jueves, 31 de diciembre de 2015

Las 12 uvas


Ante las uvas me veis
ya suenan las campanadas
Tengo una uva arrancada
que trago sin que miréis
que me atraganto diciendo:
¡Viva el 2016!

Con la segunda sonando
pellizco otra verde fruta;
una tercera está en ruta
Cuando está el "tan" acabando
Y quién no va espabilando
se queda en "hijo de p..."

Para la cuarta ya tengo
tres en fila cuesta abajo
la cuarta busca un atajo
y en la nariz la retengo.
Yo toso a pleno pulmón;
sobrevivo a la cuestión.

La quinta va con retraso.
Suena la sexta en la torre:
aquí el que no vuela corre
que unos hacen el payaso
otros el bruto, y si acaso,
llegan hasta el despiporre.

Voy por la siete, ¿Cuál suena?
la cuenta he perdido ya
quizá por casualidad
será la octava o novena:
Cogeré de par en par
para acabar la faena.

Ocho y nueve ya entran juntas
como canicas al gua.
Y empujan a las demás 
al pozo sin más preguntas.
Ya son nueve la difuntas
voy por otra a sentenciar.

Más cesan las campanadas.
Salta el tapón del champan
y yo con cara embobada 
espero que suene otro "tan".
Como siempre llegué tarde
a uvas y a lo demás. 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Carta para ti en mi cumpleaños.


En el día de mi santo quiero publicar esta carta. Mi santo nunca se celebra, una fiesta intrusa se apropia de mi celebración. Es lógico, pues no puedo competir con el cumpleaños de un Dios. Mi pequeña onomástica, mi sencilla fiesta y mis felicitaciones resultan eclipsadas por la magnitud de este aniversario. Uno llega a acostumbrarse a que nadie tome en serio su santo (nadie, aparte de Dios mismo, ha sido santo con ese nombre que durante siglos resultaba blasfemo como elección en cualquier bautizo). Así que no tengo ningún santo bajo cuya advocación protegerme, excepto el hijo de Dios mismo, que seguramente estará muy ocupado intentando resolver los múltiples problemas que surgen como setas en su querida creación. Por eso, al menos, me gustaría que se celebrase su cumpleaños. Pero es que tampoco. El homenajeado, que cumplirá hoy 2016 años, también es sistemáticamente olvidado año tras año.Os invito a leer este sentido reproche a la humanidad.   


Como sabrás nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños, todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que este año sucederá lo mismo. En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en el radio, en la televisión y por todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que falta para que llegue el día.

La verdad, es agradable saber, que al menos, un día al año algunas personas piensan un poco en mí. Como tú sabes, hace muchos años que comenzaron a festejar mi cumpleaños, al principio parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día nadie sabe para qué lo celebran.

La gente se reúne y se divierte mucho pero no saben de qué se trata. Recuerdo los años pasados, al llegar el día de mi cumpleaños hicieron grandes fiestas en mi honor. Pero ¿sabes una cosa?  no tuvieron la delicadeza de invitarme. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron; la fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta. ¡Y yo quería compartir la mesa con ellos!

La verdad no me sorprendió, porque en los últimos años todos me cierran las puertas. Como no me invitaron, se me ocurrió entrar sin hacer ruido, entré y me quedé en un rincón. Estaban todos bebiendo, había algunos borrachos contando chistes, carcajeándose. La estaban pasando en grande, para colmo llego un viejo gordo, vestido de rojo, de barba blanca y gritando: "JO, JO, JO", parecía que había bebido de más, se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él, diciendo "SANTA CLAUS".

¿SANTA CLAUS? ¡Como si la fiesta fuera en su honor! Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse, yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara. ¿Y sabes? Nadie me abrazó. Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.

