martes, 29 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes 27: Mar

A por el mar,
a por el mar que ya se adivina,
a por el mar,
a por el mar, promesa y semilla
de libertad,
a por el mar, a por el

 mar.



Allá por 1957, cuando yo nací, en la vecina Francia un grupo de guionistas cinéfilos empedernidos fundó un movimiento cinametográfico que llamaron "Nouvelle Vague". En el caldo de cultivo de los numerosos cineclubs galos creció aquel movimiento que postulaba la reducción al mínimo de la manipulación y la artificialidad y que resaltaba el papel del director como creador absoluto. Uno de sus directores más representativos fue Francois Troufeau al que llegué a conocer bien a través de los cineclubs patrios (y algo clandestinos) quince años más tarde, justo la edad que tendría el protagonista de nuestra película de nuestra entrada: "Los cuatrocientos golpes".

Antoine Doinel huye de una vida de penurias y, escapado de un correccional, se dirige corriendo (una carrera de de más de tres minutos de tiempo cinematográfico) hacia una playa desierta. La escena final, filmada en un memorable plano secuencia mediante un travelling de un minuto largo,  es una de las más famosas del cine. La película termina con Antonine entrando apenas en el mar y volviéndose hacia la cámara a la que mira mientras esta se acerca con el zoom para mostrar el rostro interrogante y desvalido del  protagonista ante un mar que le corta el camino.

François Truffaut, el director, volcó en esta película gran parte de sus experiencias de la infancia. El final, un final abierto que cada espectador completa a voluntad, fue tergiversado por la censura en España. Este hecho fue musicado por Luis Eduardo Aute en una de sus canciones emblemáticas "Cine, cine, cine".  Por cierto este cantautor es también el autor de la estrofa inicial que da paso a la entrada. Ambas están, en mi opinión, inspiradas en esta película imprescindible. 

Letra de Cine, cine (L. Eduardo Aute)

"Recuerdo bien
aquellos «cuatrocientos golpes» de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guión.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.

Al fin llegó
el día tan temido más allá del mar,
previsto por los grises de Henri Decae;
cuánta razón
tuvo el censor,
Antoine Doinel murió en su «domicilio conyugal».
Pido perdón
por confundir el cine con la realidad,
no es fácil olvidar Cahiers du cinéma,
le Mac Mahon,
eso pasó,
son olas viejas con resacas de la Nouvelle Vague."

domingo, 27 de noviembre de 2016

Una palabra por mil imágenes 32: Muerte

"Y cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora." 

Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.
El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.
El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella,ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.
El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.
 En la Tierra, junto al mar, el caballero cruzado tiende su tablero. Un desconocido se le acerca...
- Quién ere?
- La Muerte.

La peste bubónica (La Muerte Negra), asoló el continente europeo entre los años 1346 y 1361, matando a un tercio de la población. El los años anteriores, desde su inicio en las estepas de Asia Central,  había devastado extensas regiones del desierto de Gobi, Birmania, India y China. Las cifras de muertos estimadas resultan sobrecogedoras: 25 millones en Europa, 60 millones en África y Asia. De esta epidemia no se salvaron reyes, nobles, clérigos o soldados. Las pulgas (presuntos portadores del bacilo Yersinia pestis, causante de las infecciones) viajaban entre la ropa de gentes de toda condición. Antonius Block, un caballero cruzado, regresa que regresaba con su escudero Jöns después de guerrear en Tierra Santa era uno de los candidatos.

El gran guionista y director teatral y cinematográfico Igmar Bergman, nos regaló una obra maestra cuando dirigió esta película. Las imágenes precedentes corresponden al inicio del film y en ellas, con una economía de medios y una simbología admirables, nos presenta la visita de La Muerte a un caballero cruzado. Éste logra retrasar su destino retando a La Parca a una partida de ajedrez. Pero el Jaque Mate final será inexorable. Entre tanto intentará dar sentido a su vida en medio de un paisaje poblado por personajes desolados y rodeados de circunstancias apocalípticas: condenados a la hoguera, flagelantes y muertos por la peste se intercalan en las sucesivas sesiones de la partida del caballero con La Muerte. Tras el regreso a su castillo se materializará el previsible desenlace del lance ajedrecístico.  

Los críticos consideran a esta película como un gran clásico del cine universal. El film contiene escenas que se han convertido en icono del séptimo arte (la que presentamos es una de ellas). La cinta fue uno de las primeras en explorar el sentido y las posibilidades de la fe en una época de catástrofes (hay quién la extrapola  a una era post-Holocausto, tras una guerra nuclear). Con ella inicia Bergman, un director profundamente religiosos, "su círculo de películas que tratan con dilema el tema de la fe religiosa".

