miércoles, 27 de abril de 2016

De Oca a Oca


Esta entrada va dedicada al personal camino de cada cual, al peculiar peregrinaje de aquí para allá que todos recorremos dando tumbos por la vida, avanzando en un tablero que no conocemos, pero que está lleno de casillas que nos están asignadas. El modo en que lo juguemos, la forma en que tiremos nuestros dados, trazará nuestro destino.

La oca, animal sagrado para numerosas culturas, da nombre a un juego de origen incierto. Para muchos es una sencilla y lúdica manera de representar nuestro caminar por este mundo. Desde antiguo (en tiempos anteriores al 2000 a.C.) se tienen indicios de tableros en espiral con casillas marcadas con signos misteriosos. Uno de ellos es el singular disco griego de arcilla de Phaistos aún no descifrado y de factura enigmática. Algunos remontan su invención a la guerra de Troya como un juego creado para los resistentes que aliviara el tedio del asedio por parte de las tropas griegas. La primera versión datada de los tableros actuales se refiere a un juego de mesa regalado por el monarca florentino Francisco I de Médicis a Felipe II entre 1574 y 1578. El ejemplar más antiguo conocido está fechado en 1640 y es un tablero de madera realizado en Venecia. Las primeras versiones comerciales aparecen hacia 1980 y estaban decoradas con motivos de la época.

Existe una hipótesis que atribuye su invención a los templarios en el s. XII. Esta suposición afirma que era una representación críptica del Camino de Santiago. No le faltan algunos argumentos (las marcas de  pie de oca de los constructores en numerosos monumentos de la ruta, por ejemplo).

En realidad podría definirse como un juego de rol restringido por el determinismo. Tu futuro estaría escrito: hagas lo que hagas los dados del destino te llevarán por el tablero de la vida donde ellos quieran y solo ellos saben donde será. Tú nada puedes hacer salvo gozar o sufrir los avatares que te va adjudicando la vida. Eliges, al jugar, el papel de vivir; pero no podrá evitar retroceder (si toca)  avanzar (si procede), penar (si el azar te castiga) e incluso morir (si tus dados te deparan la suerte más adversa).

Como todos los juegos tiene sus reglas y limitaciones. Las diversas casillas se recorren al ritmo que marca el azar de los dados y el camino se limita a 64 tramos (que es un número de curiosas propiedades). Como en todos los caminos te esperan en él peligros y oportunidades. Tenemos la suerte distribuida por el tablero en forma de oca, cada nueve casillas (aunque hay ocas con el pico hacia atrás en algunas versiones que te harán retroceder hasta la oca anterior). Existen dos puentes que actúan como saltos en el espacio-tiempo (en ambos sentidos) donde decimos, ora eufóricos ora resignados: "De puente a puente y tiro porque me lleva la corriente".  Aparece una posada donde hay que descansar, quizá más bien sea un hospital donde curar los sucesivos achaques de la vida. Es posible que caigas en un pozo y ese percance te inmovilizará durante algún tiempo. Si la fortuna te deposita sobre la casilla donde están dibujado unos dados avanzarás o tirarás de nuevo (según versiones); esta segunda oportunidad también se presenta algunas veces en la vida.  Caer en el laberinto (de pasiones, de fortuna, de drogodependencias...) te hará retroceder o te dejará estancado durante largos y penosos periodos de tu vida y, si es que sales o quizás como consecuencia de él, puede que termines en la cárcel en la que habrás de soportar largas condenas. En tu camino te espera la muerte; si logra atraparte habrás acabado tu juego, es decir tu vida. Por caridad se te ofrecerá  un nuevo intento, pero tus compañeros y competidores por el éxito estarán ya muy lejos...
Llegará, por fin, un momento en que el éxito esté al alcance de tu mano; pero es entonces cuando el destino puede mostrarse más cruel. A las puertas del triunfo, y con tus enemigos afanándose por adelantarte, es posible que no aciertes con la llave exacta que abre esa puerta. Angustiado comprobarás que tus vanos intentos se estrellan contra una puerta cerrada y habrás de retroceder, volver a intentarlo y, en algún caso, morir pues la parca no anda lejos del éxito en el tablero de la vida.