Tal vez crean que yo nunca lloro, pero esa noche lloré, me sentía destruido, como un ser abandonado, triste y olvidado. A veces encuentro consuelo en algunas familias que tienen un gesto amable conmigo. En sus casas colocan pequeños nacimientos donde los niños son felices representando mi natividad. Pero ¿sabias que hay países en que sé esta prohibiendo poner nacimientos? Hasta lo consideran ilegal. ¡A donde ira a parar este mundo!
Otra cosa que me asombra es que el día de mi cumpleaños en lugar de hacerme regalos a mí, se regalan unos a otros. ¿Tú que sentirías si el día de tu cumpleaños, se hicieran regalos unos a otros y a ti no te regalaran nada?. Cada año que pasa es peor, la gente sólo piensa en las compras y los regalos, y de mí ni se acuerdan. 
Yo no quiero ni necesito tus regalos, pero te pido tu recuerdo: ya ves que presente más barato. Para los que creéis en mí os pido ser consecuentes con vuestra fe y para los que no, os pido que no me utilicéis como pretexto. 
Es un deseo que espero podáis cumplir.
Gracias.

Fdo:  Jesús (Tu Dios)

lunes, 14 de diciembre de 2015

Manual de entradas en un blog popular


Si quieres tener un blog popular; si deseas que tus entradas sean "presuntamente" leídas por muchos seguidores; si te pone que el contador de visitas se dispare diariamente; si consideras imprescindible que la lista de tus seguidores bata records a diario, si buscas dar satisfacción a tu ego creador...

Haz entradas cortas, tipo tapa, con elementos vistosos (da igual que tengan poca chicha)...
Apela al bajo vientre, al chiste fácil, recurre al chascarrillo manoseado, comparte sin tasa...
Copia, corta, pega, refríe, piratea sin rubor.
Escribe con frases cortas, sintaxis sencilla, vocabulario básico... inserta de cuando en cuando una expresión coloquial, alguna palabra malsonante, apela al argot juvenil con frecuencia...
Recurre a temas almibarados, asuntos sensibleros, escándalos sin confirmar, noticias de infarto, vanalidades sin cuento; realiza un catálogo de intrascendencias...
No te cortes: usa estereotipos sin dudar, apúntate a la corriente de moda, no intentes llevar la contraria a la mayoría, súmate a las voces dominantes, ...
 Da coba, haz la pelota, adula, reparte halagos y lisonjas, mercadea comentarios, apela al compadreo...

No cometas el inmenso error de pensar por ti mismo, de llevar la contraria, de salirte de la línea...
No intentes escribir demasiado bien, te considerarán pedante.
No hagas pensar jamás a los demás que tú eres más inteligente que ellos: entremete alguna barbaridad en cada entrada, eso te hará más humano a sus ojos, te reconocerán como un igual.
No se te ocurra tratar de tristezas, diseccionar desgracias, mostrar vicios cercanos, defender presuntos culpables, acusar presuntos inocentes...

Es decir, y resumiendo, no hagas un blog como este que lees (¿aún lo estás leyendo?)

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Navidades.com (Cuento triste de Navidad)