Yo, desde la oscuridad de la sala de un cineclub en Tuy, asistí hace cincuenta años fascinado a esta partida perdida de antemano entre el inquietante personaje de la Muerte y el atormentado caballero. Cada vez veo mi tablero más cerca. Cualquier días recibiré a un oponente extraño vestido de negro, portador de guadaña, que tomándome de la mano me invite a una extraña danza. 


sábado, 26 de noviembre de 2016

Una palabra por mil imágenes 31: Conformismo

La película Con faldas y a lo loco (1959) dirigida por Billy Wilder guarda, en el diálogo final entre Osgood (Joe E. Brown) y Jerry-"Daphne" (Jack Lemmon), una de las escenas antológicas de la comedia. En ella Daphne (Jerry en realidad) queda definitivamente desarmado ante la incondicional aprobación del patológicamente tolerante Osgoog. Jamás en el cine ha sido filmado con tanto humor una secuencia tan inolvidable sobre el
conformismo. 


¿Acaso hay alguien que sea perfecto?

El diálogo entre el transformado Jerry y el condescendiente Osgoog provocan un delirio de carcajadas. La imagen de bobalicón con uniforme no se borra fácilmente de la memoria y la desesperada y surrealista lista de escusas del "bello" Daphne nos haces salir del cine con dolor de estómago por las contracciones del diagrafma provocadas por la risa. Yo llegué a hipar sin complejos.

En fin, yo personalmente nunca me conformaré con la muerte de ese genio que fue Bylli Wilder.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes 30: Orgasmo

Dicen las expertas (mujeres seguramente) que existen de muchos tipos: el vaginal, el del polémico punto G, el provocado por la estimulación de los pezones, el oral tras una gran dedicación, el del sorprendente punto U, el anal preferido por algunas expertas, el del hundido punto A, el más profundo todavía del cérvix, el popular clitoriano, el de las zonas erógenas alternativas, los múltiples, los mentales... pero el más recordado y celebrado por aqeullos que vimos la película siempre será el de Sally y que interpretó Meg Ryan frente a un Harry (Billy Crystal) atónito en el restaurante "Katz's Delicatessen" en Manhattan. Es, verdaderamente, la mejor versión cinematográfica de un
orgasmo.



Cuando Harry encontró a Sally (1989), es una conocida comedia romántica que trata la posibilidad de una amistad incontaminada por el sexo entre un hombre y una mujer. Pero probablemente la escena más recordada del film es aquella en que los dos personajes están almorzando en el "Katz's Dellicatessen" de Manhattan y Sally, para probar su punto de vista sobre que los hombres no son capaces de descubrir un orgasmo fingido, protagoniza un estrepitoso orgasmo rodeada de comensales asombrados. Sin transición alguna, Sally termina su representación y retorna a su ensalada mientras una mujer cercana, entusiasmada, le dice al camarero: "Tomaré lo mismo que ella"

Si las mesas hablaran... Cuentan quienes estuvieron en el rodaje que esta escena hubo de rodarse una y otra vez y en ella, Ryan demostró su capacidad de fingir orgasmos durante horas. El restaurante "Katz's Delicatessen" todavía cuelga un cartel encima de la mesa donde se rodó la escena que dice: "Donde Harry conoció a Sally ... esperamos que tengas/pidas lo que ella tuvo/pidió"

martes, 22 de noviembre de 2016

Una palabra por mil imágenes 26: Padrino

Sin la autoridad del padre o el cariño a la madre; sin la gloria y la fama de progenitor, sin la derecho a la pertenencia, sin lugar en el libro de familia... pero con la obligación del regalo, la disponibilidad de todo su ser, la mansedumbre ante la mofa, ahí está el

padrino. 




Es uno de los mejores actores de la historia, un actor que pasó desapercibido para los grandes estudios como un sufrido padrino, un hombre de apariencia vulgar,  en el que la irritación no duele, la ira es dulce, y las regañinas se esperan como caramelos en un bautizo...

El gran José Luis López Vázquez, el Padrino Búfalo, la Querida Señorita, el blando atracador de las tres en punto, el hombre de La cabina... Hay que saber hacer el indio como él, encontrar el lado femenino con anónima dignidad, dirigir una banda de atracadores de chiste o encerrarse en una cabina con   honestidad kafkiana.

Este hombrecito español, neuróticamente nacional, encarna la sufrida imagen de muchos padrinos que conozco: anónimos, entrañables, vulgares... dignos.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Un paisano de Sedano


El coche paró al costado de la carretera, bajo un nogal. Sedano no estaba lejos. El conductor bajó apresuradamente y alivió su vejiga contra el grueso tronco del árbol. Con un suspiro de satisfacción cerró la cremallera mientras volvía la cabeza para contemplar el entorno. En el suelo, ya limpio por la rebusca de las nueces de temporada, descubrió una nuez, escondida entre la hierba. Se agachó y la cogió. Tenía buen aspecto y le apeteció probarla. Montó en el coche y apretó la cáscara con las dos manos esperando oír el crujido que le anunciara el libre acceso a su rico contenido. Pese al dolor de una fuerte presión la nuez se mantenía intacta.
- ¡Jodeeerr...!
El exabrupto salió por la ventanilla y su sonido voló por los alrededores...