A quienes hemos "jugado" varias veces los diversos Caminos de Santiago que surcan la Península no deja de sorprendernos las similitudes que encuentras con este juego: los albergues, los accidentes que te inmovilizan por un tiempo, los ríos y los puentes, la oca (como marcas en los antiguos edificios y como amistades que facilitan el camino), la cárcel puede, la muerte incluso (impresiona encontrar en algún rincón del camino el monumento a algún peregrino que murió en ese lugar sin poder llegar a su fin). Las semejanzas son más asombrosas cuando las aplicamos a nuestra propia vida.

A estas alturas de la entrada llego por fin al motivo inicial que me impulsó a escribir sobre este juego. En realidad quería hacer un relato sobre el insospechado camino de cada cual por la vida. Las cosas no suelen suceder como deseas, los caminos no son los proyectados,  los encuentros inesperados,  la fortuna decide a su aire... En mi caso podría casi poner nombre a cada casilla con los lugares en que habité durante más de un año: Ayuela (Palencia), Carrión de los Condes (Palencia), Burgos (capital), Miraflores (Burgos), Arévalo (Avila), Tuy (Pontevedra), Salamanca, Burgos de nuevo, Almería, Burgos otra vez, Arganda del Rey (Madrid), Vallecas (Madrid), Alcorcón (Madrid), Parla (Madrid), Móstoles (Madrid) Arganda nuevamente, Guadalajara...  Con este trajín viajero ¿Quién puede echar raíces? Yo las llevo puestas como unos segundos pies, caminan conmigo por los caminos de España. En cada  uno de estos lugares encontré posada, crucé sobre corrientes que querían arrastrarme, me vi proyectado a una nueva oca al poco tiempo... y, en ocasiones, tropecé y caí en algún profundo pozo, incluso podría decir que estuve a punto de dar con mis huesos en la carcel (en realidad en el calabozo, pues fue en la mili). Como muchos otros, sentí en mi nuca el aliento de la muerte que pasó a mi lado rozándome algunas veces. Cada vez el camino es menos largo y me voy aproximando a la casilla 64, esperando que la cuenta no sea casilla por año y La Parca me deje disfrutar de mi jubilación por mucho tiempo.

A veces pienso que un tal Satanás nos ha cambiado los dados, que juego con unos trucados: ¡Son tan extrañas y absurdas algunas etapas de mi viaje! Pero, en fin, sigo jugando con ilusión y aunque sé que mi suerte está echada fuerzo un giro inesperado a mi muñeca cada vez que me toca tirar. Quizás pueda poner algo de mi parte y engañar a mi destino.

martes, 26 de abril de 2016

El folio.

Un folio. 610 centímetros cuadrados de papel. Sobre el imaginario alicatado de celulosa de este folio en blanco escribo mi entrada de hoy. Y lo tengo que llenar de palabras concertadas y bien escritas; de pequeñas perlas que formen el collar de un argumento. Y no sé qué poner...

He de cumplir la promesa que me hice hace tiempo y que mantengo con más perseverancia que un diario. Tengo que llegar a mil entradas en este blog. Mil entradas que digan algo, que cuenten cosas de interés, que cuando me siente a releerlas me permitan la satisfacción de exclamar:
- ¡Jesús, muy buena! ¡Me ha gustado!. ¿Realmente escribí yo esto?

No me puedo abandonar en los momentos de vacío. Usaré, si es necesario, el vacío como argumento y lo haré de tal forma que, a los ojos de algún lector, esté lleno, que le ofrezca pequeños tesoros por los que merezca la pena seguir leyendo. He de atraparlo en la delicada red de las palabras antes que las otras redes, las poderosas y robustas redes que cubren los espacios virtuales, le atrapen en algún momento de descuido de su lábil atención.