En el año 2025 el último arcángel cerró con una de las llaves de San Pedro el candado de los almacenes del cielo. Las enormes depósitos, ocultos entre los vapores helados de las nubes, guardaban así para siempre el incontable material del atrezo navideño que empleaba el buen Dios en adornar cada año la Navidad. Aquellas gigantescas factorías quedaron selladas y allí reposarían desde entonces, como en un inmenso panteón, grandes depósitos de nieve blanquísima, transparentes ráfagas de viento helado, grandes bolsas de brillantes copos, enormes mantos de firmamentos cuajados de estrellas, innumerables lunas de plata, miles brillantes cometas de cabello dorado... Nadie reclamaba ya los pinos jóvenes del bosque y las largas filas de muñecos de nieve se derretían junto a la pared. En las esquinas se amontonaban los troncos para las hogueras y las chimeneas. Los belenes, con sus figurillas envueltas en virutas de madera, se apilaban empaquetados en sus cajas precintadas; ya nadie los solicitaba. Ninguno de los habitantes del planeta se preocupaba de mirar al cielo en las noches de Navidad.
En la sección de regalos, las grandes naves estaban abarrotadas de lindos juguetes: sacos enormes de balones multicolores, miles de cajas de preciosas muñecas, montañas de suaves peluches, incontables estuches de lápices de colores... Ya nadie encargaba esos juguetes y el enorme stock producido durante alis había consumido todo el espacio de almacenaje. Ahora nadie trabajaba allí, no hacía falta. Los niños ya no pedían esos regalos. Todo el personal de logística había sido trasladado a las nuevas oficinas informatizadas. La plantilla de ángeles al completo habían se vio obligada a tomar cursos acelerados de programación y trabajaban ahora frente a las pantallas de sus ordenadores creando videojuegos.
Papá Noel había prescindido hace años de su equipo de gnomos y los viejos renos habían sido sacrificados y repartidos, por trocitos, en latas de carne. Ahora presidía el equipo de regalos virtuales. En su oficina trabajaba frente a una pantalla vestido con un cómodo suéter. De vez en cando tomaba un sorbo de refresco mientras repasaba los formularios excel enviados por millones de niños desde sus tablets y smartphones. Luego pulsaba en una larga lista sobre los videojuegos solicitados y estos eran enviados inmediatamente adjuntos a un correo electrónico. En cada entrega virtual incluía una postal animada de sí mismo, de hace muchos años, en la que surcaba el cielo en su viejo trineo arrastrado por unos renos un poco pixelados y arrojaba un paquete envuelto en grandes lazos por la chimenea. Cuando los niños pedían una consola o una nueva tablet o un más moderno teléfono inteligente, la sección de drones se encargaba de depositar el paquete en la misma puerta de su casa.        
En el departamento de restauración se ofrecían, vía web, tentadores menús navideños: Big-Nochevieja, Doblepavo con queso, NaviPizza familiar, Pack de turrón con sabor a coca-cola... Ya nadie cocinaba, no merecía la pena. Hacía décadas que los niños rechazaban los menús clásicos que preparaban amorosamente las abuelas. Al final, las pobres, habían optado por gastarse los ahorros de su pensión en aquellos lotes de comida empaquetada en innumerables cajitas. Con nostalgia y pena miraban de reojo la delicada vajilla que aún guardaban en sus viejas alacenas.
Nadie recordaba cuando se había compuesto el último villancico. Ahora resultaba más fácil realizar versiones sintéticas de los clásicos que, pareciendo diferentes y novedosas, gustaban a todo el mundo porque la melodía les resultaba familiar. Así todo el mundo los reconocía al instante y entraba antes "en ambiente".  
Desde su ventana celestial, en su nube capitana, el buen Dios miraba el desolado aspecto de su mundo. Las ciudades estaban llenas de luces estridentes, parpadeando frenéticas como presas de un ataque epiléptico. El firmamento oscurecido por el humo, apenas lograba ser traspasado con el pálido fulgor de una agotada estrella. El cambio climático había acabado con la nieve en muchos lugares y los pinares morían sin dejar descendencia en los pinos jóvenes, esos que antaño eran cortados y adornaban cada hogar sus ramas repeinadas; ahora ocupaban su puesto árboles artificiales de láminas metálicas y brazos de alambre vendado con plástico verde.
El buen Dios recogió sus escasas pertenencias y las metió en una caja. Después bajaría a despedirse de sus viejo amigo Claus, de los Tres Reyes Magos ahora reconvertidos en camelleros que paseaban turistas por desiertos de serrín, de sus fieles ángeles colaboradores... Aún no se explicaba cómo le había sorprendido esta crisis en la humanidad. Quizás no tuvo los necesarios reflejos cuando aquel agresivo yuppie, venido de nadie sabe donde, organizó el lanzamiento de una agresiva OPA hostil contra el troust celestial. Sin saber cómo la compañía "Navidades.com" se había quedado con todo... Mientras releía el acuerdo de cesión que había tenido que firmar se fijó en la rúbrica de aquel especulador ruin. Lo curioso, pensaba, es que su cara le sonaba, le parecía haberlo visto antes... Sí, aquel apuesto Reficul que había encandilado a todos, estaba seguro, había trabajado antes para él. En ese momento vio el nombre de aquel miserable reflejado en el marco plateado del portafotos que estaba sobre su mesa al lado del documento y entonces lo comprendió todo.