El paisano, con la boina calada que tapaba sus canas de sesentón,  detuvo su bicicleta de medio siglo al lado del vehículo. Levantó la barbilla en dirección al viajero que seguía peleando con la nuez:
- ¿Es suyo ese árbol?
- No...
- ¿Lo ha plantado usted?
- No...
- Y si no es suyo y no lo ha plantado: ¿Por qué coge esa nuez?
- Porque estaba en el suelo.
- Ya, pero, si no es suyo el árbol... ¿por qué coge usted esa nuez?
- ¡Pero si era la única!
- Pero no es suyo el árbol ¿verdad?
- ¡Que solo es una nuez, que estaba abandonada, que se iba a pudrir!
- ¿Pero la nuez era suya o no era suya?
...

El viajero, estupefacto, se queda con la boca abierta. La nuez le quema como una brasa en las manos. Sale del coche y soltándola la da un puntapié que la manda cincuenta metros más allá, sobre los campos de labor.
- ¡A tomar por culo la dichosa nuez!
Y montando enfadadísimo en el coche arranca al instante.

El paisano, aún de pie sobre la bicicleta, le grita mientras se incorpora a la carretera:
- Bueno, pues si usted quería nueces, yo le puedo vender...

Una imágen y mil palabras 28: Psicosis

En una ocasión conocí a una persona esquizofrénica. Al parecer padecía una variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (comunmente conocida como la enfermedad de "Las vacas locas". Se trataba de una niña de unos diez años, una criatura normal hasta que comenzó a comportarse de manera extraña. Yo debía darle clases particulares, así que me presentaba en su domicilio un par de días a la semana. Todavía recuerdo sus comentarios mientras hacíamos los deberes del curso. Refería que oía voces en su interior, que una persona mala le decía que me odiaba, que era malo, que debía pegarme... En ocasiones, de forma brusca, me insultaba. Parecía poseída por algún demonio maligno a tiempo parcial. Su estado empeoró. Su madre y su hermana mayor estaban angustiadas. Esta última se era blanco de sus frecuentes amenazas. En una ocasión la madre la encontró pegándola con saña. La madre acudió al hospital y los especialistas empezaron a estudiarla. Debido a ello dejé de impartirle clases. En mi última visita la madre me contó sobrecogida que la había sorprendido el día anterior sentada en el sofá y mirando maliciosamente a su hermana  mientras le decía en voz alta: "La voy a matar, voy a matar a tu niña..."

No pude evitar recordar horrorizado esta secuencia. No pude dejar de pensar en la terrible posibilidad de que cumpliera su amenaza, de que se materializara un crimen como el ya conocido de la película
Psicosis. 


Quiero, antes que nada, advertir que la conducta asesina del psicópata que presenta esta cinta no es, con diferencia, la conducta común en los psicópatas; y mucho menos si están tratados convenientemente. La mayoría de ellos llevan una vida completamente inofensiva para sus congéneres y, con sus peculiaridades y limitaciones, pueden vivir en el seno de la sociedad. He conocido a otras personas que padecen esquizofrenia y viven su vida de manera más o menos autónoma, aunque precisen de la tutela de familiares, amigos o profesionales. La gran mayoría deja en paz a la gente y repercuten sus problemas sobre sí mismos. Socialmente dan "el cante", pero muchos pueden adaptarse y llevar una vida relativamente normalizada.

No es el caso del personaje genialmente interpretado por Anthony Perkins, cuya doble personalidad encarnada por una madre protectora y posesiva le convierte en un asesino a su pesar.

La celebérrima escena de la ducha, que aquí presento, nos muestra a Marion (interpretada por Janet Leigh) acuchillada por el otro yo (el materno) de Norman. El pequeño fragmento del film es una obra maestra (de un director genial); no sobra ni falta un solo plano. La música de Bernard Herrmann, complementa perfectamente las imágenes.

El rodaje dejó su huella en la protagonista: "Leigh quedó tan afectada por la escena cuando la vio, que no se duchaba a menos que fuera absolutamente necesario; aseguraba todas las puertas y ventanas del cuarto de baño, y dejaba la puerta de la ducha abierta."

viernes, 18 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes 27: Dictador

Podía ser Franco, Acaso Musolini, quizá Stalin, seguramente Hitler (la parodia y el atrezzo no deja lugar a dudas)... o también probablemente Donald Trump, porque casi seguro eso será lo nos espera (si le dejan). Cada uno de ellos impone, domina, dicta... Todos ellos son el gran
Dictador 



Para la genialidad se requieren pocos medios. La sencillez es aliada del genio. Un uniforme, un frío decorado palaciego, un globo... y la irreverencia, la ácida ironía, la risa; se convierten en el arma de destrucción masiva más barata y efectiva contra la dictadura. 

