de su vagón quedando sobre las piedras blancas del balastro hasta que un caminante, precisamente mi hermano, lo recogió para dárselo al pesado del hermano mayor que le hizo cargar con el pedrusco en su mochila durante un par de días. Y ahora que lo tienes delante y has leído este artículo quizás hayas aprendido algo de viejos trenes del oeste circulando por el norte de España, de aventuras adolescentes y de las variedades de los carbones. ¿No es apasionante lo que puede enseñar un simple pedrusco?