A estas alturas del artículo ya muchos habrán  saltado hacia la enorme telaraña facebook: allí se alegrarán de encontrarse muy juntitos con sus "amigos" de la red, muy contentos de estar al lado de tantos otros; pero con el cuerpo seco, sin sangre, porque una gigantesca araña se la sorbió. Los grupos de amigos en facebook no son más que una magnífica colección de carcasas vacías diseminadas por una enorme tela trampa.

Para los que sigáis aquí, os contaré un pequeño secreto. No voy a usar una imagen poderosa; no pondré emoticono alguno que pinte emoción donde, acaso, ni se perciba; no insertaré un video impactante que te atraiga, no colgaré en tu muro la noticia... solo para tus ojos y los míos, para los que hasta aquí hemos llegado -quizás con esfuerzo- te diré cual es el secreto del buen escritor (y del buen lector, por extensión): escribir y leer, hacerlo a menudo, dedicar diariamente un rato a estas actividades. Mi referente literario, el genial Tusilata (contador de historias en samoano) Robert Louis Stevenson se propuso desde muy joven escribir unas cuartillas a diario. Al principio no conseguía gran cosa, fracasaba en su intento de redactar algo bello, bien construido, emocionante... pero perseveró y, como él mismo refiere:  "... gracias a aquellas inútiles tentativas, adquirí cierta práctica con la cadencia, la armonía, la construcción y la coordinación de las partes". He aquí pues el segundo pequeño secreto que te regalo, es un consejo: persevera. Y, como no hay dos sin tres y necesito terminar este folio, te cuento de propina otro más: no te vendas, sé fiel a ti mismo; no dejes que el desánimo, las prisas, la necesidad de éxito acabe con la frescura que hay en ti. Todo llegará a su debido tiempo. Y recuerda: siempre tendrás un lector en el escritor que eres, y este puede releerte muchas veces; te aseguro que serán siempre lecturas nuevas.

viernes, 22 de abril de 2016

Carta póstuma a Don Alonso Quijano.



Naciste en una celda de la prisión de Sevilla. No fuiste concebido por mujer, ni provienes de unión entre dama y caballero: fuiste parido por la mente de un penado en la soledad de su encierro. Acaso en tu gestación tuvieran que ver batallas, prisiones en Argel y largos viajes de recaudador de impuestos; pues la gente reconoce en ti todos esos aconteceres. Nada se sabe de tu niñez, ni de tu juventud; más aún: casi nada de tu madurez. Sólo tenemos relación extensa de tu alocada vejez, de una demencia senil extraordinaria. Sabemos que viviste en La Mancha, en un pueblo de nombre olvidado y que fuiste hidalgo venido a menos. Conocemos tus gustos gastronómicos (aquellos pocos que podías permitirte) y tenemos por seguro que leíste mucho. Hay certeza de que gastaste tu fortuna en libros sin seso, trufados de lances imposibles, poblados de seres fantásticos y damas irreales donde perdiste la hacienda y la cordura. Y, como vuelto a la infancia, donde el deseo se transmuta por el juego en realidad imaginada, quisiste armarte caballero y adoptaste el nombre "De la Triste Figura" en un momento de claridad de tu nublada cabeza. La gente de La Mancha recuerda tus andanzas. Algunos tuvieron que reparar molinos, otros perdieron una fortuna en pellejos de vino agujereados. En el Toboso hay todavía una dama que, entre bromas y veras, afirma que es tu prometida. Hay, por ahí, un joven gañán que te maldice los días de lluvia cuando le duelen las articulaciones por los palos que le dieron por vengar en sus carnes tu bienintencionada intervención . Toda una cuerda de presos bebe a tu salud en las tabernas... Un tal Sancho todavía mueve la cabeza resignado cuando alguien le pregunta por aquel, su señor. No se acostumbra a la tranquilidad de las cosas: ha acabado por echarte de menos, ya lo ves. 
De un tiempo a esta parte, se le ve perplejo. Su señor, hasta la época de sus desafortunadas aventuras tan discreto, despierta ahora un interés inusitado. Se le acercan gentes de países lejanos a preguntar por sus andanzas.
- ¡Mi señor, si tu pudieras ver esto...! Creo que te gustaría saber que, al final, tú tenías la razón. Eres el más grande caballero conocido y tus hazañas se cuentan en lejanas tierras.-  Y una lágrima surca su mejilla colorada y curtida por el sol. Luego busca a la sobrina de su señor y, despacio, se llegan a la humilde tumba donde yaces y depositan un ramito de humildes flores, que en abril hasta la Mancha florece.