Rescato de mi filmoteca particular esta escena. Confieso que no he visto completamente la película (me la apunto de deberes ahora mismo); pero sí que me he fijado desde hace tiempo en esta secuencia. Son unos miles de fotogramas muy vistos, es un clásico del cine, está en todos los manuales ya lo sé; pero es genial y única: cuando oigo la palabra Dictador enseguida me acuerdo de Hitler y por un momento me estremezco, pero luego acuden a mi memoria estas imágenes... y sonrío. Hay esperanza. 

martes, 15 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes 29: Luna

Gran queso blanco, moneda de plata, ojo del cielo, toro plateado del firmamento, farola de la nocturna Plaza celeste... las metáforas sobre nuestro satélite son infinitas. La miramos, la sentimos y la deseamos: Siempre tan cerca y tan lejos, errante y quieta, pálida o brillante, roja o plata, creciente o menguante, sincera o mendaz, embozada o desnuda... Siempre está ahí, al alcance de la mano; pero nunca podemos tocarla: la siempre deseada
Luna 



Volar hasta la misteriosa luna es un sueño recurrente. Una luna agigantada por el crepúsculo, aumentada en su perigeo, brillante por su proximidad a la tierra y una silueta recortada en el aire, volando en plano adelantado contra su enorme disco de plata, es una imagen poderosa que permanece en la retina de por vida. Ayer precisamente pudimos contemplar la superluna del siglo; pese a carecer de un teleobjetivo que la agrandara como en el film resultó un espectáculo magnífico.

La secuencia de la bici voladora sustentada milagrosamente por la misteriosa fuerza del entrañable ET procede del mundo de los mitos, habita en la morada de los deseos latentes del ser humano; siempre intentó alcanzarla: quizá con una alta torre, acaso con una escalera gigante, puede que con alas emplumadas fijadas con cera, casualmente con una carro tirado por patos salvajes, eventualmente con una bala de cañón... El ser humano terminó alcanzándola con un cohete. Pero yo me quedo con la poética imagen de un niño y su mascota extraterrestre pedaleando en el vacío sobre una bici voladora. Allá por el cielo nocturno. Y, muy cerca, una gran luna plateada. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

Una palabra por mil imágenes 25: ¡Oh, Capitán!

¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado;
El barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado;
Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado,
la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz.

Pero, ¡Oh, corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh, se derraman gotas rojas
en la cubierta donde yace mi Capitán
caído, frío y muerto.
...

Mi Capitán no contesta, están sus labios pálidos e inertes;
Mi padre no es consciente de mi brazo, no tiene pulso ya ni voluntad.
El barco sano y salvo ha echado el ancla, el periplo por fin ha concluido;
del azaroso viaje, el barco victorioso regresa logrado el objetivo.

¡Exultad, oh, costas!, y ¡sonad, oh, campanas!
Mas yo, con paso fúnebre recorro
la cubierta donde yace
caído, frío y muerto, mi

Capitán
Walt Whitman 



Del velero de la imaginación, del ejército de los sueños, de la compañía de las palabras... tú eres mi capitán. Al galope de caballos del verso tú diriges la guerra contra los mastines del aburrimiento, contra los seres oscuros de corazón carbonizado que apagan todos los fuegos. Luchaste contra dementores tenebrosos que devoran el alma. Y ahora, vencido, te retiras. Caído y frío abandonas la cubierta: ¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado.

Pero no. En la cubierta del velero devastada por las tormentas se levantan los marineros. Un motín de dignidad se ha desatado. El barco aún no se ha rendido. Oh, Capitán, mi Capitán! Los marineros muertos nunca dudaron de ti.

El timón no obedece. Una mano invisible dirige la proa. La quilla enfila el puerto donde suenan las campanas...

Oh, Capitán, mi Capitán! No has muerto, Capitán. Nunca mueren los poetas.

sábado, 12 de noviembre de 2016

¡Que me dices, cantautor de las narices! ¿Que te han premiado?

Son las 5:30 de la mañana del viernes. Desvelado, he encendido mi tablet. Recorro las noticias que me selecciona Prensa Española. Incrédulo leo un titular que me impacta: Leonard Coahen acaba de morir esta madrugada... De un golpe acuden a mi memoria todas sus melodías; las canciones que tantas veces escuché y canté a coro por las autopistas madrileñas desde que lo conocí... Rescato en su homenaje esta entrada de hace cinco años, cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias. 
¡Va por tí, Leonard, viejo bribón!


En los largos viajes de la madrugada, oigo la radio. En días como hoy una notica me sorprende. Un premio literario, tan español y real como un Príncipe de Asturias,  ha recaído sobre un cantautor de 77 años. Un vejete de edad capicúa con mi número favorito.
Y recreo en mi memoria sus melodías hipersensibles, la belleza hipnótica de su voz grave, el tantra de sus estrofas que canto entusiasmado. Pongo mi CD más preciado. Y acompaño los coros a voz en grito y emocionado: ¡Hallelujah!.
Poeta, novelista underground, cantautor, judío, budista, lorquiano, estrella del pop culto, canadiense menospreciado en su tierra, admirado por Sabina y muchos otros cantantes poetas, estafado y arruinado por su manager, poseedor de una voz personalísima, artesano de canciones...
Leer su biografía, escuchar sus poemas musicados, descubrir la influencia que ha tenido en tres generaciones distintas... saber algo más de autor se vuelve necesario. este premio viene a recordárnolo.
No deja de sorprederme que una institución "tan seria" haya dado el premio a un personaje así. Parece que "un cantante" no puede hacer literatura seria y hermosa. Me sorprendió tanto como el aplauso que sonó (en un reparto de profesores entre los colegios de Madrid, en 1981) cuando se ecuchó por los altavoces el nombre de un nuevo colegio: "El Jhon Lennon". Todos sonrieron con simpatía.
He intentado encontrar alguna traducción de sus canciones que pudiéra poner en este bloc. Pero Cohen  escribe sus temas en torno al amor, el sexo, la religión, la depresión y la música. Mi opción ha sido traer hasta vosotros, mis queridos y escasos -lo sé-lectores, esta bella melodía que compuso inspirado (dedicó muchas horas a traducirlo) en un poema de su admirado poeta español: Federico García Lorca.