martes, 8 de diciembre de 2015

Sintiendo en la nuca el aliento de la muerte XIII: Buena suerte navideña


Colgado del arco de la entrada y sujeto a duras penas con una mano en lo alto del mismo pensé en una fracción de segundo en la mala pinta que tenía la situación.  La escalera terminaba de caer aparatosamente sobre el suelo con estrépito con su vértice desencajado y quedaba justo bajo mis pies en una posición forzada. A una altura de metro y medio, comprendí enseguida el riesgo de dejarme caer y pisar de mala manera alguno de aquellos peldaños. Podría, como mínimo,  partirme una pierna si no acertaba a posar mi pie en uno de los huecos. Pero lo peor sería que cayera hacia atrás golpeándome la cabeza. Sabía lo que significaba un hematoma subdural pues mi padre lo había padecido tras un accidente de coche: meses de postración y dependencia total de los demás para todo. Y eso contando con que no fuera más grave: tengo familiares cercanos que han muerto tras caerse de una escalera.
La mitad de las luces de navidad, embutidas en una manguera transparente, colgaban desde la clave del arco y la estrella luminosa aparecía caída junto a la escalera. Esta vez me  había confiado demasiado, me había impulsado desde el último peldaño para alcanzar un enganche tras el arco y al pisar haciendo  una presión lateral el vector resultante de mi peso y el empuje lateral se salió de la base de sustentación que formaban las patas: la bisagra de la tijera que formaban las patas sufrió un tremenda torsión y cayó dislocada al suelo.  Yo solté inconscientemente la estrella de armazón metálico que llevaba en las manos y me aferré con los dedos al borde del arco. Pero no podía aguantar mucho en esa posición. Así que en menos de dos segundos, cuando la escalera apenas había terminado de descomponerse tras la caída salté intentando que mis pies quedaran uno en el interior de la tijera y otro en el exterior de uno de los rieles. Tuve suerte. Tan solo me golpeé la tibia con el riel al posar los pies y caer hacia mi derecha. Pero al apoyar la muñeca tratando de amortiguar mi caída lateral sentí un agudo dolor. Salí a gatas del revoltillo de aluminio que formaban los restos de la escalera y me senté sobre el suelo mientras examinaba la mano derecha y comprobaba aliviado que no había fractura. Eso sí, el fuerte dolor ya me hizo suponer que tenía una contractura o un esguince de caballo. Me imaginé, al menos, una semana vendado con las incomodidades que conlleva, pero sonreí para mis adentros: ¡Había tenido mucha suerte!    

viernes, 4 de diciembre de 2015

El comentario


Arrivado a mi blog, acaso te detengas un momento. Alguna entrada, quizá, picó tu curiosidad. Puede que tengas la perseverancia de leerla hasta el final. Acaso te inspire, incluso te emocione. Llegado el punto final, tras la firma y la hora, verás la palabra COMENTARIOS que te hace un guiño al cruzarla con el cursor: te está invitando a publicar una anotación, a aportar tus aclaraciones, a glosar tus anécdotas al respecto, a ejercer tus críticas, a explicar tu interpretación, a ilustrarnos con tus conocimientos, a apostillar con tus acotaciones...  