domingo, 17 de abril de 2016

Artistas en la Prehistoria

 

Estoy investigando el arte en la prehistoria. Casi mareado entre la multitud de trabajos que ofrece internet voy construyendo en mi mente una imagen de aquellos artistas, de aquellos pintores geniales cuyas obras aún hoy nos admiran y producen envidia incluso a nuestros mejores pintores actuales. Uno los imagina en la penumbra de la cueva mezclando pigmentos minerales, grabando diseños con puntas de sílex, aplicando delicadamente con sus bastoncillos o con sus dedos empapados los rojos de hematita, los ocres de limonita, el negro de  los carbones... 
Y, asómbrate hombre actual miembro de los homo sapiens sapiens, hoy tenemos entrada a este espectáculo de animales increíbles, vivos como entonces, que se mueven por las paredes entre las sombras, que atacan, luchan, mueren o huyen ante las lanzas de los cazadores... o de las mujeres danzando, del encuentro sexual, de las carreras ante las fieras... Todo un tratado zoológico se agrupa en los techos, se apoya en las aristas, se abomba en los salientes de roca... 
Y uno no se explica cómo pudieron aquellos brutos, aquellos ignorantes, acercarse tanto a la perfección con unos medios materiales miserables. Y nos desconcierta tanta sensibilidad. ¿Cómo es posible que con sus rudas manos de cazadores trazaran estas curvas delicadas, estas formas en movimiento tan sugerentes? ¿Cómo pudieron ellos? ¿O fueron ellas?  


viernes, 15 de abril de 2016

El ataque de las sillas virtuales.


La invasión de  las sillas virtuales comenzó el 10 de abril a las 12:21 horas. Todo comenzó con una búsqueda en Google sobre sillas de oficina: mi mujer estaba interesada en cambiar la que tiene que le está produciendo fuertes dolores de espalda y, como pretendía comprarla on line, buscó la tienda virtual de Amazon. Desde allí tecleó en la ventana de búsquedas "sillas de oficina" y la tienda le propuso un extenso catálogo con múltiples marcas y precios, la verdad, más baratos que los que habíamos visto en algunas tiendas de muebles. Estuvo una media hora consultando las diversas propuestas y, ya decidida por el modelo, finalizó la búsqueda y apagó el ordenador.

Esa misma tarde, al abrir de nuevo el navegador y realizar una búsqueda relacionada con mi trabajo, me encontré, al acceder a los resultados, con un asalto desde un marco añadido en la parte superior de la pantalla de una larga fila de sillas invitando a mi ratón a sentarse sobre ellas. Me aparté de esa ventana e hice clic sobre un nuevo resultado. Ahora las sillas aparecían en los laterales y se alineaban verticalmente en matrices de 3 x 5. Aquellas 15 sillas estaban ocupando la tercera parte de la pantalla. Continué examinando resultados y, en cada uno, me asaltaban las sillas desde posiciones aleatorias. Nuevos pop out se abrían de imporoviso desde el centro de la pantalla:  incrustados en los artículos sobre El Paleolítico habían aparecido unos cómodos sillones ante un neandertal que los miraba con extrañeza.

Llevo dos días sufriendo este indeseable amueblamiento virtual de mi pantalla. Creo que el asalto durará varios días más, quizás eternamente... A estas alturas ya odio las sillas. Miedo me da que un día le de a mi mujer por buscar lencería: no podría soportarlo; ya tengo bastante con los catálogos de Vinca que se amontonan en casa. Google está convirtiendo mi ordenador en el Corte Inglés.