Take this Waltz
Now in vienna theres ten pretty women
Theres a shoulder where death comes to cry
Theres a lobby with nine hundred windows
Theres a tree where the doves go to die
Theres a piece that was torn from the morning
And it hangs in the gallery of frost
Ay, ay, ay, ay


Take this waltz, take this waltz
Take this waltz with the clamp on its jaws

Oh I want you, I want you, I want you
On a chair with a dead magazine
In the cave at the tip of the lily
In some hallways where loves never been
On a bed where the moon has been sweating
In a cry filled with footsteps and sand
Ay, ay, ay, ay


Take this waltz, take this waltz
Take its broken waist in your hand

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz
With its very own breath of brandy and death
Dragging its tail in the sea

Theres a concert hall in vienna
Where your mouth had a thousand reviews
Theres a bar where the boys have stopped talking
Theyve been sentenced to death by the blues
Ah, but who is it climbs to your picture
With a garland of freshly cut tears?
Ay, ay, ay, ay


Take this waltz, take this waltz
Take this waltz its been dying for years

Theres an attic where children are playing
Where Ive got to lie down with you soon
In a dream of hungarian lanterns
In the mist of some sweet afternoon
And Ill see what youve chained to your sorrow
All your sheep and your lilies of snow
Ay, ay, ay, ay


Take this waltz, take this waltz
With its Ill never forget you, you know!

This waltz, this waltz, this waltz, this waltz …
And Ill dance with you in vienna
Ill be wearing a rivers disguise
The hyacinth wild on my shoulder,
My mouth on the dew of your thighs
And Ill bury my soul in a scrapbook,
With the photographs there, and the moss
And Ill yield to the flood of your beauty
My cheap violin and my cross
And youll carry me down on your dancing
To the pools that you lift on your wrist
Oh my love, oh my love
Take this waltz, take this waltz
Its yours now. its all that there is.


Pequeño vals vienés
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals, este vals del “Te quiero siempre”.

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.




CBS publicó in 1986 el album “Poetas en Nueva York” (Poets in New York) para conmemorar el 50 anniversario de la muerte de Lorca. La primera canción es “Take this Waltz”, seguida de otras canciones basadas en poemas de Lorca.

Una palabra por mil imágenes 24: Fuego

Quizás a ti no te interese. Puede que tú, recostado en tu sillón disfrutando del cálido ambiente de tu casa, nunca hayas pensado en ello. Das por hecho desde niño que el calor te pertenece, que eres soberano de la energía que te conforta. Apenas mil años de la especie y ya hemos olvidado que nacimos ignorando su secreto... ¡Ingenuos! No hace tanto que Prometeo lo robó a los dioses. Han sido más de un millón de años los que el hombre vivió temiendo a la oscuridad; miles de siglos intentando arrancar el secreto de su llama. Hasta que un día, asombrados, los humanos comprendieron. Y desde entonces adquirimos el más terrible poder, desde entonces dominamos el
 fuego.    



El año pasado, en la clase, vi de nuevo esta película con mis alumnas. Había sobrados motivos para proyectarla: relata una historia ambientada en el paleolítico y se centra en el tema fascinante del "descubrimiento del fuego", es decir, de la manera de producirlo. Sobre esta idea el director, Jean-Jacques Annaud, había construido un argumento que bebe en las fuentes de la novela de por J. H. Rosny (pseudónimo de los hermanos belgas Joseph Henry Honoré Boex y Sheraphin Justine François Boex) escrita en 1911. Hay que aclarar que el film se concede licencias (algunas auténticas herejías científicas) y se recrea en ciertas escenas de explícita violencia; pero la historia conmovió a mis chicas y las hizo reflexionar sobre la vida del hombre en la prehistoria, que era lo que me proponía con la proyección.

Muchas alumnas se sorprendieron de la extrema dureza de la vida en esa época. Todas se sintieron fascinadas por  las costumbres de apareamiento, alguna incluso interpretó la masticación de las hierbas y consiguiente aplicación sobre el protagonista como una felación en toda regla. La mayoría rió con los protagonistas en la divertida escena en que descubren el maravilloso placer de la risa. De manera unánime se conmovieron con las escenas de ternura y amor de la pareja protagonista... Pero yo, junto a ellas, contemplé con asombro renovado el momento en que "un técnico" de la tribu Ivaka le enseña a Naoh la forma de conseguir fuego mediante el frotamiento de una varilla. Ese es el instante que recoge el video de la presentación.