Solo por leer alguno de mis textos te estaré agradecido. Tendré muy en cuenta tu tiempo empleado en la lectura de lo ajeno. Valoraré muchísimo tu interés por el extrarradio de tu mundo. Aún sin respuesta: gracias. Pero te pido que no arrojes al basurero, que habilita la memoria para el olvido, las palabras que ahora lees.   Te pido, abusando de tu bondad, el esfuerzo mínimo del recibí. Me gustará tener la constancia de un "pasé por aquí",  un "te entiendo", un "me sorprende", un manido "me gusta"; me conmoverá la solidaridad de un "te comprendo" o la escolar corrección de una errata. Creo que importa tu tiempo gastado. Te lo aseguro: tus manos sobre las teclas tendrán sentido. Leeré tu respuesta con atención reverente y tu comentario parirá una respuesta. En este diálogo reposado en la distancia te escucho: háblame; espero tu réplica, tu dictamen. Cortes te contesto, humilde me disculpo, educado te rebato. Tú eres juez de mis juicios, amigo de mis confidencias, amante de amores afines, padre de confesiones infantiles, madre de risas y sollozos, público de mi vida y de mi muerte. No dejes que me hable siempre el silencio: hoy te pido la respuesta escrita, el comentario anónimo del lector distante pero de corazón cercano, el eco rebotado del mensaje al viento. Tu comentario es el pan de mi trabajo con la moderna pluma, el peculio digital de mis poemas generosos, la energía que me anima a proseguir...

Un simple comentario importa mucho. Tiene el efecto de la calidez de un aplauso ante los titubeos del actuante primerizo. Y después de enviado con un golpe de ratón has de saber que un poco del siguiente artículo habrá dependido de ti.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Fascinantes historias de la ciencia 13: Los anales de Lucky


Los anales de nuestros ancestros no tienen historia. La escritura no puede declarar en el juicio de sus vidas antiguas.  No hay testimonios, nadie puede testificar sobre aquellas épocas lejanas. Sólo los forenses del tiempo atan cabos para averiguar cómo fueron sus vidas, sus costumbres, sus grandes y pequeños hechos.

En el lugar del crimen, en el laboratorio forense, en la libreta del paleontólogo, se pasan a limpio los capítulos de biografías que nunca se escribieron. Las pruebas son huesos deshechos, piedras golpeadas, pinturas olvidadas, compañeros de osario... Técnicas antiguas, valiosas pero limitadas, hacen hablar a los viejos restos pero hoy en día son complementadas por técnicas maravillosas como el análisis genético, la inspección radiológica, la geofísica avanzada... Con los nuevos conocimientos se pueden escribir ya muchas páginas del libro de nuestros antepasados. Ahora sabemos tantas cosas que dan para el guión de buenas películas, para el argumento de muchas novelas.

Tenemos la historia de Lucky. Los documentales la pintan aún como un frágil primate: menuda, de largos brazos, con pilosidad abundante, ojos inquietos... Le suponen un pensamiento rápido y nervioso, sin demasiado brillo en sus medio litro de capacidad craneal pero con chispazos de inteligencia. Le dotan de sentimientos netamente humanos: instinto maternal, miedo, curiosidad... Le muestran cuidando sus hijos, desplazándo erguida sus escasos 27 kilos de peso. Cuentan una vida ya alejada de los árboles, alzando su cabeza sobre el manto herbáceo de la sabana, pero manteniendo a la vista algún árbol al que subirse en caso de peligro... Relatan la tragedia de su dramática muerte a manos de un depredador y abren el plano sobre sus compañeros supervivientes, sobreponiéndose a las dificultades de la vida, evolucionando para mejorar. La música de los Beatles, la pegadiza Lucky, pone la banda sonora a su vida al presentarse voluntaria por la radio en el momento de su descubrimiento.

Con lo que sabemos de la vida de los neandertales actualmente podría formarse una biblioteca entera. Existen ejemplares novelados como "El clan del oso cavernario" y los cuatro libros más que forman la saga de Aila, la pequeña cromagnon, adoptada por un clan neandertal. Se han editado a lo largo de los últimos años múltiples libros científicos que hablan de su cultura y su inteligencia ("El collar del neandertal" y muchos otros...) Conocemos actualmente detalles suficientes como para aderezar cada capítulo con elementos precisos: su probado canibalismo, su cabello pelirrojo, su lateralidad diestra, su habilidad en la talla, su pensamiento simbólico, su instinto protector para con los débiles, su lenguaje, sus hitos técnicos (el dominio del fuego, por ejemplo). En todos estos detalles subyacen cuidados estudios e  ingeniosas investigaciones: desde marcas de decarnación con raederas en los huesos (prueba de preparación para ser comidos) pasando por análisis de ADN mitocondrial con genes del color del pelo o su elaborada técnica de talla de puntas de lanza o hachas e incluso los restos oseos de individuos inválidos que lograron sobrevivir largos años con minusvalías incapacitantes o el ingenioso estudio de su oído (totalmente moderno), órgano cuyo diseño sólo puede explicarse como receptor de un lenguaje que empleaba nuestros mismos fonemas y en el que era especialista.