Y lo curioso es que, investigando sobre este fenómeno ¡en el mismo navegador y en medio de más sillas incrustadas! me entero de que Google y Amazón son enemigos comerciales y directos competidores empresariales. Pero la publicidad es algo muy serio. Google obtiene su poder y su mucho dinero de los usuarios que hacen búsquedas a diario y recorren infinidad de sitios mediados por el buscador. Cada clic comercial que se realiza desde sus páginas supone un ingreso a las arcas de la compañía. Es notable que con el único fin de exprimirnos el poco dinero que tenemos, hasta los grandes enemigos se unen y colaboran juntitos en Google Adword.


NOTA: ¿Te están apareciendo sillas virtuales al leer esta entrada? Pídele cuentas a Google. Hasta ahí llegan sus tentáculos.

martes, 12 de abril de 2016

Microrrelato


Un día el payaso se levantó de la cama y pensó:
- Hoy voy a tomarme el trabajo en serio.
Aquel día, en la función, nadie se rió.

jueves, 7 de abril de 2016

Un poco de surrealismo


Había un blog que me gustaba mucho. Su autora se autodenominaba "La Chicametáfora" y sus composiciones, breves y sugerentes, eran leídas en mi intimidad con gusto y admiración. Realmente sus metáforas resultaban hermosas. La visión de la vida que reflejaban sus escritos, incluso parte de la vida misma, coincidían con la mía: ella también era maestra; maestra de educación infantil como muchas amigas y compañeras maravillosas que conozco.

Un par de veces intenté contactar con ella; quería pedirle que me permitiese publicar alguna de sus entradas en mi blog; pero no fue posible: su bitácora aparecía varada en el tiempo, con la última entrada fechada el 27 de enero de 2015.

Eché el anzuelo en forma de comentario en otro blog suyo que descubrí : quizá respondiera intrigada por aquel lector que le decía que echaba de menos sus escritos, su bello diario emocional: tampoco contestó. Volví a intentarlo en el blog original, pero esta vez, ya no tenía nada nuevo que decir así que se me ocurrió comentar los comentarios. Era una provocación en toda regla.

Resulta que, pasado un tiempo sin actividad en un blog, empiezan a acumularse comentarios spam: anuncios insertados desde países remotos en lenguajes exóticos editados mediante robots informáticos que, a fuerza bruta, escriben centenares de miles en entradas al azar en bitácoras accesibles. A mí, me sorprendió encontrar en aquella última entrada  una serie de comentarios en caracteres chinos. Pensé: "Esos chinos que escriben en los comentarios... ¿acaso es que les gustan tus textos? ¿Aman la poesía? ¿Replican con poéticos pictogramas a tu prosa poética? ... Veamos lo que escribieron..." Así que copié en el portapapeles el texto de uno de los mensajes y lo introduje en el traductor de google. Señalé idioma de salida el español y me dispuse a leer e interpretar lo que yo esperaba fuera una hermosa respuesta.

Este era el texto elegido:
老公外遇抓姦,老公外遇如何處理老公外遇回頭老公外遇的徵兆老公外遇離婚老公外遇該怎麼辦老公外遇生子老婆外遇生子老公外遇跡象老婆外遇懷孕老婆外遇跡象老公外遇老婆外遇老婆外遇抓姦老婆外遇如何處理老婆外遇回頭老婆外遇的徵兆老婆外遇離婚老婆外遇該怎麼辦

Y esta la traducción automática:
"Su marido tiene una aventura agarrar violación, su marido tiene una aventura cómo hacer frente a su marido de vuelta a su marido tiene una aventura a su marido tenía una aventura signos asunto divorciarse de su marido tiene una aventura de cómo hacer que su marido tenía una aventura que su marido tenía una aventura gemelos gemelos esposa signos asunto de un asunto a su mujer embarazada signos esposa asunto de un asunto de su esposa estaba teniendo un marido asunto captó su mujer tiene una aventura cómo violar a su mujer tenía una aventura esposa esposa procesamiento asunto asunto detrás firma abandone a su mujer tiene una aventura a su esposa tenía un asunto de cómo hacer"