Ocurre en ese instante un doble chispazo: por un lado una chispa caerá sobre la yesca y agitará el alma dormida del fuego deseado; por otro una chispa se encenderá en el interior de la mente inquieta de Noah, el protagonista. Momentos después, con la metáfora de una nueva vida creciendo en el vientre de la mujer cromagnon, aquel neandertal curioso  mirará a la bella luna que se alza en el horizonte nocturno pensando: ¿Y por qué no?

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 22: Licántropo

(...) y es, que en el reyno de Galicia se hallo un hombre, el cual andaba por los montes ascondido y de allí se salía a los caminos cubierto de un pellejo de lobo, y si hallaba algunos mozos pequeños desmandados, matavalos, y hartabase de comer en ellos, y era tanto el daño que hazia que los de la tierra procuraron quitar aquella bestia del mundo y prendieronle, y viendo que era hombre, le pusieron en una cárcel (...)

Antonio de Torquemada. Jardín de flores curiosas, 1575



El jardín de las flores curiosas es una célebre obra del astorgano Antonio de Torquemada (no confundir con el famoso inquisidor) donde se comentan fenómenos sobrenaturales y monstruosos: seres prodigiosos, como pigmeos, amazonas, sátiros, cinocéfalos, ...; propiedades de ríos, fuentes, lagos, el Paraíso terrenal, y sus cuatro ríos; fantasmas, visiones, trasgos, encantadores, hechiceros, brujas, saludadores; astrología... En esta obra por ejemplo, aparece por primera vez en la literatura una primicia que producirá luego fértiles ideas para guiones cinematográficos: simios que interactúan con féminas al estilo de King Kong. Pero la cita que se recoge aquí hace referencia a un ser mítico que en muchas partes se conoce como Hombre Lobo, y en ciertos lugares (Extremadura) como lobisome, concretándose este último como el séptimo varón de un matrimonio sin intermedio de hija que en la Noche de San juan se convertía en lobo.

Estos seres (míticos pero con características que recuerdan el comportamiento de estos cánidos salvajes) ya fueron descritos desde antiguo y se les llamó: 

licántropos. 




Vi la película"El bosque del lobo" de Pedro Olea con gran interés. No solo porque la programaron en el cineclub de Tuy, ciudad gallega donde estuiaba, sino porque muchas de sus escenas se rodaron en esa población y alrededores, edificios y monumentos me resultaban conocidos. Unido a eso, el personaje:  un soberbio José Luis López Vázquez, nos resultaba a todos familiar y entrañable. Si añadimos la temática y el misterio asociado a la historia de los hombres lobos y el ambiente rural que respiraba la cinta, su visionado resultó muy atractivo. 

Con el efecto de primacía (creo que fue la primera película sobre licántropos que contemplé) la imagen de "un hombre lobo" quedó por siempre asociada a ese buhonero gallego que recorría los campos con su enorme mochila y que sufría súbitos ataques de licantropía en  escondidos rincones de sus travesías. Contra lo que pudiera parecer a mi el personaje en vez de infundirme miedo me producía un punto de ternura y de pena. 

Lo siento por los seguidores de la serie "Crepusculo" cn su parafernalia de jóvenes bellezas y efectos especiales. Desde mi niñez, el rostro feroz de un hombre lobo, tiene para mí la imagen de un atormentado José Luis López Vázquez.  

domingo, 6 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágnenes - 21: Botones

Botones a miles:  botones de la derrota, botones del deshonor, botones botín... camisas abiertas, cordones cortados, pantalones caídos... paredes abotonadas, tirantes trofeo, intendencia botonera... Es la guerra de los
botones



Después de "La guerra de los botones" de  Yves Robert, estrenada en 1962, y de cuya película proceden las imágenes precedentes; tuvo lugar en septiembre de 2011 la curiosa guerra entre "las guerras de los botones": dos remakes franceses de la película  que coincidieron sorprendentemente en la época de rodaje y casi (por una semana de diferencia) en su estrerno en las salas francesas. Que esto haya sucedido y que ambas fueran records de taquilla en la semana de su estreno da idea del interés de esta comedia infantil que, sin pretensiones adicionales, posee una autenticidad y factura logradísimas.


Hay que destacar que la película se basa en la novela autobiográfica del maestro rural francés Louis Pergaud y recoge en ella muchas de sus experiencias como maestro rural. Aunque escrita en 1912, el director sitúa la escena en plena II Guerra Mundial, escalando el comflicto a la rivalidad entre los niños de dos aldeas franceas: Longeverne y Verlans. En medio de esa ancestral contienda el líder de uno de los grupos de 13 años llamado Lebrac, es el artífice de una idea que origina el inicio de la "guerra de los botones": Se le ocurre quitarle a los enemigos prisioneros los botones para que vuelvan humillados a sus casas. A partir de entonces, aquel pueblo que consiga arrebatar el mayor número de botones ganará la contienda: la suerte está echada.