De los cromagnones tenemos más pruebas aún. Las tenemos todas,  pues somo nosotros.  Nuestra revolucionaria transición al neolítico con la aparición de la agricultura y la ganadería, sus técnicas constructivas, su arte (el adorno corporal, la pintura, la escultura, la música), la creación de poblados y después ciudades, los inventos, los imperios, las conquistas, las guerras, la paz, las culturas... y ¡la escritura!, pero esa es ya otra historia: la historia por definición.

Quedan aún muchos misterios sin resolver, muchos capítulos en blanco pendientes de rellenar con historias fascinantes: ¿Cómo pudo ser la convivencia entre neandertales y cromagnones? ¿Aniquilamos su especie debido a nuestra mejora adaptación social o técnica? ¿Cruzamos nuestro genes?...  Poco a poco la ciencia arroja luz sobre nuestrad dudas: Parece que compartimos un 5% de ADN con los neandertales, luego hubo algún cruce (¿forzado o consentido?, no lo sabemos aún). ¿Hasta cuando existieron especies semejantes a la nuestra como "los hombrecillos de Flores", o acaso otras incógnitas como "el hombre de las nieves" (el Yeti)...? En la tradiciones de muchas sociedades humanas hay referencias incontables a seres similares. Está por completar la saga de la poblamiento de América, nos quedan algunas dudas sobre "visitantes" del espacio (las leyendas al respecto anteceden a la propia historia de los relatos sobre los Anunakis en Mesopotamia, ya que aparecen numerosas pinturas enigmáticas en muchas partes del mundo)...  El hombre sigue intentando responder a sus dudas existenciales: ¿Quienes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Descubrimos las respuestas cada vez con más rapidez pero... con cada respuesta surgen multiplicadas incógnitas: somos una especie incorregiblemente curiosa, quizá ahí resida el secreto de nuestra especie.

Tomárselo a chirigota

Tal como van las cosas reímos por no llorar. La risa es el peor enemigo de tiranías y crisis como ya sabían los antiguos griegos y de ello nos dejaron jugosos ejemplos en su teatro y en su poesía. Tan subversiva es su fuerza que los romanos continuaron con la sátira cómica, con la ironía risueña, con el humor ácido de los epigramas... En la constelación de carcajadas que poblaron la historia tuvieron un papel importante bufones, poetas, dramaturgos, cómicos, juglares, cantores de ciegos... y últimamente cineastas, caricaturistas,  humoristas profesionales, cantautores, chirigotas... Y es que, cuando en la baraja del tiempo pintan bastos o espadas, las chirigotas ofrecen el bálsamo que a veces niegan (o multiplican) las copas sin necesidad de recurrir al beneficio de los oros, que no se cobra por ello ni un céntimo.

Quiero dejaros aquí la actuación de "Los Papamoscas" una chirigota burgalesa con varios años de recorrido en los que ha logrado crear un completo menú de canciones "con mucha miga", regadas con "mala  uva",  endulzadas con un aparente "cabello de ángel"  y donde el café se sirve con "mucha mala leche". En este banquete de ironía y humor participa mi hermano a la guitarra, por eso sé bien de la entrega, el esfuerzo y el talento de sus componentes. El frío meteorológico (y municipal) de la ciudad burgalesa no ha logrado apagar su ilusión y aparecen cada año, llueva o nieve, en las calles de Burgos cuando llega el carnaval.

El pequeño concierto tuvo lugar en Pamplona el 27/11/15 con motivo de la Asamblea Extraordinaria de Fiare Banca Etica (banco cooperativo que pretende ser una herramienta al servicio de la transformación social a través de la financiación solidaria)

Reír para ayudar.