Y esta mi versión adaptada donde, echándole imaginación a raudales, me sale un texto surrealista que para sí hubieran querido inventar los jóvenes poetas de la Residencia de Estudiantes cuando jugaban a "Los cadáveres exquisitos":


"Señora:

Si su marido pretende tener una aventura sado con usted, agarrándola para violarla; yo le voy a decir cómo hacerle frente cuando vuelva a casa con esas intenciones que usted observará por los signos de su expresión: La solución al asunto será divorciarse. Usted podrá alegar que él tuvo una aventura tipo marido-esposa con gemelos (¿qué depravación puede ser mayor?). También podría alegar que tuvo otro asunto dejando embarazada a la esposa de otro hombre a la que capturó sometiéndola a violación en presencia de su marido. En el proceso, usted puede rematar su alegación, firmando una confesión en la que afirmará que se ha enamorado de otra mujer y tiene  una aventura esposa-esposa, por lo que solicita que la única cosa que se puede hacer es abandonar el matrimonio"  


Lo cual tiene una lógica aplastante, ¿no?

domingo, 3 de abril de 2016

Roce testicular


Hoy Podemos me toca los cojones; me puse los calzoncillos morados.
Ayer me los tocaba el PP;  llevaba los azules.
Mañana me  pondré los rojos: será el PSOE quién me toque las pelotas.
Ciudadanos jamás me tocará los huevos: nunca llevaré calzoncillos naranja por razones de estética.
Algún día me pondré los calzoncillos del Barça, esos que venden a rayas azules y rojas: el día que tenga el estómago revuelto que en los blancos del Madrid la mierda se nota más.

Siento escozor político-testicular. Estoy harto de que me manipulen mis partes más íntimas, mis convicciones más queridas. Cunde en mí el desánimo, crece la desafección. Me he deslizado desde la cima de la ilusión por la ladera del desinterés hasta el piedemonte de la desidia. Creí en la casta, me ilusioné con la anticasta, me  perdí por los caminos del pacto. Padezco últimamente un acusado estrabismo político: la casta-caspa y la casta-rasta se me van pareciendo cada día más. Me marean las mareas. Siento pena por los iluminados, por los crédulos, los ilusos del "yo puedo", "yo prometo", "yo cumpliré"... "Puedo prometer y prometo" ya lo decía Adolfo Suárez. Y no le dejaron poder y de esto ya nadie se acuerda (él aún menos por su alzheimer)
"Yo cumpliré con el objetivo de déficit" lo dijo Rajoy y no ha cumplido.  ¿Podrá Podemos desde el poder posible o simplemente impedirá el poder desde el poder imposible? Y si hablamos de esos otros partidos,  los deportivos, encontramos clubs con afiliados, finanzas y manipulaciones tan grandes como los políticos.

Dicen que un buen político debe ser capaz de tragarse un sapo cada  mañana a la hora del desayuno. Y a ello se aplican:
Los de podemos se toman un bufo marinus (sapo que probablemente fue importado de Venezuela o Bolivia; y se ponen ciegos de bufotenina, alcaloide de efectos psicoactivos consistentes en alucinaciones visuales consistentes en juegos de colores luces y formas. Y así ven la política). Los del PP desayunan sapos parteros (ya sabéis que los sapos parteros transportan sus crías con esmero a su espalda y son padres muy cuidadosos con ellas protegiéndolas y alimentándolas. El olor a ajo, al ajo de la corrupción, que acompaña siempre a este batracio le delata). Los socialistas del PSOE se alimentan de ranas de punta de flecha roja (así se explicaría que para poder sobrevivir los pequeños renacuajos del partido deban recibir una comida de huevos infértiles; las larvas no comen otra cosa, dicen los biólogos, o se comerían entre sí). Los de Ciudadanos se alimentan de ranas doradas (por lo que poseen esa extraordinaria comunicación corporal de sus líderes-as mediante agradables sonidos throatales y ondas de manos que son usadas para una variedad de situaciones sociales, desde ondas amistosas a señales para desistir)... No voy a seguir detallando la dieta del resto de partidos. Hay suficientes sapos con curiosas propiedades para cada ideología. Y yo hoy me siento empachado con tanto sapo y sus toxinas. Veo los picos, los colores de las gráficas de puntos como brillantes saltitos de batracio.