Como todo el cine en blanco y negro, la película me evoca recuerdos infantiles: por la época en que la vi (hacia los 8 años, en 1965) y por los numerosos momentos argumentales que coincidían con mi realidad infantil. Yo también pertenecía a una pandilla: conocí la responsabilidad de un pequeño liderazgo, la exploración de los campos,  la excitación de una batalla (las famosas "dreas" con tirachinas), el pánico de las emboscadas, la humillación de una derrota, la crueldad de los vencedores... Compartí el uso del tirachinas, la lucha con espadas, las rodillas peladas, los chichones, las carreras...incluso en el vestido (sin la boina, eso sí) encuentro parecidos. La rivalidad de los niños de estos dos pueblos franceses me resulta familiar. 

La película, una aparentemente sencilla comedia para niños, incluye referencias de interés general: explica como se forman y funcionan los grupos sociales, las concepciones que les inspiran (igualdad, disciplina, distribución de tareas, sanciones...). Se definen los códigos de conducta en la contienda aceptados tácitamente  por los contendientes: la tregua, el honor, la deshonra... Se exponen las tácticas: la planificación de los combates, la intendencia, la estrategia para minimizar costes y maximizar beneficios... No se esconde el uso de la violencia para con los animales en algún momento. La incorporación de novedades tecnológicas (el uso de un tractor) distorsiona el mapa de límites establecido e insinúa el poder devastador del armamento nuclear en las contiendas. 

Aunque se trata de una película menor, es merecedora de gran interés. Es una de esas cintas que, sin llegar a la maestría de una obra maestra, resultan imprescindibles en la historia del cine: una  pequeña joya de nuestra infancia. 

viernes, 4 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 20: Impotencia

"SOS, help me. SOS, help me. SOS, help me..."

"No tengo mandíbula, no tengo boca, no tengo lengua, no tengo ojos, no tengo nariz, no tengo brazos, no tengo piernas..."

"SOS, help me. SOS, help me. SOS, help me..."

"Por favor, mátenme. Se lo suplico: mátenme. No puedo sufrir más tiempo esta terrible

impotencia."



Johnny cogió su fusil (Johnny got his gun) es el título de una novela antibelicista del escritor y director estadounidense Dalton Trumbo. La obra, inspirada por la contemplación de un soldado americano desfigurado por una explosión en la primera guerra mundial, fue escrita en 1939 y su título (que sugiere una apología de la guerra y una llamada los jóvenes estadounidense a participar en ella) pertenece a una canción del cantante nacionalista George M. Cohan en la que anima a cualquier joven
patriótico a tomar las armas y defender a su país. Trumbo toma esta frase y la termina:
- ‘Johnny, toma su fusil... y va a la guerra... y vuelve mutilado para siempre"

El director filmó esta película basándose en su propia novela. El film plantea una postura claramente antibelicista y se posiciona claramente a favor de la eutanasia. 
Resultan escalofriantes las escenas en blanco y negro (la situación de postración de Johnny en el hospital está rodada en blanco y negro, mientras que sus recuerdos como persona "entera" se muestran en color). La voz en off del protagonista hablando para sí mismo y expresando su angustia y creciente frustración resulta desgarradora y produce una profunda desazón en el espectador. En su estado los rutinarios procedimientos hospitalarios para con el enfermo alcanzan una dimensión extraordinaria. Entendemos entonces algunas acciones aparentemente amorales: el deseo de suicidio, la postura del sacerdote negándose a sugerirle confianza en Dios, la masturbación que le realiza una de las enfermeras... y las aceptamos compasivos.

La incomunicación, el aislamiento, la impotencia en suma; parecen romperse por un momento cuando consigue (usando el código morse con movimientos de su cabeza) comunicarse con los especialistas que le atienden. Pero su mensaje, desesperado y contundente, resulta un incómodo llamado a sus conciencias: ¡Mátenme!, ¡Mátenme!, ¡Mátenme!...

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miércoles, 2 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 16: Magia

Se apagan las luces. Poco a poco se ahogan las conversacioes del público. La gente se remueve en los asientos buscando la postura más cómoda y, por fin, se aquieta. Parpadean en la pantalla rayas, puntos, borrones de luz... Llega el momento de la

magia.



Para mí, la más maravillosa de las magia fue el cine. A mis cinco años conseguí que mis padres pagaran la modesta cuota para adquirir el carnet que daba derecho a asistir a las películas que se proyectaban en el salón del colegio Liceo Castilla donde estudiaba. Para entonces ya me había familiarizado con los dibujos coloreados de las paredes de mi colegio infantil El Zapatito; pero el encuentro con las imágenes animadas del cine fue mágico: aquellas sucesiones de imágenes me parecían tan vívidas y reales que, literalmente, me sumergía en su mundo.