En estas últimas semanas se me está llenando la cesta de la ropa sucia. Voy a poner una lavadora y echar a lavar todos los calzoncillos. Quizás, en las próximas elecciones, me presente a votar sin ellos puestos. Necesito un poco de aire fresco que circule por mis convicciones íntimas.


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sábado, 2 de abril de 2016

La vida sentimental de los patos


Al otro lado del río Vena una pareja de madre e hija (como de 35 y 8 años, respectivamente) charlan y se ríen mirando los patos que nadan en el río. Yo estoy acompañando a mi madre en este día de sol radiante, un regalo de luz y calor en la estrenada primavera de marzo. Entonces, la madre, hace un gesto de saludo hacia nosotros. Mi madre le responde y la saluda desde nuestra orilla. Ellas se dirigen al puente cercano para acerarse y charlar un rato con nosotros. Mientras llegan, mi madre me cuenta que es una vecina del bloque. Se llama Gisela, es brasileña y que se gana la vida (su marido está en el paro) limpiando casas y cuidando a personas mayores.

Cuando llegan a nuestro lado se ponen a charlar animadamente con nosotros. Gisela se muestra alegre y extrovertida (mi madre me dice luego, ante mi asombro, que normalmente habla muy poco con los vecinos). Recuerdo algunos contenidos de la conversación: su prevención ante el partido de Podemos si llegara al poder, la necesidad de educar con cierta firmeza a los niños (su hija, allí presente, asiente con la cabeza mostrando su absoluto acuerdo) llegando incluso a darles algún tortazo si llega el caso ("que a mí, -añade- mi madre me los dio y me vinieron muy bien"), la vida y salud de conocidas comunes,  la crisis en Brasil y Venezuela... Pero lo que más me sorprendió fue la conversación que, de vez en cuando, mantenían madre e hija a propósito de los patos del río y su vida sentimental. Tenían identificados perfectamente cuáles de esas aves frecuentaban esa zona, incluso les habían puesto nombre. Les observaban permanentemente:

- Mira, la pobre patita está ahora sola, no ha venido su novio...
Luego exclamaban, alborozadas, cuando aparecía en vuelo rasante su pretendiente y se colocaba junto a ella:
- ¡Ya ha llegado! Mira como la corteja...
- ¿Ves lo que hace? La acaricia con el pico ¡Ella no quiere!

Y esperan expectantes que el esforzado cortejo del pato de resultado:
- ¡Se van, se van río arriba, los dos juntos! ¡Mira cómo se quieren!
Los patos nadan a contracorriente ascendiendo río arriba unas decenas de metros... Después el pato macho se aleja volando dejando sola a la pobre pata y la pequeña Ainoa, triste, vuelve la cabeza buscando otras parejas río abajo.

- Mira, llega otro pretendiente para la novia - le advierte su madre a la pequeña-. Un nuevo pato se ha posado junto a la pata solitaria que empieza a agitarse sobre el agua.
-¡Vuelve su compañero! - grita la niña mientras con un rápido batir de alas el macho celoso se coloca tras el nuevo pretendiente y lo acomete con furia...
- ¡El otro se ha ido! ¡Mira como se aleja! ¡Ha vuelto el novio...! -comentan alborozadas.

Yo, escucho fascinado, esta conversación asombrado de su afinado conocimiento de la vida sentimental de las especies (también hablaron de la nuestra: La madre se casó con su marido a los siete días de conocerse: ¿para qué esperar más? -explicaba- Ese era el momento del clímax del amor...

En cierto modo, siento envidia, de esa intensa percepción de los afectos. ¡Pero... si yo no sabía distinguir siquiera el sexo de los patos del río!