Una de mis primeras películas (quizá la primera de todas) fue Pinocho. Tanto me impresionó que hoy, 54 años después, aún recuerdo con nitidez las primeras escenas donde Pepito Grillo se cuela en la casa de Gepetto y recorre la estancia hasta encontrarse con la marioneta de Pinocho. Hasta ahora no había vuelto a ver esas escenas de la película pero, avanzando el puntero temporal, he reconocido inmediatamente (aproximadamente en el minuto 3) la escena en la que el pequeño grillo se calienta el trasero con una brasa del fuego de la chimenea. ¿Por qué se me quedaría esta graciosa escena tan firmemente grabada en los circuitos de la memoria?.

Toda la película es espléndida y yo viví intensamente las aventuras del protagonista impresionado por el carrusel de colores que despliega en muchas de sus escenas. Había entrado en el mundo de los espíritus infantiles: aquello era brujería, hechizo, encantamiento... la auténtica magia.

martes, 1 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 18: Extraterrestres

Tras las variaciones orquestales de una melodía pegadiza, y el timbre atronador de un sintetizador de capacidad catedralicia, aparecen los deslumbrantes interiores de la nave y la difuminada figura de los

extraterrestres 


La película cuyas escenas nos ocupan se llama "Encuentros en la tercera fase" y el título merece ser explicado. En realidad su título en castellano es una mala traducción de lo que debería haberse traducido como Encuentros cercanos del tercer tipo. Según los ufólogos un encuentro de primer tipo se produce cuando se ve una luz extraña en el cielo. Uno de segunda clase cuando se puede percibir claramente un OVNI y uno de tercera clase cuando se avista personalmente a un extraterrestre.

La escena elegida es precisamente el encuentro de tercer tipo, el momento en el que los extraterrestres se presentan en carne y hueso (suponemos que así están hechos) ante los técnicos, científicos y elegidos que les esperan al pie de la Torre del Diablo (Devils Tower) en Wyoming. Mucho menos divertida y excitante que la escena precedente (la conversación musical con la nave) en esta, el genio precoz de Spilberg nos introduce en una nave gigantesca (una especie de Olimpo tecnológico saturado de luz). Son más de cinco minutos de imágenes sobreexpuestas, solarizadas y borrosos (y más en esta pobre copia que he podido conseguir de you tube). Sin palabra alguna asistimos asombrados a estas vistas lentas del interior de la gigantesca nave nodriza. Reconozco que en la  época de su estreno estas vistas debieron parecerme espectaculares, hoy me resultan redundantes y excesivas. La nave no deja de parecer un gigantesco armatoste lleno de gadchet y luces multicolores: una sencilla medusa fosforescente ganaría en diseño y armonía.

La anatomía de los extraterrestres de Spielverg es demasiado humana. Hay gente que encuentra parecidos en su cara con el propio niño protagonista Cary Guffey. Desde lo asombroso que es que tengan brazos y piernas, manos con cinco dedos (y el pulgar en oposición justo como nosotros), dos ojos, nariz... demasiados detalles como para no sospechar del histórico antropocentrismo del que todavía no nos hemos liberado. Los ufólogos clasifican este tipo de alienígenas como "Los Grises" que vinieron a sustituir a los clásicos "Little green men" (Hombrecillos verdes), el estereotipo extraterrestre anterior a esta fecha. En fin, que imaginamos aquí a los extraterrestres como humanos muy evolucionados con un supercráneo que alberga un enorme cerebro, un cuerpo "escuchimizado" por la falta de ejercicio, unos gestos contenidos, una mirada inteligente y unos conocimientos bestiales en tecnología. Por si fuera poco les dotan de una divertida actitud lúdica manifestada en la escena de la conversación musical y en la tranquila expresión del niño abducido que muestra parece apreciarlos sinceramente.  

Encuentros en la tercera fase fue original e innovadora en su tiempo. Con raras excepciones, ninguna película de ciencia ficción hasta la fecha presentaba a los extraterrestres como seres amables y amistosos. Ese optimismo de su director es una constante en sus películas. Como contrapartida tenemos hoy en día las advertencias del científico británico y astrofísico, Stephen Hawking quién ha afirmado que los extraterrestres"casi seguramente existen" pero aconseja que los humanos eviten mantener el contacto con ellos. Hawking piensa que los 'aliens' posiblemente harán incursión en la Tierra para proveerse de recursos y luego se irán. "Algunos extraterrestres evolucionados podrían haberse convertido en nómadas y tener intención de colonizar los planetas a los que llegaran". Si los extraterrestres visitaran la Tierra, afirma, el resultado sería similar a cuando Cristóbal Colón llegó a América, un encuentro en el cual los nativos del continente americano no fueron precisamente los más beneficiados.

Me gustan los extraterrestres que pinta Spielberg en su película, sí; pero estoy convencido de que la realidad se aproxima a los razonamientos de Hawhing. Spilberg nos ofrece un sueño. Hawking nos ofrece pensar en nuestra supervivencia. Pero durante un par de horas ¡Qué bello fue dejarse llevar por el optimismo de Spielberg!